Laia Ribas: "¿Cómo harías una sociedad si pudieras empezar de cero?"
Investigadora del CSIC en el Institut de Ciències del Mar
BarcelonaEn abril, un grupo de investigadoras catalanas integraron la primera misión de Hypatia, un proyecto que explora cómo sería una vida futura en Marte. Durante dos semanas realizaron diferentes experimentos aisladas en una instalación que reproduce algunas de las condiciones, altamente hostiles, que nos encontraríamos en el planeta rojo. Laia Ribas, investigadora del CSIC en el Institut de Ciències del Mar, fue una de las integrantes del equipo, formado íntegramente por mujeres. “La idea también era fomentar la presencia de chicas en las disciplinas STEM [ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas]. En el ámbito europeo, en las carreras de matemáticas sólo hay un 20% de mujeres; en las carreras del espacio el porcentaje baja aún más, y si miras al global de astronautas que han podido caminar por el espacio, sólo ha habido un 7% de mujeres".
El contacto con el mundo espacial ya le había llegado un poco antes, en 2019, cuando la invitaron a participar en un proyecto que debía diseñar cómo sería una ciudad poblada por humanos en Marte. Ingenieros, arquitectos, astrofísicos, biólogos se reunían alrededor de una mesa para pensar no sólo cómo serían los edificios, la alimentación o los transportes sino también cómo cambiaría la idea de comunidad en un planeta muy diferente al nuestro: "¿Cómo harías una sociedad si pudieras empezar de cero? Si algún día nos podemos establecer en Marte, tengamos claro que allí los recursos serán mucho más limitados y que tendremos que tener una vida mucho más austera. El tema del agua, por ejemplo: en el desierto de Utah logramos vivir con 13 litros de agua por día y persona, mientras que aquí el consumo medio es de 130, y en un hotel, de más de 300. Estudiar el espacio te hace ver cómo lo estamos haciendo de mal en la Tierra”.
En aquella ciudad imaginaria, bautizada como Nüwa, los habitáculos estaban insertados en acantilados para protegerlos de la radiación y de los meteoritos, y una de las propuestas de Ribas fue convertir a los peces en un elemento básico de la alimentación : “La dieta sería fundamentalmente vegetariana, y la proteína la aportarían las gallinas, los insectos y los peces”. De hecho, la especialidad de Ribas es la acuicultura. Durante años ha estudiado cómo influyen factores externos como la temperatura, la densidad o las infecciones en la reproducción de los peces: cuanto más caliente es el agua y más densidad de peces hay –explica– más machos nacen. Ahora, a raíz de su aventura espacial, también investiga qué influencia tienen los cambios en la gravedad. Los peces de laboratorio –suele trabajar con peces cebra– pasan horas en una pequeña máquina giratoria que parece sacada de una película de ciencia ficción: “Conocí a un científico francés que está estudiando cómo llevar peces a la Luna, como les afectaría el movimiento del viaje… Es bueno saber que no estoy sola en esto…”, bromea.
En realidad, uno de los principales problemas de la vida humana en Marte es precisamente la gravedad, que en el planeta rojo es mucho menor que la de la Tierra. “Se hizo un estudio con dos hombres gemelos, uno que viajó al espacio y el otro que se quedó aquí. Después se les realizaron análisis moleculares y se vio que había cambios importantes en el sistema inmunitario. Lo que ocurre es que todavía tenemos pocas muestras para estudiarlo”.
Hablar de Marte aún no se sabe si nos sitúa más cerca de la investigación o de la ciencia ficción: “Se hizo una cronología para Nüwa: el 2050 podrían vivir unas 1.000 personas y en 2075 unas 100.000, pero claro, eso está por ver. Primero debemos llega allí, que no es fácil, porque viajar a Marte son seis o nueve meses. Imaginémonos viajes masivos de esta duración”. Durante el proyecto, además, surgieron algunos dilemas existenciales difíciles de resolver: “¿A Marte quién debería ir? Seguramente sería gente joven, que querría tener hijos. ¿Y eso sería ético?” Los hijos ya serían marcianos.