Construir narrativas a golpe de sondeo es una de las carcomas del periodismo. Con la excusa de conocer el pretendido pulso ciudadano se instalan marcos mentales decididos en los despachos del poder. Pero de vez en cuando aflora una encuesta que acumula más de un defecto.El Mundopublicaba una en portada de especialmente absurda: "Tres de cada 10 votantes del PSOE creen que Aldama tiene pruebas contra el gobierno". La derecha lo hace a menudo eso: explicar qué piensa (supuestadísimamente) el votante del PSOE y que, de forma invariable, siempre es algo que va en contra del posicionamiento de Pedro Sánchez. Pero ¿a quién se dirige esta encuesta? No a los votantes socialistas, que no leenEl Mundoa menos que lo lleven en una bolsa discreta con el látigo de cuero, la madera, los guantes de látex y un par de pinzas para los pezones. Además, según estos fabulosos estudios demoscópicos Sánchez sólo hace que enajenar a su electorado. Pero después la realidad es tozuda y este MacGyver de la supervivencia política gana los congresos del partido y supera elecciones que le permiten formar gobierno.
Pero lo que más insulta a la inteligencia es la misma pregunta. Si Aldama tiene pruebas o sólo va de cacha debería ser materia de los jueces, no cuestión de fe. El ciudadano de a pie no tiene recursos jurídicos ni datos suficientes para saber si el empresario acusado de corrupción miente más que habla. Es más: me jugaría un guisante que la mayoría de votantes socialistas (o de cualquier otro partido) sudarían tinta para explicar esta trama de forma inteligible, que vive sobre todo en las portadas de unos medios muy concretos. Hay que desintoxicar urgentemente el periodismo si no se quiere expulsar a buena parte del público al que satura esta politización partidista. Y se puede empezar por dejar de poner en boca de la gente lo que dice pretendidamente.