Menores

Aumenta la agresividad entre los menores: crecen los delitos violentos y los conflictos en el aula

La Fiscalía alerta de la banalización de la violencia y los psicólogos de falta de comunicación para gestionar la impulsividad

Adolescentes en la entrada de un instituto
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BarcelonaLa denuncia por una agresión sexual en grupo de ocho adolescentes a una menor de 13 años en Alicante o el ataque con cuchillo a tres profesores y un alumno de Jerez por parte de otro estudiante de tercero de ESO son solo dos de los ejemplos del aumento de delitos violentos entre menores. Aunque la gran mayoría de las infracciones cometidas por los adolescentes de entre 14 y 17 años son hurtos –sin violencia– o lesiones, los robos con violencia y las agresiones con navajas u otras armas siguen creciendo. La Fiscalía de Menores ha detectado un "enquistamiento de los comportamientos violentos" en general en todo el Estado y, en particular, en las grandes ciudades, incluida Barcelona. Los intentos de homicidio y los homicidios consumados cometidos por menores han aumentado un 14% en 2022 respecto al año anterior, los robos violentos un 6% y las agresiones sexuales se han disparado un 45% en tan solo un año.

Uno de los factores que más preocupan a la Fiscalía de Menores –que es quien asume la investigación de los delitos cometidos por menores de 18 años y propone el circuito penal– es que cada vez hay más "violencia gratuita" entre los jóvenes. En este sentido, insta a "hacer una profunda reflexión sobre la ausencia de importancia y la banalización que los menores otorgan al uso de medios y métodos violentos en su comportamiento social".

Este aumento de la violencia entre los más jóvenes también lo refleja la última encuesta de convivencia escolar y seguridad en Cataluña. El estudio, realizado a partir de las respuestas de más de 10.000 alumnos durante el curso 2021-2022, concluye que el 64% de los estudiantes son víctima de algún tipo de violencia. En este sentido, preocupa sobre todo la situación en la ESO, donde el porcentaje de adolescentes que han sufrido violencia ha aumentado 17,5 puntos desde 2017.

"Hemos notado un aumento significativo de casos de familias que vienen a la consulta porque notan un incremento de las conductas impulsivas de los hijos", explica la psicóloga infantojuvenil y coordinadora del Grupo de Trabajo de Psicoterapia Relacional del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya, Margot Fusté. Añade que existen dos causas principales tras esta agresividad: "Por un lado, es una expresión emocional de una forma totalmente desadaptativa que expresa una falta de recursos para conseguir lo que se desea y, por otra, es un resultado de la época en la que vivimos. Adultos y menores lo queremos todo ahora, hemos perdido la capacidad de espera y esto hace que la reacción ante una frustración sea del todo desmedida y se pueda responder de forma violenta". En el caso de los centros escolares, estas reacciones violentas se traducen en burlas que sufren el 46% de los alumnos, al dejar de lado a compañeros (39,3%) y también en situaciones de violencia física (29,3%) e, incluso todo, en un 15% del alumnado que reconoce haber recibido comentarios o gestos de tipo sexual no deseados.

Poner límites, pero no de cualquier modo

Sobre posibles soluciones o medidas preventivas, Fusté insiste en que es necesario hablar mucho. Y eso a muchos alumnos no les es fácil hacer en la escuela o el instituto: el 40% de los que han sufrido algún tipo de violencia no se lo han explicado a ningún profesor. Y el diálogo no sólo cojea en esa dirección. Según la psicóloga, uno de los aspectos a intentar mejorar en los centros educativos es la comunicación con las familias. Y también hace una advertencia: "La educación en este sentido debe recaer en un 90% en casa y la escuela debe ser el lugar donde practicar lo aprendido".

Fusté también apunta que la entrada de los móviles en la vida de los adolescentes les ha acercado más referentes violentos y ha truncado la posibilidad de razonar sobre esta violencia con los menores. "Antes también veían situaciones de violencia, pero en televisión, muchas veces con un adulto junto a quien comentarlo. Ahora esta violencia la ven solos y se pierde este proceso de reflexión ante lo que observan".

La psicóloga también explica que una de las medidas más importantes a tomar en casa es saber poner reglas. "No debemos confundir poner un límite con ser agresivos", advierte Fusté, y destaca que los adultos también deberían dar ejemplo a los pequeños. "La agresividad es un comportamiento que se aprende. Si los niños ven que cada vez que sus padres quieren que hagan algo les amenazan o levantan el tono de voz, entenderán que mostrarse agresivo puede ser efectivo para conseguir lo que se quiere", concluye.

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