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Entre la ficción y la realidad: ¿por qué las mejores comedias juegan a engañarnos?

'El jurado' (Jury duty') es el último ejemplo del triunfo audiovisual del juego que rompe barreras

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Los protagonistas de 'Jury duty' ('El jurado')

BarcelonaHasta hace unos años, en el mundo audiovisual existía una frontera que limitaba los contenidos de ficción con los de realidad. Eran dos categorías separadas que el espectador podía identificar fácilmente. Sin embargo, desde hace un tiempo las líneas divisorias se han difuminado hasta hacer cada vez más habituales productos híbridos que fusionan realidad y ficción, muchas veces con fines humorísticos. El jurado (Amazon), una de las sorpresas televisivas de esta temporada, es una buena muestra de ello. Disponible en Amazon, es un claro ejemplo de cómo muchas veces las mejores comedias son aquellas que nos proponen confundir realidad y ficción.

Como explicaba Eulàlia Iglesias en su crítica publicada en el ARA, El jurado es un falso documental que desde un principio revela su condición a los espectadores: unos carteles explicativos detallan que el juicio que verán es falso, como también lo son el juez y once de los doce miembros del jurado. El duodécimo integrante, un chico con cara de buena persona llamado Ronald Gladden, es el único que no sabe que todo lo que sucede a su alrededor es mentira y, por tanto, todas sus reacciones son reales. Todos los participantes de El jurado son actores –excepto Gladden– y sólo uno de ellos es suficientemente conocido como para jugar a autoparodiarse. Se trata de James Marsden (visto en series como Westworld o hace años en Ally McBeal), que se ríe de sí mismo y que gracias a ello ha conseguido una nominación a los Emmy a mejor actor secundario (la serie ha conseguido otras tres nominaciones: mejor comedia, mejor guion y mejor reparto).

Las peculiaridades y excentricidades de todos los miembros del jurado hacen pensar en la extrañeza de los personajes reales que pueblan otro producto de culto como es How to with John Wilson (HBO), que está emitiendo su tercera y última temporada. En este caso, el espectador sabe que la producción siempre se moverá en el terreno de la realidad, pero los hallazgos insólitos de la cámara de Wilson hacen que la serie documental acabe funcionando prácticamente como una comedia. Cada capítulo –son de media hora– parte de una pregunta o preocupación de John Wilson, documentalista de Nueva York. Se plantea dudas aparentemente mundanas, como cómo encontrar un lavabo público o ser espontáneo, y para responderlas graba todo lo que va encontrando, entre otras cosas personajes tan curiosos que parece imposible que sean personas reales.

Uno de los productores de How to be with John Wilson es Nathan Fielder, que también ha jugado duro con la dicotomía realidad y ficción. La temporada pasada cogió a todo el mundo por sorpresa con Los ensayos (HBO), una serie en la que Fielder ayuda a personas que tienen situaciones pendientes de resolver. Su táctica para ayudarles es la siguiente: preparar, ensayar y recrear la situación en cuestión para estar seguros de que una vez ocurra en la vida real todo saldrá como quiere la persona implicada. Así, en el primer episodio, Fielder intenta ayudar a un hombre que hace años mintió a su grupo de compañeros de Trivial asegurándoles que tenía una formación académica que en realidad no tiene. El hombre quiere confesar la verdad a una de sus amigas, pero quiere asegurarse de que ella no reaccionará de forma indeseada: Fielder construye el bar donde quedarán ambos y contrata a un grupo de actores que se han estudiado los personajes reales para anticipar las posibles reacciones.

Otra de las joyas recientes del formato híbrido es La Tierra según Philomena Cunk, falso documental impulsado por Charlie Brooker (Black mirror). La cómica Diane Morgan interpreta el papel de la reportera de investigación (mal informada) Philomena Cunk, que entrevista a expertos reales y les plantea preguntas ridículas sobre la historia de la Tierra. Todos los especialistas que participaron en la producción sabían que las entrevistas eran falsas, pero se les pidió que se tomaran las preguntas en serio. El resultado es un falso documental con momentos absolutamente delirantes.

El falso documental, el formato preferido de las 'sitcoms'

Dos de los impulsores de El jurado son Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky, ambos ex guionistas de una de las comedias de referencia de los últimos 20 años, The office. La conexión entre ambas producciones se hace evidente en el tipo de humor, pero también en formato: El jurado se presenta como un falso documental, precisamente la misma pauta que seguía The office. La comedia liderada por Steve Carell, que era la versión americana de la homónima creada por Ricky Gervais, funcionaba como un supuesto documental sobre un grupo de trabajadores de una empresa de productos de papelería. La diferencia entre esta serie y El jurado es que en la primera todo el mundo que participaba sabía que estaba trabajando en una ficción: no había engaño posible.

Después de The office han sido muchas las comedias que han optado por un formato que hace cómplice al espectador haciendo que los personajes reaccionen o confiesen sus sentimientos mirando a cámara. Es el molde que siguió Parks and recreation, prima hermana de The office; la británica Twenty twelve, que seguía un equipo implicado en la organización de los Juegos Olímpicos de Londres 2012; o las más recientes Colegio Abbott, centrada en un grupo de maestros de una escuela pública de Filadelfia, o What we do in the shadows, las hilarantes aventuras y desventuras de un grupo de vampiros en la Nueva York actual. Todas ellas, al igual que ocurre en El jurado, logran triunfar mostrando las peculiaridades del ser humano de modo que el espectador se identifique como si fueran personajes reales.

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