El indulto y el reconocimiento de los presos políticos

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Perdro Sánchez al Liceo

El discurso con el que el presidente español, Pedro Sánchez, ha confirmado este lunes la concesión del indulto a los nueve líderes independentistas encarcelados desde hace más de tres años supone, de facto, el reconocimiento de que se trata de presos políticos. Si el indulto se hace, como ha dicho, "para abrir paso a la política", si se hace como reconocimiento a que los afectados "representan a miles de catalanes" que los siguen apoyando en las urnas, si se hace respetando sus objetivos políticos –"No esperamos que los que aspiran a la independencia cambien sus ideales"–, si el indulto es "un primer paso" para la reconciliación y la convivencia y para "un nuevo proyecto de país"... Si es todo esto, no hay duda de que Pedro Sánchez está situando a Jordi Cuixart, Jordi Sànchez, Oriol Junqueras, Carme Forcadell, Jordi Turull, Joaquim Forn, Dolors Bassa, Raül Romeva y Josep Rull como actores políticos sin la libertad de los cuales es imposible abrir una nueva etapa.

Este es un punto importante. Y no es casualidad que coincida, claro, con la demanda aprobada también este lunes por el pleno del Consejo de Europa –sin aceptar las enmiendas presentadas por el PP y el PSOE–, que ha instado a liberar a los "presos políticos" catalanes y a anular las euroórdenes contra los exiliados. Se trata de un revés a la justicia y al estado de derecho españoles, un revés que explica, en buena medida, el paso adelante y la aceleración que la Moncloa ha imprimido a la decisión de sacar adelante los indultos sin más dilación. Una decisión, sin embargo, que se tendrá que ver, más allá de la retórica sentimental con la que Sánchez lo ha envuelto en el Liceu –"Os queremos", ha dicho a los catalanes–, con el proyecto que contiene detrás. Y aquí, de entrada, se impone el escepticismo. Harán falta muchos más pasos valientes.

Porque los indultos son, sin duda, un gesto imprescindible para recuperar el diálogo político, pero no suficiente. La represión por el proceso soberanista afecta a muchas personas más, empezando por los líderes en el exilio, la situación de los cuales también denuncia el Consejo de Europa, y siguiendo por miles de ciudadanos represaliados, entre los cuales los 41 afectados por la persecución económica del Tribunal de Cuentas, unos servidores públicos que en los próximos días podrían tener que hacer frente a pagos millonarios. Hasta que no llegue una amnistía general realmente no se podrá pasar página para, tal como propone Sánchez, "recomenzar".

La apelación del presidente español a tener los pies en el suelo, su "Estamos donde estamos" inspirado en el poeta Martí i Pol, vale para todo el mundo: vale para el independentismo, claro, pero también para una clase política española que no puede seguir ignorando el consenso mayoritario y persistente en Catalunya alrededor de la voluntad de decidir democráticamente el propio futuro. Queda muy bien referirse a los valores comunes compartidos (europeísmo, pluralismo, estado social y de derecho, igualdad...), pero este no es el problema: el problema secular que hay que afrontar con valentía es la cuestión territorial, la plurinacionalidad. Con espíritu de concordia, sin duda, pero sobre todo con espíritu profundamente democrático: y por eso, sí, estaría bien mirar más a Europa.

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