Mundial Qatar 2022

Hugo Lloris, el yerno ideal de toda Francia con sangre catalana

El portero francés es hijo de una buena familia de Niza, invierte en negocios y participa en actos solidarios

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Hugo Lloris, portero de la selección francesa

BarcelonaGran parte de los jugadores que todavía aspiran a ganar el Mundial provienen de familias humildes. En muchos casos, se trata de hijos de inmigrantes que marcharon de casa buscando una nueva vida, como les pasa a los franceses o a los marroquíes. Algunos jugadores, como el croata Lovren y el francés Camavinga, huyeron de guerras en los Balcanes o en Angola. Y en el caso del portero de Francia Hugo Lloris, fueron los abuelos paternos los que huyeron de una guerra. En este caso, de la Guerra Civil Española, porque eran catalanes.

Hugo Lloris (Niza, 1986) ya es el futbolista que más veces ha defendido la camiseta de la selección francesa. Debutó en el lejano 2008 gracias a un técnico que también tiene raíces catalanas, Raymond Domenech, y poco a poco ha ido trazando su camino. Primero superó a Fabien Barthez como el portero que más veces ha ocupado la portería francesa. También pasó por delante al actual seleccionador Didier Deschamps como el hombre que ha llevado el brazalete de capitán más veces. Y después del partido contra los ingleses, ya ha adelantado a Lilian Thuram para encabezar la lista de jugadores con más partidos oficiales, 143. Y ahora aspira a revalidar el título conseguido en 2018 en Moscú. Ninguna selección lo logra desde Brasil en 1962.

Pero la historia de Lloris es diferente de la de sus compañeros de equipo. Si buena parte de los jugadores son nacidos en el seno de familias de inmigrantes en barrios modestos, al portero no le ha faltado nunca de nada porque su padre, Luc Lloris, era un banquero que hizo fortuna en Montecarlo, en el Principado de Mónaco. Los Lloris vivían en un barrio acomodado al oeste de Niza, donde tanto Hugo como su hermano afrontaron el dilema de decidir si optaban por el tenis o por el fútbol como el deporte al que dedicarse. El actual portero del Tottenham Hotspur era bueno en los dos deportes, cuando era joven, y tenía ofertas para dedicarse a la raqueta en el club de tenis Des Combes. Pero optó por el fútbol y se formó en el Niza antes de pasar al Olympique de Lyon, donde se haría un nombre. Y siempre, al lado suyo, estaba su padre, que se encargaba de gestionar los primeros contratos y negociar por él. En un fútbol donde los representantes cada vez tienen más peso, los Lloris tardaron en tener uno porque el padre se encargaba de la parte económica de la carrera de su hijo. Y este siempre ha confiado en el criterio de su padre para invertir el dinero que ha ganado.

Los padres de Lloris eran hijos de la República Francesa. Gente que había construido su carrera para hacer dinero, que creía en la meritocracia y la disciplina. Mientras el padre era banquero especializado en gestión de patrimonios, Christine, la madre, era abogada en un bufete inglés con sede en Mónaco. Se conocieron así, gestionando inversiones extranjeras en el pequeño Principado, pero teniendo claro que querían hacer vida en Niza. Querían que los hijos hicieran deporte, pero no se esperaban que tanto Hugo como su hermano pequeño Gautier acabarían siendo futbolistas profesionales. Cuando el Niza pidió a los padres fichar al joven portero, que entonces jugaba en un club de barrio llamado Cedac, los padres dijeron que no porque la prioridad eran los estudios. La insistencia del Niza y del niño, que ya quería ser portero, les obligaron a llegar a un acuerdo: llevarían a Hugo a entrenar con el Niza siempre que siguiera estudiando con buenas notas en la escuela escogida por sus padres. "Soy disciplinado y se lo debo a mis padres. Estudiaba por la mañana y entrenaba por la tarde. Y en el fin de semana tenía partido, pero también clases de repaso e idiomas que mis padres querían que hiciera", explicaba Lloris, que lloró la muerte de su madre hace pocos años debido a una enfermedad. Con 17 años, el joven portero aprobó la selectividad con buena nota y pocos días después era campeón de Europa sub-19 con la selección francesa.

El recuerdo de su madre

Cuando llegó la primera oferta para tener un contrato profesional con el Niza, los padres dejaron por primera vez que fuera el hijo quien tomara una decisión: ir a la universidad o ser futbolista. Escogió la segunda, pero con tal de que fueran los padres los que controlaran los contratos y lo aconsejaran siempre. La familia siempre ha sido clave en la carrera de un hombre que recuerda a su madre como un ejemplo, una mujer que marcó su camino en un ambiente en el que casi todos sus compañeros de trabajo eran hombres. Christine incluso siguió trabajando en el hospital cuando ya estaba muy enferma. "Siempre decía que había que trabajar y mirar al futuro", argumentó Lloris cuando decidió jugar un partido liguero tres días después del funeral de su madre. No le marcaron ningún gol.

Lloris, que ya hace años que juega en Inglaterra, en el Tottenham Hotspur, se ha convertido en uno de los héroes de Francia. El capitán perfecto, el yerno que tantos franceses querrían porque es un hombre con pocos escándalos, más allá de un positivo por haber bebido demasiado después de una cena en Londres y, recientemente, por la decisión de no querer llevar un brazalete a favor de los derechos de la comunidad LGTBI. "Espero que los inmigrantes que llegan a Francia se integren y respeten los valores de nuestro estado, por lo tanto tengo que respetar las tradiciones cataríes aunque no esté de acuerdo", se justificó. Cuando su ciudad, Niza, fue el escenario de un grave atentado terrorista en 2016, fue para estar en primera fila en los actos de homenaje a las víctimas junto al alcalde, el mismo que lo había casado por la vía civil en el Ayuntamiento con Marine, a la que conoció en el instituto. Los dos han participado en otros actos para recordar a los muertos en el atentado en el paseo de los Ingleses de Niza y también dan dinero a una fundación que investiga el cáncer y ayuda a niños que han quedado huérfanos. Y con el dinero que va ganando, ha invertido en una start-up llamada MyCoach dedicada a los entrenadores de fútbol. Lloris no ha podido estudiar como querían sus padres, pero se ha convertido en un futuro empresario mientras decide si quiere continuar en el fútbol cuando se retire.

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