Crítica de serie

Nunca habrá ninguna serie tan punk como 'Los jóvenes'

El regreso a 3Cat de este clásico de la comedia británica de los ochenta certifica su genialidad cómica y subversiva

3 min
Los cinco protagonistas de la serie 'Los jóvenes'.
  • Ben Elton, Rik Mayall y Lise Mayer para la BBC2
  • En emisión doblada al catalán en 3Cat

Desde este mes de diciembre, la plataforma 3Cat reemite Los jóvenes, La víbora negra, Allo, allo, Sí, ministro y Sí, primer ministro, títulos míticos de la comedia televisiva británica de los ochenta que triunfaron en la edad de oro de TV3, cuando la televisión pública catalana estrenaba lo mejor de la ficción inglesa antes que los (escasos) otros canales que teníamos en el alcance, y contribuía con su doblaje a la generación de frases hechas y expresiones mediáticas que pasaban a formar parte del catalán popular.

Nos encontramos ante una ocasión inmejorable para comprobar hasta qué punto algunos de estos títulos, que de veces tenemos asociados a la adolescencia y la juventud, han soportado el paso del tiempo o quizás sólo se aguantan desde el filtro de la nostalgia. Los jóvenes se confirma como la serie más punk que ha llegado a la pequeña pantalla, un hito insuperado del humor sinvergüenza y desgarrado que recoge como ninguna otra la energía caótica y autodestructiva, a falta de horizontes de futuro, de la juventud . Ninguno de sus tres guionistas, Rik Mayall, Lise Mayer y Ben Elton, llegaba a los 24 años cuando se estrenó la serie en la BBC Two, en 1982. Y esta frescura se nota en Los jóvenes, que, por otra parte, presenta una visión nada idealizada de la juventud y de las subculturas que la representaban a principios de los ochenta.

Comedia salvaje que agita un rechazo explícito contra las políticas de Margaret Thatcher, una de las gracias imbatibles 'Los jóvenes es la falta de autocomplacencia de unos personajes que, sin embargo, resultan irresistibles. Los cuatro protagonistas son algo cortos de gamberros, y uno de los mejores momentos de cada episodio es la imposibilidad para que ejecuten las funciones más básicas para garantizarse una convivencia mínimamente cómoda. Rick, interpretado por Mayall, es un cretino carismático que encarna un tipo de actitud juvenil todavía bastante identificable, el farol que presume de una militancia anarquista más por postureo que por verdadera implicación política. Los otros tres, el Vyvyan (Adrian Edmondson), el heavy-punk salvaje; el Neil (Nigel Planer), el hippie pasivo, y Mike (Christopher Ryan), el fanfarrón narcisista, también destacan por sostener su estereotipo más allá de lo políticamente correcto.

Al contrario de las sitcoms norteamericanas, en las que el hogar se convierte en el espacio que fija la estabilidad de las dinámicas familiares y del formato de ficción que las representa, en Los jóvenes el piso de estudiantes se convierte en la cuna del caos, un territorio en el que puede ocurrir cualquier cosa, también en lo que se refiere al desarrollo de la trama. Los Monty Python ya lo hacían, eso de dejar sus filmes abiertos a las fugas surrealistas ya los sketches extemporáneos. La vocación dadá de los responsables de La vida de Brian se convierte aquí en pura celebración de un desorden vital y argumental más alocado que revolucionario.

La serie combina diferentes planes de comedia al más alto nivel: los juegos lingüísticos con tendencia al absurdo de los diálogos; la confrontación constante entre los protagonistas desde una hostilidad propiamente masculina que, como los guantazos alslapstick, no parece tener consecuencias visibles en los personajes; la incursión de títeres animados, sobre todo el Brigada Antidisturbios, el hámster del Vyv; y una dosis nada despreciable de comedia física, con el desbarajuste corporal propio de un mimo del Neil, la agresividad desatada del Vyvyan o la gestualidad de un melodramático histrionismo de Rick. El Jerzei Balowski suponía la presencia disruptiva definitiva, la figura de identidad mutante capaz de disparar a monólogos delirantes que tienen incluso más gracia hoy en día que vistos de adolescente.

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