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ANÁLISIS

No es lo mismo pactar con la CUP que con Aliança Catalana

El secretario general de Junts, Jordi Turull, durante la comparecencia de Ripoll, con el diputado Salvador Vergés y el ex alcalde Jordi Munell
30/03/2025
Subdirector y delegado en Madrid
2 min
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BarcelonaLa encuesta del CEO del jueves anticipa un mapa municipal endemoniado de cara a las elecciones de 2027, donde habrá un nuevo actor que, previsiblemente, entrará con fuerza: Aliança Catalana (AC). Todas las miradas están puestas en Junts, que hasta ahora ha demostrado una flexibilidad absoluta en la política de pactos.

Los habitantes de Vilobí del Penedès tienen desde hace poco más de un mes un gobierno Junts-CUP en minoría después de que ERC haya abandonado el gobierno. En cambio, en Calonge i Sant Antoni, en el Baix Empordà, Junts forma parte de un gobierno con socialistas y populares. Esta ductilidad ideológica de Junts, y que también comparte el PSC en el ámbito municipal, es una especie de marca de la casa de la política catalana. En España, donde los bloques están mucho más definidos, no ocurre. Y sospecho que en el resto de Europa tampoco. En Catalunya se practica una especie de poliamor ideológico que en la práctica solo excluye a Vox. Todo el mundo con todo el mundo excepto con la extrema derecha españolista, que remite directamente a la dictadura franquista.

La irrupción de AC

Por eso la gran pregunta ahora es cómo afectará la irrupción de AC en este mapa político de relaciones múltiples. ¿Es lo mismo para una formación como Junts pactar con la CUP que hacerlo con el partido de Sílvia Orriols? ¿Cómo van a reaccionar el resto de partidos si los de Junts intentan dar carta de naturaleza a sus relaciones con Aliança?

De entrada hay que decir que la situación de Junts es muy diferente a la del PP, que nunca se plantearía pactos con una formación anticapitalista y que, en la práctica, solo tiene a Vox como socio posible. Junts no es claramente una formación de derecha o centroderecha, como sí lo es el PP, y la maleabilidad ideológica forma parte de su ADN desde los tiempos de Jordi Pujol. Esta elasticidad, además, se adapta mejor a la compleja realidad del país, que no es como la España en blanco o negro de rojos contra azules, sino que incorpora muchos más matices gracias a la existencia del eje nacional y los consensos forjados en el antifranquismo. Por eso a Junts no le penaliza su capacidad de pacto, al contrario, y sus alcaldes representan lo que podríamos definir como el ala pragmática del partido. Pero con Aliança la cosa se complica, porque es un partido que aunque se identifica como nacionalista e independentista catalán, en la práctica impugna el consenso catalanista histórico y el principio de un solo pueblo. El secretario general de Junts, Jordi Turull, lo calificó de "la anti-Catalunya". Por lo tanto, ¿se puede pactar, aunque sea en un solo municipio, con la anti-Catalunya?

Junts tendrá que sopesar muy bien los pros y los contras porque si se salta el cordón sanitario también estará afectando a su propio ADN y la percepción que tendrán sobre el partido el resto de actores políticos. En otras palabras, para la CUP, ERC o incluso el PSC no sería lo mismo pactar con el Junts actual que hacerlo con un Junts que colabore con AC. Porque el valor de la marca habrá quedado, indefectiblemente, afectada. Por eso no es lo mismo pactar con la CUP que con AC.

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