Novedad editorial

70 años sin poder ver ni hablar con la familia

La dibujante Keum Suk Gendry-Kim narra el drama de los más de 130.000 coreanos que fueron separados de sus padres, hijos y hermanos a raíz de la guerra

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Keum Suk Gendry-Kim fotografiada la semana pasada en Barcelona

BarcelonaGwija carga el bebé mientras huye de la guerra en medio de una larga fila de refugiados. Al lado, su marido lleva al hijo mayor en la espalda. Ella se aparta para dar el pecho a la niña y él le dice que la espera con el niño, que no tarde. Se miran, se sonríen y se alejan: ya no se volverán a ver nunca más. La guerra de Corea, que tuvo lugar entre el 1950 y el 1953, dejó a más de 130.000 personas separadas de sus familias. Algunas quedaron atrapadas en Corea del Norte, otros consiguieron llegar hasta Corea del Sur. El cierre del país norcoreano, que todavía continúa, impide desde hace décadas el reencuentro de hermanos, padres, hijos y amigos. Muchos han muerto sin volver a ver a su familia, y los que todavía viven tienen más de 70 años.

La escritora surcoreana Keum Suk Gendry-Kim (Goheung, 1971) conocía esta realidad a través de su madre. Cuando huían de los bombardeos con su familia, la hermana mayor de su madre no consiguió subir al tren y se quedó en Corea del Norte. No se encontraron nunca más, pero la madre de Keum Suk Gendry-Kim no perdía la esperanza. "Antes que ella muriera quería dejar registro de esta vivencia. La generación que ha sufrido la separación está envejeciendo, cada vez quedan menos personas de esta generación y las generaciones más jóvenes no tienen interés en hablar", explica Gendry-Kim. Después de entrevistarse con otros testimonios, la creadora de la novela gráfica Hierba (Reservoir Books) –convertida en todo un fenómeno internacional– vuelve ahora con La espera (Reservoir Books), donde vuelca las frustraciones, las incertidumbres y la esperanza de toda una generación para reencontrarse con sus familiares.

Dos páginas de 'La espera'

El cómic, traducido al castellano por Joo Hasun, sigue las vivencias de una mujer que pierde de vista a su marido y su hijo durante la fuga y que no los vuelve a ver nunca más. La protagonista mantiene la esperanza y hace todo lo posible para formar parte de los encuentros que los gobiernos coreanos organizaron en 2018. Desde entonces se han reencontrado menos de 2.000 personas. "A mi madre siempre le han rechazado la solicitud de reencuentro", lamenta la escritora. Aquellas reuniones "dieron esperanzas a mucha gente, porque se enseñaban en las noticias y había la sensación de que los dos países iban hacia la reunificación", pero en cinco años la situación ha cambiado. "Ahora no hay ningún tipo de comunicación y la situación pinta mal. Kim Jong-un no para de provocar a Corea del Sur. Como respuesta, los soldados del sur se han empezado a entrenar con soldados norteamericanos. La tensión es altísima", dice Gendry-Kim.

Violencia física y verbal contra las mujeres

En las historias de Gendry-Kim a menudo las protagonistas son mujeres en situaciones de injusticia. La autora utiliza así el género como una herramienta de crítica social, para retratar una realidad de opresiones y abusos. En Hierba reflejaba la esclavitud de la protagonista durante la ocupación japonesa en la Segunda Guerra Mundial. Y en La espera muestra las bodas de conveniencia antes y durante el conflicto coreano y cómo las mujeres todavía hoy asumen las tareas del hogar y los cuidados. "La doctrina del confucianismo está muy arraigada en la sociedad coreana y esta tradición patriarcal es muy difícil de cambiar. Uno de los adelantos de los últimos años es que las familias ya no quieren solo tener hijos varones, ahora tener hijas está más aceptado. Pero todavía hay mucha violencia física y verbal contra las mujeres, a pesar de que cada vez más las mujeres levantan la voz y salen a protestar", señala la autora.

Dos páginas de 'La espera'

Gendry-Kim pone la mirada en "aquellos grupos que son vulnerables y están en la sombra" para ponerlos bajo el foco, darles voz y contagiar así a los lectores las ganas de luchar por sus derechos. "No espero un cambio social tangible a raíz de mis obras, porque sé que esto es muy complicado. Después de haber leído mis libros me gustaría que los lectores dieran más importancia a todos estos temas, que sean conscientes de ello y lo hablen –subraya Gendry-Kim–. Con eso ya me conformo".

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