Del autoodio a la autoestima dialectal: el catalán occidental se reivindica
Referentes como Carles Porta, Lluís de 'Euforia' o Maria Climent ejemplifican el nuevo orgullo dialectal que va de los Pirineos al Ebro
Barcelona"Eres de Leiden?" Esta pregunta, con la e cerrada final, es una de las que más sacan de quicio Annabel Gràcia, filóloga e investigadora de la Universidad de Girona. "De entrada la pregunta parece inocua. La gente lo hace para hacer la gracia, como cuando empiezan a salar ya decir Las Islas. La primera vez ocurre, pero cuando insisten y te imitan... es molesto que hagan mofa, y también es muy indicativo". Indicativo del "desconocimiento de las tierras de Ponent –continúa–, del estigma del campesino que no ha salido de casa", y toda una serie de prejuicios que se han asociado a una forma de hablar de segunda.
Durante años el catalán central ha sido el acento omnipresente en los medios de comunicación y el modelo reproducido por libros y profesores. Las otras variedades dialectales han sido poco visibles o, directamente, maltratadas. Ponts), mientras sus hablantes intentaban dialectalizarse por los asuntos serios, como ir a la universidad, escribir libros o salir a las noticias. Sin ir más lejos, la futbolista felanitxera Mariona Caldentey se ha despedido del Barça en un intento de catalán central.
"A nosotros en la escuela nos hacían hacer análisis fonéticos en catalán oriental, cosa que era absurda, porque no sabíamos cómo hablaba la gente de fuera del pueblo –recuerda el músico de Flix Xarim Aresté–. Así que, cuando empecé a cantar, cantaba en oriental. No era ni consciente, me salía de natural cantar en un dialecto que no era el mío. Había una especie de sentimiento de inferioridad", explica.
En los últimos tiempos, sin embargo, también hay algunos indicios de que la sensibilidad dialectal está cambiando. Hay varios referentes de éxito que acompañan a esta salida del armario dialectal, en especial del catalán occidental, como el fenómeno Carles Porta y la serie Tor (que se subtitula en pallarés), pero también jóvenes como la influencer ebrenca Celia España y el músico leridano Lluís Sánchez, ganador deEuforia. Incluso los anuncios oficiales de la Generalitat los locutan con variedades distintas al central.
¿Por qué se han vinculado tantos prejuicios a los dialectos? ¿Es culpa de la academia, de los medios, de los hablantes? ¿Existe un cambio de paradigma? ¿Es posible el bienestar lingüístico de todos los catalanes?
Los complejos de los hablantes
"Igual que le pasaba a mi abuelo, que estudió en castellano y no sabía escribir en catalán, yo no sé escribir en ebrenc", confiesa Xarim Aresté, un músico que podríamos considerar pancatalán, porque hoy utiliza todos los dialectos exactamente como le conviene : "Los uso como una herramienta lingüística, de forma poética".
"Hace veinte o treinta años teníamos la sensación de que hablábamos una lengua de ir por casa, un catalán feo, que para natros estaba bien pero fuera debía disimularla –afirma la escritora Maria Climent–. A el instituto te enseñan a escribir algo que no se corresponde con lo que tú hablas, y entendías que podías hablar como quisieras pero tenías que escribir de esa manera. contradecir Tardé mucho en saber que podíamos escribir. mía y tuya, porque nunca estudiamos las formas aceptadas del dialecto, mientras que en Vinaròs, que está a veinte kilómetros al sur, sí que lo estudian", recuerda la ampostina, autora de Gina y En casa teníamos un himno, en el que maneja el tortosino (o ebrense), como antes lo había hecho Marta Rojals en Primavera, verano, etcétera.
"Está muy interiorizado que el catalán de Girona es el más bonito y es el bueno", dice Gràcia, que ejerce de profesora en Figueres. "A mí, cuando digo dos o cuando escribo charlando todavía hay alumnos e incluso profesores que me corrigen. No es mala fe; es desconocimiento de la normativa y de las demás variedades dialectales. Hay el oído poco entrenado y hay muchos prejuicios". Y es cierto que el conocimiento de las variedades dialectales siempre confluye en el central y rara vez va en dirección contraria: todo el mundo sabe qué es un zorro, pero quién sabe qué es una zorro?
Aprender las variedades
Es un pez que se muerde la cola: si no se enseñan acentos diversos y no se esparce la costumbre de hablarles y, por tanto, oírlos, costará que se normalicen y se prestigien estas hablas. Los expertos apuntan a que la academia, la escuela y los medios de comunicación han tenido un papel troncal en la nivelación lingüística, pero también pueden tenerlo ahora en la defensa de la diversidad.
La academia dio un primer paso para adaptarse a los hablantes del siglo XXI, que se identifican con su variante. En 2016-2017, el Institut d'Estudis Catalans ensanchó el estándar con la nueva gramática y la nueva ortografía catalanas, para albergar más riqueza geolectal, y lo hará aún más con el nuevo diccionario que está elaborando. "Es natural que inicialmente hubiera una pretensión de unidad, de homogeneidad, porque se quería una lengua monolítica para que fuera fuerte", explica Annabel Gràcia. Pero la filóloga cree que ya es hora de conseguir que "todos los hablantes se sientan cómodos y representados" sin que esto haga tambalear gota la unidad de la lengua. "No se trata de admitirlo todo, alerta, se trata de normalizar las variedades dialectales y difundirlas", defiende la autora deEsa lengua que quiero (Payés Editores).
La difusión es la clave de vuelta, porque el problema real es la distancia entre lo que dice la norma, que en buena parte ya acepta la variedad dialectal, y lo que se populariza y llega al hablante, que perfectamente puede desconocerse la. ¿Por qué? Por un lado, porque en los medios de comunicación tiene mayor peso el catalán central, por razones demográficas y de prestigio. "El poder administrativo, social, económico ha tenido una capital que es Barcelona, que es también donde están los medios de comunicación, sobre todo orales, y por tanto se ha vehiculado mucho más la variante central", expone el dialectólogo de la Universidad Rovira y Virgilio Pere Navarro. Durante años, los medios públicos, por activa o por pasiva, han invisibilizado la riqueza dialectal o incluso han contribuido a su estigmatización, lo que ya está cambiando con acentos como el de Carles Porta, Fátima Llambrich o Víctor Sorribes, y programas cómo Euforia o El pedazo.
Por otra parte, los docentes han sido soldados eficientes de la normalización lingüística, pero se han afanado en enseñar la misma lengua en Tortosa que en Olot, en el ámbito morfológico y léxico (fonética aparte). "Como el catalán viene de una época oscura en la que no se había enseñado, todo lo que hacía referencia a la lengua normativa era como un dogma, como un mandamiento, y romperlo era una traición. Si tú dices cantam y canto, pero en la escuela vehiculan las formas cantamos y cante, el hablante piensa que lo dice mal y que debe ser moderno y decir cantamos y cante", explica Navarro. "No se ha enseñado la normativa en toda la segunda dimensión polimórfica. [Los profesores] se encuentran más seguros con la variedad que aparece en los libros y sienten por los medios y, sin esa visión más diversa de las posibilidades de la norma, se generan prejuicios y percepciones de ilegitimidad", confirma el sociolingüista Miquel Àngel Pradilla.
El fin de la extrañeza dialectal
Que Lluís decidiera conscientemente jugársela con su acento de poniente en un concurso de prime time ya indica que existen brotes verdes en la sostenibilidad dialectal. Es lo mismo que hace Clara Viñals, del grupo Renaldo & Clara, que canta tal y como habla, "ni exagerando ni disimulando" al catalán occidental.
Xarim Aresté también siguió su instinto: "Me costaba mucho pensar que mi abuelo hablaba mal, porque lo veía como el más natural, el más puro, porque, como no había leído mucho, me parecía que era una lengua que venía de la noche de los tiempos".
El periodista balaguerí Francesc Canosa, director de la revista Horizontes, sube la graduación: "La palabra es orgullo. Desde la Cataluña occidental tenemos orgullo de hablar cómo hablamos, de forma natural. Muchos creemos que podemos construir el futuro desde cualquier lugar de Cataluña y eso pasa por ser como eres y, por tanto, por utilizar tu lengua", opina. Además, cree que ahora que "el catalán está en un momento funámbulo , las variedades, que mucha gente todavía desprecia o se jode, son el gran valor de futuro, también para el catalán, que aquí está natural". "Lo que antes eran minorías ahora pueden hacer decantar a una mayoría por el catalán", observa.
Pere Navarro también piensa que ahora "hay otra sensibilidad: el ecologismo también ha aparecido en la lengua, el interés por los productos kilómetro cero" Y añade: "Se había creado una mala conciencia al hablando, cuando lo que debería haberse hecho es hablar de registros, de adecuación, difundir las variedades, porque todas son igual de dignas. Pienso que hemos desatendido la lengua de los fundamentos, y sin la lengua de los padres y de los abuelos, no habría lengua de TV3 ni lengua de escuela".
"Ya entiendo que la escuela tiene trabajo suficiente, pero al igual que se trabaja el reciclaje y el feminismo, debemos poder trabajar por el bienestar lingüístico, que es parte del bienestar de las personas", sentencia Annabel Gràcia.