Lo único que tienen es un coche con los cristales rotos

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Que suenen las campanadas a muertes. La Quinta sinfonía de Beethoven. Los tambores más graves. La amnistía fue aprobada y la caverna se viste de negro luctuoso para su particular drama barroco. Vuelve el fatalismo del noventa y ocho, la noche más negra. “Esto nunca ocurrió”, reza el titular delAbc, tremendista. ¿Y qué es esto? El famoso coche policial en la rambla de Catalunya, con el cristal frontal roto y cubierto de adhesivos. Si la foto más dramática que han encontrado para encarnar el desbarajuste independentista –¡terrorismo!– es la de un vehículo con el parabrisas hecho añicos ya se ve que su relato de los últimos siete años pertenece más al mito y al orgullo herido que a la factualidad. Podrían haber elegido una foto del 1-O con gente votante o del paro del 3 de octubre: estas fueron las dos únicas fechas en las que el Estado realmente se las vio flacas. En cambio, han optado por un miserable coche que sirvió para poner entre rejas a los Jordis, en un caso flagrante de condena política aplicando un tipo delictivo del todo desproporcionado. Por supuesto, si es un símbolo, el coche: de la ignominia.

Concentración por la libertad de los Jordis.

Aparte de eso, despliegue de articulistas rasgándose las vestiduras por las mismas costuras y ejercicios curiosos de matemáticas: algunos dicen que se aprobó por una diferencia de cinco votos (177 a 172), mientras que otros hablan de tres –asumiendo erróneamente que si se restaran por un lado irían automáticamente a otro– para poder servir a su lector la cifra más pequeña posible. Y si loAbc se preocupa por la memoria, El Mundo lo hace por el futuro: “Próxima parada: referéndum”, escriben. También es sacudir espantajos. Y el independentismo debería evitar la tentación de sumarse a esta narrativa, aunque le dibujen un horizonte favorable, porque no hay perspectiva realista que lo haga posible a corto o medio plazo.

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