Bienestar

Frena, estás de vacaciones: "No estamos descansando, solamente cambiamos una actividad por otra"

Algunos consejos para poder desconectar de nuestras inquietudes y vivir con serenidad mental durante el descanso estival

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Un hombre descansando en una piscina en una imagen de recurso.

Barcelona¿Nunca os ha pasado que estáis esperando las vacaciones con ilusión y, cuando por fin llegan, os resulta imposible relajaros y desconectar? ¿O quizás vienen de repente un montón de pensamientos e inquietudes que durante el año teníais semienterrados en algún rincón de la mente? Durante el día a día has ido trampeando las horas entre el trabajo, la casa, las criaturas o cualquier otra ocupación que te ha quitado las horas de descanso, pero también las horas de darle vueltas.

Y de repente llegan las vacaciones y la mente juega una mala pasada. ¿Es posible evitar esta desagradable sensación? Para empezar, es necesario tener en cuenta que los humanos somos animales de costumbres. Esto significa que, para conseguir relajar nuestro cerebro, debemos realizar los cambios de forma gradual. Lo explica Ana Ibáñez, ex nadadora profesional y autora del libro Sorprende a ti mente (Planeta, 2023). “Si hacemos los cambios de forma brusca, le asustamos”, asegura la autora.

Entonces, ¿Se puede hacer una buena transición mental hacia las vacaciones? “Es necesario una mínima rutina, sobre todo en los primeros días, y establecer unas horas fijas para hacer cosas, como encontrar un rato para leer, otra para acabar algo pendiente, hacer deporte o lo que se quiera”, continúa. Se trata de establecer una rutina en la que, paulatinamente, el cerebro vaya entendiendo lo que significan las vacaciones, respecto a la rutina anterior. "De esta manera el cerebro se va relajando, porque hay que tener en cuenta que a él cualquier novedad le asusta mucho y nos provoca ansiedad porque cree que ese cambio no le irá bien", dice.

Nuevas ocupaciones

Según Ibáñez, las vacaciones son un gran momento para introducir nuevas ocupaciones en el ámbito intelectual por las que no tienes tiempo el resto del año. Sea leer un libro, escuchar podcasts que tienes pendientes o buscar algún tema de interés que quieras aprender. "Todo esto a tu mente le irá muy bien, porque es una manera de tenerla ocupada con algo agradable", asegura. Aparte de que también ayuda a darle un sentido a las vacaciones: “Nuestra mente siempre se calma mucho cuando hacemos algo que le da algún sentido, más allá de no hacer nada. Aunque sean unos minutos o una pequeña rutina, notarás que llenas ese vacío y te sientes mucho mejor”, continúa.

Modelar el estado de ánimo

Aunque estemos de vacaciones, es normal tener días en los que el estado de ánimo es bajo o sentimos emociones como la tristeza. La vida continúa, y no por estar en período vacacional debemos taparlas. Sin embargo, la autora del libro aconseja ser consciente cuando los sentimientos negativos no dejan entrar a los positivos. Por eso, recomienda centrarse en los pensamientos positivos y el efecto que te producen. Un ejemplo muy claro es el hecho de reír: “Aunque rías sin ganas, el cerebro apenas lo notará. Como mueves los mismos músculos que cuando lo haces de verdad, entenderá que estás alegre y empezará a producir alegría”, asegura. También resulta de mucha utilidad centrarse en cómo te hacen sentir las cosas que te gustan, o recordar situaciones que te han hecho sentir muy bien. Se trata de fabricar emociones positivas para despistar a la mente y hacerle creer que estás bien. Y, al final, lo estarás de verdad. "Es importante explicar a tu cerebro ya tu cuerpo que, aunque estés sintiendo tristeza, también puedes fabricar otras emociones más positivas", concluye.

Claro que hay personas para las que las vacaciones son lo contrario a no hacer nada. Son las que desde el primer día se marchan de viaje o inician una agenda llena de fiestas, encuentros y compromisos que dejan muy poco espacio al aburrimiento ya la improvisación. En este caso, según Ibáñez, el cerebro no percibe tanta diferencia entre la rutina laboral y la del período vacacional. “El cerebro teme al vacío, al «qué haré ahora»”, matiza. Por eso suele adaptarse mucho mejor a unas vacaciones frenéticas.

Pero ese supuesto bienestar mental es un engaño: "No estamos descansando, solamente cambiamos una actividad por otra", asegura Ibáñez. Ante este posible panorama, la autora aconseja que, a pesar de las actividades programadas, tengamos tiempo para generarnos una “burbuja personal”. “Deberíamos asegurarnos de que, en algún momento del día, podamos quedarnos un rato con nosotros mismos”, continúa. La idea es podernos visualizar durante unos minutos dentro de una burbuja transparente y confortable donde solo estemos nosotros. “Allí dentro podemos hacer unas buenas respiraciones, escuchar una canción que nos guste o tener pensamientos que nos hagan bien. Pongamos por el caso de que te has ido de vacaciones y tienes un familiar enfermo que no estás pudiendo cuidar, pues dentro de la burbuja puedes tener pensamientos de amor y de enviar energía hacia esa persona. O si no puedes estar con los hijos, puedes tener un momento de recogimiento y de pensar en ellos”, pone de ejemplo.

Finalmente, Ibáñez reivindica que es necesario normalizar que es muy difícil que el primer día de vacaciones ya nos sintamos bien. "Es una transición gradual hasta que no llegas a sentir esa fluidez que quieres conseguir", remarca. Asimismo, asegura que a la vuelta de las vacaciones el cerebro también pasa por el mismo proceso de cambio. Por eso, recomienda que en los últimos días de vacaciones se empiecen a introducir pequeñas rutinas para que el cerebro se pueda ir regulando hacia la nueva etapa que vendrá. Pero esta ya es otra historia.

Jugar a desenfocarse

En el libro Sorprende a tu mente (Planeta, 2023), Ana Ibáñez propone jugar al juego de “enfocarse y desenfocarse”. Un ejercicio que asegura que le va muy bien al cerebro. "Cuando nos desenfocamos, conseguimos activar el sistema parasimpático y relajar el cerebro", explica. Por eso, aconseja coger el libro que tenemos en las manos, sostenerlo delante de nosotros y, mientras enfocamos la mente hacia el libro, imaginarnos que vayamos siguiendo las horas del reloj a su alrededor. “Se ha descubierto que, cuando pasas tu visión periférica por ese círculo borroso mientras mantienes la imagen nítida del libro en el centro, desactivas tu córtex prefrontal izquierdo y activas el derecho. Al hacerlo, el cerebro cede el control y se deja fluir en estados de mayor divagación mental”, se explica en el libro.

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