Bàsquet - Euroliga

Brandon Davies y una mochila de argumentos para no rendirse

El Barça se encomienda al pívot, que no ha tenido una vida fácil, para no tropezar contra el Zenit de San Petersburgo

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Àlex Gozalbo
5 min
Brandon Davies

BarcelonaCuando el Barça estaba en Tel Aviv para jugar contra el Maccabi, Brandon Davies recibió una noticia que lo dejó helado. Su mejor amigo, Tui, había muerto. Impactado por el deceso, el jugador del Barça se refugió en el baloncesto durante algunos de los días más duros de su vida. Unas semanas más tarde, el pívot fue padre y decidió bautizar a su hijo con un nombre que significa mucho para él: Enzo Tui Davies. Su rendimiento no solo no se ha visto afectado desde entonces sino que se ha convertido en esencial para un Barça que este miércoles (19 h, DAZN) juega el tercer partido de los cuartos de final de la Euroliga contra el Zenit de San Petersburgo (1-1).

Davies mide 2,08 metros y es afroamericano. Su madre, en cambio, es bajita y blanca. El actual jugador del Barça fue adoptado cuando tan solo tenía dos días de vida. Su madre, Linda Kathleen, viajó desde Utah hasta Filadelfia para formalizar los trámites. Después volvió a Utah, a Provo, donde crio al niño. "Mi madre biológica, que entonces tenía 16 años y de la que no he sabido nunca nada más, me dio en adopción a mi madre. De mi madre biológica solo conozco el nombre, pero al fin y al cabo ella hizo lo mejor para mi vida", asegura. Brandon tiene dos hermanos que nacieron en la India y también son adoptados. "Linda es una supermujer, lo ha dado todo por mí y por mis dos hermanos. Ella viajó de Utah a Filadelfia para formalizar la adopción y después volvimos a Provo, unos 80 kilómetros al sur de Salt Lake City, donde pasé mi infancia y adolescencia. Un año antes de venirme a buscar, Linda había adoptado a otro niño, a Stephen, que murió. Ella pensó que la familia no estaba completa y me adoptó a mí. Nunca se rinde", relata.

"Las fotos de familia son graciosas porque soy mucho más alto que el resto. Cuando vamos por la calle a veces la gente nos mira, pero me encanta mi familia. Nos vemos a menudo, puesto que mi madre suele venir con mi hermana por vacaciones o cuando se lo pueden combinar en el trabajo. Me encanta compartir ratos juntos hablando, aunque no hagamos nada en especial. Además, después de cada partido nos solemos llamar con mi madre si no es muy tarde. A ella le gusta sobre todo oír a sus nietos", reconoce Davies.

Fuera de la pista es un tipo coherente que intenta mantener sus creencias religiosas. "Practico la religión mormona. Aquí en Barcelona hay un buen espacio para practicarla cuando no me coincide con los partidos", destaca. Un día al mes hace ayuno, y el dinero que se habría gastado en la comida lo destina a alguien que lo necesita. Sobre la pista se transforma y tiene una capacidad de lucha que recuerda a la de Audie Norris. Además, los aficionados valoran la proximidad que el jugador exhibe en las redes sociales, donde tan pronto muestra imágenes del vestuario como de sus compras en Ikea o de sus bailes imitando al Príncipe de Bel-Air.

Cuando dudaba entre fichar por el Barça o hacerlo por el Real Madrid, Sarunas Jasikevicius le habló del club azulgrana y de Barcelona, y esto decantó la balanza. El rival blanco es, de hecho, una de sus víctimas predilectas. "Hacía tiempo que no veía a un jugador así. Puede jugar en todas las posiciones y lo hace todo bien: ataca, defiende y hace de todo”, opinó Svetislav Pesic cuando lo tuvo a sus órdenes. Un miembro del cuerpo técnico lo bautizó como Rambo por la cinta de pelo que utiliza y el apodo ha hecho fortuna. "Es un nombre que me gusta y me hace gracia", confiesa. En defensa, aporta una gran versatilidad. En ataque, es capaz de convertirse en un generador de juego desde el centro del ataque.

Las zapatillas de Brandon Davies

Davies tiene buena sintonía con Jasikevicius, que ya fue su técnico en el Zalgiris. "Me gusta hablar con el entrenador para mejorar y no perder la ética de trabajo y me quedo después de los entrenamientos haciendo tiros a cesta. Tenemos grandes jugadores, pero lo que más valoro: enormes personas que siempre están ahí para ayudarte. Sabemos que con nombres no se ganan títulos, tenemos que ir todos a una. Con quien más comparto sensaciones y comentarios sobre movimientos, jugadas y acciones de los partidos es con Nikola Mirotic, qué pedazo de persona... Siempre tiene tiempo para todo el mundo", explica.

"Me aburría como portero"

Antes de apostar por el baloncesto, Davies empezó jugando a fútbol en Provo. "Teníamos muy buen equipo y yo era bastante más alto que mis compañeros, pero era bastante rápido. Después de hacer pruebas para acceder pasé a jugar en el Utah Rangers FC. Pero al final tuve que dejar el fútbol porque era mucho más alto que el resto del equipo y perdí rapidez. Además, estaba cansado del fútbol, porque pasé de delantero a portero y me aburría mucho debajo de los palos. Todos mis amigos jugaban a baloncesto y entré en el equipo, donde jugaban mis amigos, pero me quitaron del primer equipo. Más allá de rendirme o de dejar el baloncesto, desde entonces me dedico a trabajar intensamente y cada verano intentaba lograr el nivel del resto", explica en una carta publicada en la web del Barça.

Brandon Davies

Después de probar fortuna en la NBA con los Clippers, los Philadelphia 76ers y los Brooklyn Nets, en enero del 2015 aterrizó en Europa por primera vez. Estuvo en Francia, en Chalon-sur-Saône, donde disputó ocho partidos. El curso 2015-16 se marchó al Varese italiano para volver a Francia, al Mónaco, el curso 2016-17. Su gran trabajo lo llevó al Zalgiris Kaunas en verano del 2017, donde estuvo dos temporadas. Davies, que tiene 29 años, quiere evitar las comparaciones con otros jugadores. "Intento ser la mejor versión de mí mismo", dice.

El norteamericano es un hombre de rutinas. "Antes de cada partido me gusta seguir una rutina. En los partidos de casa como pancakes, huevos y beicon para almorzar. Siempre llego pronto al Palau para estirar bien y poder hacer un buen calentamiento con los auriculares puestos. Escucho hip hop o rap, como por ejemplo Drake, reggae como Bob Marley y también una mezcla de diferentes estilos. Esto me hace sentir como si fuera el único del pabellón", confiesa el jugador, que poco a poco va aprendiendo idiomas. "Tengo ganas de aprender catalán cuando tenga el castellano más o menos fluido", avanza.

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