La canción 'Zorra': ¿empoderamiento o insulto?

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Empoderamiento mágico.

El triunfo de la canción Zorra de Nebulossa para representar a España en el festival de Eurovisión difícilmente conseguirá cambiar el sentido del insulto. Pero al menos habrá servido para evidenciar determinadas estrategias de presunta resignificación de palabras y de supuesto empoderamiento femenino que se amparan en el feminismo para vendernos la moto. La utilización de zorra busca el impacto comercial a partir de convertir en popular y festivo algo vejatorio e hiriente. La humillación y el daño que implica el insulto tiene que ver con el maltrato y el abuso. La misma canción habla de una historia en la que la agresión verbal la ha estado utilizando un hombre para someter y denigrar a una mujer, para hacerla sentir culpable de unas circunstancias que en realidad son un derecho. Que zorra se transforme en una explosión musical juega con la provocación de romper un tabú. Pero no es un tabú, es un término vulgar y muy popular de desprecio.

Se entiende la necesidad de exorcizar la rabia y el dolor que conllevan los ataques contra las mujeres, pero más que resignificar, lo único que hace la canción es sofisticar el insulto desde la más absoluta frivolidad. Se perpetúa el poder del insulto y, sobre todo, su importancia. Porque zorra, a pesar del orgullo de la Nebulosa cuando la canta, seguirá sirviendo para lo mismo, para denigrar a las mujeres. Un insulto como zorra o puta tiene múltiples capas de carga emocional. El significado es compartido, pero el dolor asociado a él es diverso. Transformarlo en un espectáculo musical es imponer una banalización en un ejercicio muy vacío de reivindicación. No se reapropia la palabra quien más derecho tiene. Y quizás no hace falta que nos apropiemos de insultos que se ha encargado al machismo de convertirlos en nuestra identidad.

Zorra canta a un empoderamiento mágico, que nace de la vejación. La canción solamente empodera el insulto y no las mujeres. Se suma a la tendencia que ahora todo nos empodera. Acabamos reduciendo el mensaje del empoderamiento a un ejercicio fácil, inmediato, a un gesto de propia voluntad, a un si quiero puedo de feria, a un acto de rebeldía instantáneo. ¿Cuál será el siguiente insulto a resignificar? ¿Subnormal? Cuando alguien suba a un escenario a cantar "soco subnormal" ¿se habrá solucionado la carga denigrante de este término? ¿Lo cantarán los niños en el autocar cuando vayan de excursión?

Hemos tenido que oír que un espectáculo de striptease es empoderador por la mujer que lo hace, que Bárbara Rey era una mujer empoderada para acostarse con el monarca y ser una estrella del espectáculo. Incluso un trabajo de manicura acaba proporcionando efectos mágicos en la autoestima de quien lo luce. Pero esto es como valorar la seguridad de un edificio por la fachada y no por la calidad de la estructura.

La canción es un ejemplo más de abusar del concepto empoderamiento en esta inercia de alimentarnos de lemas bonistas, más propios del postureo que del compromiso social real. Y de atribuir a circunstancias kitsch un estatus que a menudo no le corresponde gracias a ejercicios de nostalgia y épica. Twitch, la infratelevisión destartalada, se nos ha vendido como el futuro mediático, incluso del periodismo. Venerar y convertir en referentes sociales Veneno o Yurena ha supuesto, en algunos casos, un uso comercial de la sordidez que les tocó vivir. Y del Es superfuerte de Jósmar han intentado hacer un himno generacional después de versionarlo en Euforia.

Hay personas que sienten que estos empoderamientos y estas resignificaciones nos hacen una sociedad más divertida. Y quizás sí. Pero no siempre nos hacen una sociedad más justa, sino más bien una sociedad más superficial.

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