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Albert Batet en la sesión de control al Govern en el Parlament, el 12 de marzo.
13/03/2025
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La sesión de control sobre Cercanías volvió a ser una previsible sesión de pim-pam-pum partidista, en la que gobierno y oposición trataron de darse mutuamente las culpas de un desbarajuste del que, en efecto, tienen derecho a sentirse todos responsables en la parte que les corresponde. Utilizar la dejadez y la desinversión como armas políticas es una estrategia pómez, pero eso es exactamente lo que se ha dedicado a hacer el nacionalismo español de estado en Catalunya desde hace décadas. La idea de Salvador Illa es revertir esta situación a su favor: si de la coyuntura política generada por la coincidencia de gobiernos socialistas en Catalunya y en España logra una mejora real de Cercanías, ya podrá presumir de haber conseguido más para Catalunya que los sucesivos gobiernos independentistas. Lo mismo vale para otras cuestiones sensibles, como la financiación o el catalán. De momento, lo que se vio y oyó este miércoles en el Parlament no invita al optimismo.

Al inicio del debate, el portavoz del grupo de Junts, Albert Batet, se desvió un momento del tema para introducir una cuña sobre la que, a su juicio, es "un paso de gigante en el autogobierno de Catalunya": el acuerdo de Junts con el gobierno de España sobre inmigración. Dejando a un lado que todavía no se sabe exactamente cuál es el alcance de este acuerdo, y que ambas partes lo explican de manera bien distinta (sucede también con la condonación del FLA por parte de ERC, y en general, con todos los acuerdos del gobierno de Pedro Sánchez con los independentistas catalanes), Batet quiso subrayar que sólo podría impedir este ''. Éste es uno de los argumentos preferidos por los partidos de derecha convencional a la hora de justificar acuerdos, pactos o diálogos con partidos de extrema derecha: la existencia de supuestos partidos "de extrema izquierda" que serían el equivalente a los del otro extremo.

Pero, ¿cuáles son estos partidos de extrema izquierda? ¿Sumar y Podemos en la política española? ¿La CUP y los comunes a la catalana? Hoy en día, éstos son partidos socialdemócratas con una agenda reformista, y pretender comparar su supuesto "extremismo" con el ideario ultranacionalista y xenófobo de Vox o Aliança Catalana es insidioso e ilegítimo. Extrema izquierda con cierto peso en la política catalana hace mucho tiempo que no hay (grupos como Arran están más cerca de la autoparodia que de otra cosa), y hay que felicitarse de que sea así, porque son una lata sectaria y dogmática inenarrable, maestros de la demagogia a cuenta de la idea, tan burguesa. Ahora bien, de extrema derecha sí que tenemos en balquena, y por desgracia todo hace pensar que tendremos bastante tiempo. Si el PP o Juntos no son capaces de hacer como la CDU en Alemania, Marche en Francia o los tories en Reino Unido (es decir, descartar taxativamente cualquier aproximación a la extrema derecha), ya lo harán con su conciencia y su dignidad. Pero que no intenten ponerse la venda antes de la herida con falsos paralelismos.

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