Arabia Saudí y Australia, grandes obstáculos de la COP26

Ambos con grandes intereses en combustibles fósiles, han sido de los países ricos con más resistencias por vencer

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En el centro de la imagen, el negociador principal del reino de Arabia Saudí, a la GOLPE26 de Glasgow, ministro de Energía, príncipe Abdulaziz bin Salman Al-Saud, en pasado miércoles

Glasgow (Enviado especial)Horas después de que la presidencia británica publicara, la madrugada de miércoles, el primer borrador de declaración final de la cumbre de Glasgow, uno de los puntos que despertaba más interés, por la novedad, era el 19, del capítulo referido a la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero. Literalmente, se leía: "Se pide a las partes que aceleren la eliminación gradual del carbón y los subsidios en los combustibles fósiles". Era la primera vez que una COP hacía referencia a esto. En el segundo borrador, publicado este viernes, el lenguaje se llenaba de color: se añadían palabras y expresiones de muy difícil traducción, matices que, en la práctica, lo que han hecho es dar a conocer el fracaso de la presidencia británica. Alok Sharma, el representante del gobierno Johnson en Glasgow, había anunciado que esta cumbre sería la que enterraría, al menos sobre el papel, el carbón, y a estas alturas ya se sabe que no será así. En palabras de Dipti Bhatnagar, de Friends of the Earth, de Mozambique, "no es ninguna sorpresa que los países ricos estén empujando con falsas soluciones".

Cuando se habla de combustibles fósiles y de países ricos, dos de los grandes actores globales son el reino de Arabia Saudí (petróleo y gas) y Australia (carbón). Y aunque por primera vez se han mencionado los fósiles en los textos de la COP, tanto Riad como Canberra han llevado a cabo "su juego habitual", arrastrar los pies, como ha comentado al ARA Richie Merzian, de The Australia Institute. En el caso de Australia, y la poca voluntad de deshacerse de los fósiles, "lo mejor que se puede decir es que lo único que ha aportado a Glasgow ha sido buen café. Nada más", recalca.

¿El futuro llega en 2030?

En la zona donde se concentran los pabellones de los diferentes países negociadores, el del reino alauí destaca por el tamaño y la enorme pantalla que proyecta un futuro de energías verdes, solar y eólica, con la que vende lo que han denominado la Vision 2030. El mayor exportador de petróleo del mundo –la producción de crudo llegó hasta los 7.900 millones de barriles diarios este agosto, según datos de la JODI– intenta recortar a la mitad sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y querría haber llegado a la neutralidad en 2060.

Una imagen del pabellón del Arabia Saudí, que vende una descarbonización  basada en la energía eólica y la solar.

Pero de acuerdo con el Climate Action Tracker (CAT), el consorcio científico internacional que esta semana ha dibujado un panorama aterrador desde el punto de vista del calentamiento global –2,4 ºC a finales de siglo–, los planes que tiene encima de la mesa Arabia Saudí para descarbonitzar su economía "no son suficientes".

El equipo de especialistas cree que Riad no ha aportado suficiente información para evaluar, como afirma el plan Vision 2030, que en 2060 habrá llegado a las emisiones cero. Más grave todavía. El objetivo de 2030 es, en comparación con las medidas que se llevan a cabo, "insuficiente". En otras palabras, las políticas climáticas y la acción del país necesitan "mejoras sustanciales para ser coherentes con el límite de temperatura de 1,5 °C del Acuerdo de París". Y el estudio concluye que "si todos los países siguieran el enfoque de Arabia Saudí, el calentamiento llegaría a más de 2 °C y hasta 3 °C" a finales de siglo.

El aliado Trump

El máximo negociador del reino, el ministro de Energía, el príncipe Abdulaziz bin Salman Al-Saud, no lo ve así. En la última cumbre, la COP25 de Madrid, Arabia contaba con los Estados Unidos de Trump para protegerse de las presiones diplomáticas con tendencia a eliminar los combustibles fósiles.

La reacción del ministro de Energía árabe al mencionado párrafo 19 fue muy clara en la intervención abierta que el pasado miércoles hizo a la COP: "Es imprescindible reconocer la diversidad de soluciones climáticas y la importancia de la reducción de emisiones tal y como se estipula en el Acuerdo de París, sin ningún sesgo a favor o en contra de una fuente de energía en particular", dijo, en un ejercicio de retórica diplomática cercano a la filigrana. Los más de 200.000 millones de dólares que el reino saudí sacó de las exportaciones de 2019, el año antes de la pandemia, justificarían tanta cautela. Lo que dijo a continuación fue: "Lo que habéis sentido [que Arabia bloquea el acuerdo por la mención a los combustibles fósiles] es una denuncia falsa, una trampa y una mentira". Y a continuación negó que los combustibles fósiles sean el motor principal del cambio climático: "No, creo que habrá un buen camino a seguir. Y tendríamos que utilizar todos los recursos siempre que nos juntemos para mitigar" las emisiones.

En el caso de Australia, el juicio de CAT es igual o todavía más severo: "El gobierno [australiano] parece decidido a sustituir los combustibles fósiles por combustibles fósiles: el presupuesto 2021-22 destina grandes sumas [52,9 millones de dólares australianos] a proyectos de infraestructuras de gas y una central eléctrica de gas [30 millones], sin ningún nuevo apoyo a las energías renovables ni a la electricidad ni a los vehículos".

Pero hay otros países que, de forma más sutil, también han ensuciado la cumbre. Sin ir más lejos, el Reino Unido, que tiene la presidencia. En tanto que anfitrión, que todavía apoye proyectos fósiles contaminantes ha sido, cuanto menos, una mancha: Tiene en cartera el nuevo campo de petróleo de Cambo, en las islas Shetland, una nueva mina de carbón en Cúmbria y un enorme proyecto de gas en Mozambique.

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