Por un terrorismo sin grasas

Tenía que ocurrir. Nos han quitado el azúcar de la coca-cola, la grasa láctea de los quesitos y las patatas chips se nos ofrecen ahora cocinadas en el horno. Era sólo cuestión de días que el terrorismo nuestro de cada día se sumara también a la dictadura de las dietas. Y el culpable, como no podía ser de otra forma, es Pedro Sánchez. Así lo revelaba este miércoles el diario El Mundo con su titular de portada: "El PSOE crea la figura de terrorismo 'light' a medida de Puigdemont".

El caso es que lo de terrorismo de pocas calorías deberían explicármelo poco a poco. No vaya a ser que, de tan ligero, resulte imperceptible. Las portadas de estos días se basan en una premisa nefaria: que la concentración de Tsunami Democrático en el aeropuerto supuso un acto de violencia terrorista. Teniendo en cuenta cómo algunos medios se llenan enseguida la boca con la banalización del dolor de las víctimas de ETA, que hablen de terrorismo en un acto que nadie echó un clip en la cabeza de nadie resulta sólo explicable en un ecosistema comunicativo enfermo . Y es hacer seguidismo de ese croata con toga que es el juez García-Castellón. ElAbc también juega: "El gobierno redefine el terrorismo". Terrorismo es secuestrar a niños, despeñar unos aviones en rascacielos, poner bombas para matar a ciudadanos de manera indiscriminada, extorsionar empresas, etcétera. Tsunami fue un acto de resistencia civil, amparado en el derecho a la libre concentración, y colocarlo debajo del mismo paraguas es, sencillamente, alucinante. Y una auténtica redefinición del terrorismo. Ahora que pienso en ello, el terrible arsenal de esa guerrilla –según dijo Enric Millo– eran botes de Fairy. Y todo el mundo sabe que es la mejor arma contra las grasas. Ve que, viendo el empacho mental que llevan, esto del terrorismo light no venga de aquí.