Periodismo para no periodistas (y 7): no tengas miedo al entusiasmo

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Si Irene Polo fuera americana tendríamos seguro una gran película de Hollywood sobre su azarosa vida, de tristísimo final. Pero el interés por sus peripecias no debería desviar el foco de su prosa. Quaderns Crema reunió una selección de artículos en La fascinación del periodismo y leerlos es un ejercicio impresionante. Si ya de joven tenía esa potencia y expresividad, ¿a dónde habría llegado si no se hubiera suicidado a treinta y dos años? Las estampas que compone están llenas de vitalidad y la capacidad de recrear las escenas con detalles mínimos evidencia una gran técnica narradora, sea con asuntos costumbristas como la llegada del pantalón femenino o los escotes, sea con temas más abiertamente políticos (porque los demás también lo eran). Polo hace un articulismo divertido y entusiasta, pero la intención y el compromiso de cada prenda son inequívocos.

La periodista Irene Polo durante una entrevista con el actor Buster Keaton.

Pero si les decía que leerla es impresionante no es sólo por la noción constante de vida y talento descabezado de forma prematura. También por cómo se hace evidente que la tradición periodística moderna catalana quedó interrumpida por Franco y sus secuaces. El periodismo de transición dio grandes plumas, pero el aire fresquísimo de esas crónicas de los años 30 nunca fue recuperado del todo, enterrado por la gravedad impuesta por décadas de dictadura. Entre las innovaciones divertidas se encuentra la de la introducción del propio periodista en el relato, que a menudo explica las penalidades a la hora de hacer el artículo. Polo se pasa todo el día persiguiendo a Francesc Cambó y apenas le arranca una frase. Pero su crónica sobre esta persecución es un retrato agudo del personaje y su forma de protegerse del ojo público. Ojalá podamos hacer emerger más plumas perdidas y rehacer el puente de la tradición. (¡Hasta dentro de unas semanas!).

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