El análisis de Antoni Bassas: 'Puigdemont vuelve a subir la apuesta'

Volver para cerrar la etapa del exilio, política y personalmente. Volver aunque no pueda ser investido, renunciar a opositar al Parlamento y política institucional. La estrategia de Puigdemont es exprimir la dimensión simbólica de su candidatura y el hecho de que el suyo será más que un resultado

Carles Puigdemont ha sido entrevistado hoy desde Perpiñán por Jordi Basté, y la entrevista ha servido para entender en qué momento personal se encuentra el presidente que está en el exilio desde hace seis años y medio. Puigdemont siempre se ha deleite para volver, claro, pero la diferencia es que ahora ve que tiene que tocar la posibilidad de volver a Amer y visitar la tumba de su padre, dormir en su casa de Girona y entrar en Barcelona con cierta solemnidad . Hasta ahora se había resistido a hablar de estas cosas. De hecho, se había resistido a pensar en estas cosas. Y ahora ya habla abiertamente. Ha dicho, textualmente: "Tengo muchas ganas de volver a casa”. Ha admitido que le preocupa su seguridad personal, y que en los últimos tiempos han aumentado las amenazas directas. Incluso ha desvelado qué haría si le tocara ser la cabeza de la oposición. Puigdemont se ve de nuevo en Catalunya. No se pierdan esa secuencia y el lenguaje no verbal del nuevamente candidato a la presidencia.

Basté: “¿Usted sólo volverá a Catalunya el día del debate de investidura?”

Puigdemont: “Efectivamente. Porque creo que el acto del retorno de una presidencia que fue ilegalmente destituida es un acto más de país que de partido. Y creo que se debe echar de un contexto electoral.”

Basté: “¿Tanto si gana como si no puede ser presidente?”

Puigdemont: “Efectivamente. Porque creo que con la ley de amnistía, que es una condición necesaria pero no suficiente para la resolución de un conflicto político, se cierra la etapa del exilio.”

Basté: “¿Se imagina como jefe de la oposición?”

Puigdemont: “Honestamente, no. Creo que una persona que ha sido presidente de la Generalitat no puede estar ni en el Senado, ni en el consejo de administración de una gran empresa. Y por eso está la ley, que prevé unas condiciones como expresidente, para poder tener una actividad pública política acorde con la dignidad de la institución y del cargo. Por tanto, en absoluto me veo como jefe de la oposición.

Volver para cerrar la etapa del exilio, política y personalmente.

Volver aunque no pueda ser investido, renunciar a hacer oposición al Parlamento y política institucional.

Puigdemont no deja de subir la apuesta: primero anunció que no iría a las europeas, ha dejado Waterloo, se ha instalado a vivir en el norte de Catalunya, en territorio francés, ahora dice que seguro que vuelve y que si no es presidente abandona la política activa, sin dejar de hacer política porque la ha hecho siempre. Ahora mismo, en la comunicación del presidente afloran conjuntamente el factor personal, la estrategia de partido y el sentido institucional frente a un hecho histórico. La estrategia de Puigdemont es exprimir la dimensión simbólica de su candidatura y el hecho de que el suyo será más que un resultado.

Puigdemont juega fuerte, pero decir esto es casi una redundancia, porque siempre ha jugado fuerte. Muy significativos han sido los primeros titulares de urgencia después de la entrevista en Madrid: Puigdemont afirma que abandonará la política si no es elegido presidente. Fijándose si tienen ganas de verle desaparecer de la vida política. Ésta es la fortaleza del candidato que está jugando más fuerte, porque es el que más se juega. Es el candidato más menospreciado por el sistema porque es el más temido.

Buenos días.

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