Homenotes y danzas

Alfonso Solans, el aragonés que inventó los colchones Pikolin

El empresario también fue presidente y propietario del club de fútbol Real Zaragoza

fábrica Pikolin
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Parque de los Príncipes (París), 10 de mayo de 1995. En este estadio de la capital francesa dos equipos luchan por convertirse en campeones de la hoy extinta Recopa de Europa. Son el Real Zaragoza y el Arsenal de Londres. Todo parece indicar que el partido acabará en empate y habrá que recurrir a una tanda de penaltis para decidir al campeón, pero cuando el tiempo de prórroga está a punto de agotarse, sucede lo más inesperado. El centrocampista Nayim, un jugador formado en el Barça y que ofreció sus mejores años en el Tottenham y en el mismo Zaragoza, recupera el balón unos pocos metros dentro del terreno de juego de los ingleses y desde allí engalta un disparo que se cuela como un misil en la portería de David Seaman. No hay tiempo para más: Zaragoza es campeón. En medio de la locura colectiva de los aragoneses, un hombre es especialmente feliz. A sus 61 años ve cómo el club del que es seguidor, presidente y propietario llega al punto más álgido de su historia. Se trata de Alfonso Solans, en ese momento uno de los empresarios más conocidos de todo Aragón. Su empresa tenía gran fama, porque hablamos del fabricante de colchones Pikolin.

En 1948, todavía en medio de la posguerra, Solans tuvo la pensada de abrir una pequeña fábrica de camas, en una ciudad que ya podía presumir de tener una de las principales factorías de somieres metálicos del Estado, la casa Numancia, que unos años más tarde pasaría a llamarse Flex ya ser conocida por todas partes. Las escasas siete personas que trabajaban inicialmente en Pikolin –que aún no se llamaba así– debían multiplicarse para poder alcanzarlo, hasta el punto de tener que pedir permiso a la parroquia del barrio para poder trabajar también los domingos.

Salto empresarial

El gran salto empresarial no llegó hasta finales de los años 50, cuando se asociaron con el fabricante italiano Permaflex para desarrollar colchones de muelles, una evolución respecto al tradicional colchón de lana que se producía en España. Dice la leyenda que el contacto entre Solans y los italianos fue a través de un anuncio que éstos publicaron en La Vanguardia. Un par de años después, en 1959, es cuando apareció, ahora sí, la marca Pikolin, que se ha hecho inmensamente popular.

También a lo largo de los años siguientes Solans comienza a abrir nuevas fábricas. En 1970 estrenó un centro productivo en Madrid; y tres años más tarde, coincidiendo con la boda de plata del negocio, una factoría nueva de trinca en Zaragoza, que en ese momento sería una de las más grandes del mundo. Su voluntad de innovar en el mundo de los colchones queda patente en las apariciones recurrentes desde 1956 en el Boletín de la Propiedad Industrial, donde su nombre queda a menudo vinculado a ideas innovadoras transformadas en productos. Es en esa época en la que surgió un eslogan que rápidamente quedó incorporado a la cultura popular de los españoles: "A mí plin, yo duermo en PikolinEn la década de los 60, coincidiendo con la expansión del negocio, Solans decidió poner un pie en la política, y entre 1967 y 1979 fue concejal del Ayuntamiento de Zaragoza.

Ya en la década de los 90 y coincidiendo con los éxitos del Real Zaragoza, su proverbial discreción le salvó de un trance que podría haber sido fatal. Al parecer, el grupo terrorista Grapo le tenía entre sus objetivos para llevar a cabo un secuestro, pero ante la imposibilidad de conocer con certeza la dirección de su domicilio, los terroristas se decantaron por secuestrar al propietario de la aseguradora Previasa, Publio Cordón, con el desenlace ya conocido por todos.

Por cierto, tras la muerte de Solans –que se produjo sólo un año después de los hechos con los que abríamos este texto– tanto la empresa como el club de fútbol fueron heredados por su hijo. Si la empresa ha continuado en expansión hasta nuestros días, no puede decirse lo mismo del Real Zaragoza. Desde su desaparición, empezó un declive que le ha llevado a perpetuarse en la Segunda División, muy lejos de los éxitos del pasado y siempre con el fantasma de la extinción voleando cerca. La propiedad actual es de Joseph Oughourlian, máximo accionista del grupo Prisa, y de Jorge Mas Santos, hijo del conocido militante anticastrista Jorge Mas Canosa (esta familia también son los dueños del Inter de Miami). Antes el club aragonés había pasado por manos de César Alierta, que fue presidente de Telefónica.

Como decíamos, la empresa familiar –ahora gestionada por la tercera generación– no ha dejado de crecer y ahora es ya una multinacional con unas ventas por encima de los 500 millones de euros y unos 3.000 trabajadores.

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