Me llamo Coaner. ¿Cómo? C-O-A-N-E-R

BarcelonaVerano de 1979. Foto en blanco y negro. Un hombre joven vestido del domingo, con una hija de meses a hombros, pone ante la cámara sin mirar el objetivo. Detrás de ellos se abre un valle frondoso con un santuario en medio. Mi padre mira a la niña y parece que le esté diciendo: “Mira, todo esto es el valle de Coaner. Antes de que tú nacieras, yo siempre venía a correr por ahí y paraba a beber agua fresca de la fuente. Y pensaba: si alguna vez tengo una hija, le pondré el nombre de ese paraje que tanto me gusta. Pues bien, ahí te tengo”.

Verano de 2023. Foto en color. Coaner Codina se ha hecho mayor y vuelve a ponerse ante la cámara a los pies del mismo santuario. Ya no le acompaña el padre, sino que le rodean una veintena larga de chicas y niñas de edades diversas. Tienen un rasgo en común: todas se llaman Coaner. Y se encuentran una vez al año en ese rincón del Bages que les da el nombre. Lo hacen alrededor del 8 de septiembre, el día de las vírgenes encontradas. Coaner es una, como Queralt, Tura, Claustre, Foix, Ares o Bruguers, aparte de las más conocidas Núria, Montserrat y Meritxell.

Codina es la primera Coaner que consta en el registro. El historiador Bernat Comas ha hecho una búsqueda del nombre hasta el siglo XVI y no ha encontrado ninguna otra documentada. Detrás de ella han venido unas cuantas más y ahora hay 27 en el recuento informal que hace la asociación Amics de Coaner (más actualizado que el oficial del Idescat, que sólo llega hasta el 2019). “La primera vez que se puso ese nombre sorprendió mucho. Después fue funcionando y en los últimos años parece que ha habido un resurgimiento. ¡Se ha puesto de moda!”, ríe Josep Peramiquel, secretario de la entidad. De hecho, entre la primera Coaner y la segunda pasaron 14 años, y en toda una década sólo se añadieron otras dos. Pero en los últimos 10 años se ha puesto este nombre a 17 niñas. La mayoría, de Súria u otros municipios de la comarca, aunque el nombre comienza a esparcirse más allá del Bages.

Un nombre que te liga a un espacio

El día de la Fiesta Mayor de Coaner arranca con una caminata desde Súria. Son las 8 de la mañana y decenas de personas con pantalón corto y buen espíritu se reúnen en el Pla de la Font para subir hacia el valle vecino. Hacemos la ruta, de unos siete kilómetros, junto a Bernat Comas, que además de historiador es técnico forestal y nos ilustra, a partes iguales, sobre los orígenes de Coaner y el entorno privilegiado que le rodea. “La primera mención del topónimo Coaner aparece en el siglo X, en la forma latina Quovece Negro, que podría traducirse como bosque oscuro”, explica Comas. Hasta el XIX Coaner fue un pueblo independiente, y en el momento de máximo esplendor llegó a tener más de 200 habitantes. Ahora son una veintena, que viven en masías dispersas por el valle y pertenecen a Sant Mateu de Bages. En el casco histórico queda una torre del siglo X, vestigio de un castillo medieval; la iglesia románica de Sant Julià, que el próximo año hará 1.000 años que fue consagrada, y el santuario de la Virgen de Coaner.

“Es un valle muy tranquilo: no sientes los coches y el bosque está omnipresente. Se debe cruzar una riera hasta nueve veces para llegar al núcleo del pueblo. Es un lugar con mucho encanto que la gente de la comarca ha ido descubriendo en estos últimos años”, apunta Comas. Quizá por eso se han incrementado las familias que han querido poner ese nombre a su hija. Es el caso de Olga Triano y Marc Vicente, padres de la penúltima Coaner que consta (de momento) en el registro. “Yo tengo familia en Valls de Torroella, una antigua colonia textil de aquí al lado, y conocíamos el nombre. Vinimos un día a visitar el valle y nos gustó mucho”, dice la madre. Para Josep Peramiquel, padre de la cuarta Coaner, "los nombres de las vírgenes encontradas están muy arraigados en la tierra y en el país y la gente los identifica como cercanos". Pero más que el motivo religioso, la mayoría destaca su vínculo con el entorno. “Yo lo vivo desde el excursionismo, desde el lugar natural y el rescoldo que se ha generado aquí”, afirma Coaner Codina, para quien el amor al medio pesa más que el culto a la virgen.

Anécdotas de llamarse Coaner

Sin duda es un nombre que no pasa desapercibido y que "está lleno de anécdotas, cuando te encuentras con gente, cuando pasan lista en una clase… Siempre te invita mucho a explicar de dónde eres, el origen del nombre", comenta la Coaner número 1. En algunos casos, las batallitas comienzan incluso antes de nacer. “Cuando estábamos en la sala de partos y me pidieron cómo se llamaría la criatura, directamente les respondí «Dadme un lápiz que se lo escribo»”, explica divertido Josep Peramiquel. Otra de las jóvenes homónimas nos hace notar que el nombre se pronuncia muy parecido a las siglas inglesas Q&A (de Questions and answers, o preguntas y respuestas). “Tengo amigos que me llaman así en broma”, observa Coaner Adam.

Hay situaciones simpáticas, y otras que se hacen más pesadas, como tener que deletrear el nombre cada vez. En esto coinciden todas las Coaners y familiares de Coaners con los que hablamos. "Te preguntan si es un nombre de chico, si es de África, y tú debes explicar que no, que es de Súria", dice la Codina. La mayoría "se lo cogen muy deportivamente", opina Josep Peramiquel, aunque alguna Coaner nos confiesa que nunca reserva con su nombre "porque es un palo". "Yo siempre reservo con el nombre de Clara", admite Adam, que añade un punto de humor negro: "También me hace gracia que todavía no haya muerto nunca ningún Coaner".

Chocolate y foto de familia

El día de la fiesta mayor es el único momento del año en el que la talla de la Virgen de Coaner se traslada desde la iglesia parroquial de Valls de Torroella hasta el santuario que lleva su nombre. Bajo la mirada de la imagen románica, se celebra una misa que acaba con el canto de los gozos, momento álgido que reúne a devotos y ateos, que entonan en comunión: “De cielos y tierra aclamada / Reyna sou, preciosa Ester: / Siau la nuestra abogada / Virgen Santa de Coaner”.

En la explanada que se abre frente a la iglesia, las Coaners, sus familiares y otros vecinos de la zona comparten un delicioso chocolate caliente mientras retoman conversaciones de un año para otro. “El encuentro que hacemos es muy bonito, da mucha sensación de familia, de estar en casa. De momento todavía no es demasiado masiva y sabes quién vas a encontrar. Los comentarios se repiten año tras año”, explica Coaner Codina. Desde hace unos quince años, los Amigos de Coaner se encargan de organizar el encuentro, en el que aprovechan para explicar las mejoras y rehabilitaciones que se van realizando en el conjunto histórico. "Antes las abuelas que venían a la parroquia barrían y cuidaban el espacio, pero Coaner se ha ido despoblando y la creación de la asociación ha sido un mecanismo natural para que este lugar no se pierda", explica Peramiquel. La entidad busca "dar valor y proyectar la historia y el legado del pueblo" y, para ello, busca subvenciones y ayudas para restaurar y mantener el patrimonio.

Antes de terminar la jornada, todavía hay un vermut popular, un baile de sardanas y la foto de familia de Les Coaners, que cada año se amplía. “Hasta ahora nos ha sido muy fácil estar todas en contacto. Pero si se empieza a popularizar el nombre, quizás en unos años tendremos que construir un pabellón para poder meterlos”, concluye entre bromas Bernat Comas.

¿Cómo es llamarse Coaner?

Tengo un nombre singular y durante varios años viví siendo la única niña que lo llevaba y lo sentía como muy propio. Llamarse Coaner tiene un punto muy poético, por el espacio que representa, por el origen del nombre del lugar y por el vínculo emocional que te conecta con este entorno y su paisaje. Llevar ese nombre es una auténtica aventura, siempre hay anécdotas curiosas y mil historias en torno al nombre llenas de humor.

Soy la segunda Coaner, después de la Codina. Y me gusta mucho mi nombre: me arraiga a mamá ya los abuelos, que eran de Valls de Torroella. Yo vivo en Aviñón y allí soy la única que me llamo así. De entrada quizá repentina, pero una vez la gente la aprende, siempre más te relaciona. Eso sí, debes contarlo o deletrearlo cada vez. Si tengo que reservar mesa o pedir una pizza, cuando no tengo ganas de hablar, doy el nombre de mi pareja. Si no, me ocurre como el otro día, que al llegar al restaurante habían guardado la mesa a nombre de Juani.

A mí me gusta mucho mi nombre. Es algo único que tenemos muy poca gente. Además, como vivo en Barcelona, hay muy pocas. El encuentro que hacemos cada año lo vivo muy contento, porque no conozco a nadie más que lo haga, eso de reunirse con otras personas que se dicen igual. Lo único que no me gusta mucho es que a la gente le cuesta pronunciar mi nombre y siempre tengo que deletrearlo. ¡Una vez, jugando en grupo, me llegaron a decir José! Pero, sin embargo, mi nombre me lo quedo porque es único en el mundo, es especial para mí.

Yo me llamo Marc (soy el padre de Coaner) y tengo el nombre más común en Catalunya. En clase siempre éramos cuatro Marcos. Así que cuando Olga propuso ese nombre, voté a favor, porque así mi hija vivirá lo contrario de lo que he vivido yo. Además, es un nombre catalán y esto lo reivindicamos. Porque ahora ponemos a las criaturas nombres internacionales, o de Juego de Trons. Nuestra hija pequeña se llama Mont, que también es una virgen encontrada. Hemos decidido ponerles nombres de pequeños municipios como éste. Incluso en la perra, llamada Mura.