Madrid aplaude el independentismo bueno (de Groenlandia)

No hace tantos años que la norma sobre los independentismos del mundo, en la prensa de Madrid, era simple como el mecanismo de un martillo: era necesario negar siempre, siempre, cualquier parecido con el caso catalán. Y, en segunda instancia, maximizar las derrotas y minimizar las victorias de ese movimiento. Ahora el caso de Groenlandia desafía a esta lógica y pone los relatos de la prensa de estado en un dilema: los sueños anexionistas de Trump hacen que las ansias de independencia de la isla ártica no se vean mal y sean, incluso, deseables. Tener que hacer ese equilibrio –aplaudir, pero sin dar alas– requiere de herramientas de relato nuevas y El País ha hecho un hallazgo interesante, con su titular de portada: "El independentismo moderado logra la victoria en Groenlandia". Es obvio que, entre los movimientos secesionistas, pueden haber más abrumados y más graduales, pero el objetivo final es el mismo: un pasaporte propio. Aquí no hay grises. Poner el "moderado" es una forma de legitimarlo evidente. Y nunca habrían consentido adjudicar esta etiqueta a cierto movimiento independentista que reclamara la idea radicalísima de organizar un referendo pactado con el Estado para escuchar el parecer de los ciudadanos de una de sus nacionalidades históricas.

El Mundo, Público, El Correo, Abc, Eldiario.es y la web de RTVE: todos coinciden en escribir "independentismo moderado". Podemos subir de pies a la silla que, si estuviéramos en el 2017, ni de cachondeo le caería este adjetivo y la caverna (y la no tan caverna) hablarían en términos de separatistas y desafectos. Será interesante ver qué pasa si el partido lo logra, con la propuesta de construir lo que bien se podría asimilar a estructuras de estado y pasa a plantear la emancipación. Mi apuesta es que se convertirá automáticamente en radical. O radikal, que da más miedo.