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Regreso a la Casa Blanca

Melania Trump, el misterio vuelve a la Casa Blanca

Apariciones contadas y sonoros silencios caracterizan la faceta pública de Melania Trump, la modelo eslovena nacida en el comunismo que ha acabado siendo la primera dama de EE.UU. menos convencional

Melania Trump haciendo un discurso con su marido detrás
18/01/2025
10 min
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BarcelonaNada queda del nombre original de Melania Trump, nacida hace 54 años bajo el régimen comunista en Sevnica, un pequeño pueblo esloveno de 5.000 habitantes que entonces formaba parte de la República Federativa Socialista de Yugoslavia. A lo largo de su azarosa trayectoria vital, la mujer que el lunes ocupará por segunda vez el cargo de primera dama estadounidense de la mano de Donald Trump ha tenido tantos nombres como vidas. Tantos nombres como papeles ha tenido que desempeñar para poder escalar socialmente. Tantos nombres como ha hecho falta para poder dejar lo más atrás posible el discreto piso en el que se crió, con vistas a las fábricas de Sevnica. Sin embargo, conocer todos sus nombres no significa conocer todas sus vivencias, ya que existen importantes lagunas en el relato vital de Melania que nunca han sido del todo aclaradas. Sobre todo, porque ella nunca ha perdido ni un momento en dar muchas explicaciones a pesar de la enorme atención mediática que ha recibido desde que su marido se postuló por primera vez para presidir EEUU, en junio del 2015. ~ BK_SLT_LNA~ El primer nombre de Melania fue Melanija Knavs, el que le pusieron sus padres. Hija de un representante de la firma de coches estatal yugoslava y de una patronista, ella y su hermana Ines se criaron con las limitaciones propias de ese régimen, algo que parece que pronto entendieron pero no quisieron rendirse. Así se refería a una antigua amiga suya de la escuela en la revista People en 2016, cuando Trump ganó sus primeras elecciones presidenciales: "Creo que puedo decir que Sevnica era demasiado pequeña para ella". "Incluso de niña soñaba con trasladarse. Era una excelente estudiante, muy organizada, disciplinada, con maneras muy refinadas", explicaba Mirjana Jelancic, que añadía que ya de pequeñas ella y su hermana aspiraban a protagonizar una carrera en el mundo de la moda, una como modelo y la otra como creativa.

Este sueño empezó a concretarse cuando Melania tenía dieciséis años y ya se había puesto su segundo nombre, que era la versión germanizada de su nombre original: Melania Knauss. Antes de trasladarse a Liubliana a estudiar la secundaria, Melania fue descubierta por un fotógrafo que la vio desfilar en un show escolar y la convenció para dejarse hacer una sesión fotográfica y para adoptar su nombre artístico de inspiración teutona . "Aún recuerdo lo alta y hermosa que era, su figura, y también su pelo. No tenía ninguna sonrisa en la cara porque era tímida y estaba asustada, pero le animé a que viniera al estudio", ha explicado sobre aquella Melania adolescente Stane Jerko, que le hizo el book que le sirvió para dar el salto a su nueva vida como modelo de éxito internacional, que viajaba por las semanas de la moda más importantes de Europa. Especialmente, Milán y París, donde acabó instalándose.

Con su segundo nombre oficializado y ya convertida en modelo profesional, Melania fue alcanzando algunos hitos dentro de la industria de la moda. Aparte de desfilar para grandes firmas europeas, en medios impresos, logró aparecer en portadas tan relevantes como la de Sports Illustrated o la de Harper's Bazaar. Pero aproximadamente una década después de haber hecho una típica carrera de modelo y ya residiendo en París de forma fija desde los 23 años, en 1995 se cruzó en una fiesta en Milán con Paolo Zampolli, copropietario de la agencia de modelos estadounidense Metropolitan Models. El italiano, que había venido a Europa en busca de nuevos talentos para su agencia, le ofreció cruzar el Atlántico e instalarse en Nueva York, donde él le haría de representante. Melania aceptó el ofrecimiento sin poder imaginar nada de lo que le esperaba en Manhattan ni de lo determinante que Zampolli sería para ella en el futuro más próximo.

Vacío en el currículum sentimental

A lo largo de toda esta primera etapa de la vida Melania y hasta llegar al momento en que conoció a Donald Trump no hay prácticamente datos sobre antiguas parejas. Por extraño que parezca, aquella joven modelo que destacaba por su belleza y viajaba por todo el mundo, no conoció a nadie que le hiciera el peso suficiente como para mantener una relación sentimental oficial. Sólo un hombre de su pueblo, llamado Jure Zorcic y empresario de profesión, consta como exnovio de Melania, tal y como él mismo explicó a medios eslovenos cuando ella debutó como primera dama. Posteriormente, Zorcic nunca ha hablado más de la relación que habría mantenido con Melania, que según algunos medios contrató a un abogado esloveno que le convenció para que callara para siempre, tal y como ha sucedido.

La de la vida sentimental es una de las grandes lagunas mediáticas de la vida de Melania. Aparte de Zorcic, no hay rastro de ningún novio de Melania cuando se hacía llamar Knauss de apellido. Quizás por eso resultaron tan relevantes las aportaciones que hizo en este sentido su excompañero de piso Matthew Atanian, fotógrafo de Marie Claire en esos momentos. Según recogen algunos medios, ella "nunca llevó a nadie a casa" pese a estar sola en Nueva York, donde no le había acompañado su hermana, Ines. Sobre esa etapa, Atanian ha explicado que Melania estaba entonces en el tramo final de su carrera de modelo, ya que no se había convertido en un top model y ya tenía una edad en la que plantearse conseguirlo no era verosímil. Dice Atanian que mientras caminaba con "pesos en los pies por casa" y comía "seis o siete piezas de fruta al día", recibía algunos trabajos de "segundo o tercer nivel", lo que le llevó a pedirle ayuda para aparecer en la cabecera para la que trabajaba. En ese contexto, dice que Melania no salía de fiesta como las chicas de su edad: "No estaba interesada en ir a bailar a clubs. Prefería salir a cenar al Harry Cipriani a las diez ya la una ya estaba en casa. Los hombres con quien salía acostumbraban a ser más ricos, de tipo europeo. playboys. Pero iban a cenar y ella volvía a casa antes que yo". De aquella época, sin embargo, no se conoce el nombre de ninguno de sus eventuales compañeros.

Una boda mediática

Esa ausencia de vida sentimental oficial acabó en seco cuando conoció a Donald Trump. El magnate, de 52 años, y ella, se conocieron por mediación de Zampolli, quien los presentó en una fiesta. Ella tenía 28 años y llevaba dos años en EE.UU. Trump, recién separado de su segunda mujer, Marla Maples, había acudido con otra mujer, pero eso no le privó de pedir el teléfono a Melania. La historia que ella contó sobre ese primer encuentro en Harper's Bazaar en el 2016 es que de primeras no quiso darle su número porque Trump estaba allí con otra mujer, pero que, en cambio, sí le pareció bien que él le diera el suyo. Al cabo de unos días, ella marcó uno de los muchos números que Trump le había dado para asegurarse de que le encontraría. Allí empezó todo.

En el 2005 la pareja se casó con una fiesta fastuosa a la que acudieron 400 invitados, con celebridades de todo tipo. El lugar de la celebración fue la sede del clan Trump, Mar-a-Lago, en Florida, donde Melania pudo lucir su traje de novia de 200.000 dólares firmado por la firma francesa Christian Dior. El anillo de compromiso de Melania estaba valorado en 1 millón y medio de dólares pero Trump dijo que sólo pagó medio porque la empresa que se lo vendió, la joyería Graff, le hizo descuento por la publicidad que le daría formar parte de su enlace. Y es que en ese momento, Trump tenía ya un alto perfil mediático porque –entre otras muchas iniciativas como publicaciones de libros– desde el 2003 protagonizaba The Apprentice, el reality show que le hizo más famoso y en el que también se anunció que se casarían.

Melania K.

Entre su llegada a Manhattan –en 1996, con 26 años– y se casó con Trump, Melania no dejó de trabajar. Y después de la boda, trabajó aún más, ya que la fama que le concedió ser pareja del magnate repercutió positivamente en su flujo de contratos. Uno de ellos fue el reportaje que en 2000 protagonizó para la edición británica de GQ, en la que aparecía desnuda y en el avión privado de lo que sería su marido. Lo firmaba todavía con su nombre de modelo. Sin embargo, otro nombre de la modelo había sido publicado unos años antes por un trabajo también sugerente. Es un reportaje de cariz erótico que protagonizó para la revista francesa para hombres Max Magazine, en la que la presentaban como Melania K. El reportaje fotográfico, de temática lésbica, se publicó en 1996 con unas fotos que el fotógrafo francés Alé de Basseville explicó que le había hecho nada más llegar a Manhattan.

Ambos reportajes han sido una losa para la cuarta Melania, ahora conocida como Melania Trump, que ha tenido que encarnar el papel de esposa de un presidenciable que debe ganar unas elecciones para un partido conservador y después el de esposa de un presidente de EEUU. Cuando en 2016 Trump se presentó a las elecciones estadounidenses, estos antiguos trabajos de Melania fueron usados ​​por sus detractores para desgastarle políticamente a él e intentar denigrarla a ella. Muchos pusieron en duda el supuesto conservadurismo de Trump, casado en tres ocasiones, la última con una mujer que había expuesto su cuerpo públicamente.

De hecho, la relación de Melania con su trabajo también ha sido polémica desde otra vertiente: la legal, que es una de las otras grandes lagunas de su historia oficial. Siempre han existido sospechas de que Melania, que llegó a EEUU como inmigrante, trabajó por primera vez en el país que su marido quiere blindar a la inmigración con un visado de turista en 1995. Ella, a través de un abogado, negó siempre esta situación y dio una versión oficial que dice que la sesión de fotos se hizo en 1996, con un visado B1, que sí que permite trabajar. Luego, afirma, tuvo visados ​​de trabajo hasta que en 2000 se nacionalizó. Los últimos en nacionalizarse fueron los padres de Melania, también con cierta polémica en el 2018. Al estar jubilados, sólo pueden haber entrado en el país por haber sido reclamados por su hija. Fueron señalados porque este método de inmigración en EEUU es muy criticado por Trump, que desprecia el término "reunificación familiar" y utiliza el de "inmigración en cadena".

Primera dama atípica

Pese a ese contexto adverso, Melania Trump llegó a la Casa Blanca en enero del 2017. Su papel como primera dama ha sido descrito por especialistas como "atípico" y "escaso" en comparación con sus predecesoras modernas. Melania, que ha impulsado el proyecto Be Best contra el ciberacoso y el abuso de los opioides, ha viajado por el mundo para defenderlo, pero ha quedado muy eclipsado por las polémicas que protagonizó cuando era primera dama. Por ejemplo, desechar la mano de su marido en público, llevar ropa completamente inadecuada en contextos oficiales, eliminar un jardín de rosas que Jackie Kennedy había creado en la Casa Blanca o haber copiado cuando hacía campaña por su marido en sus primeras elecciones un discurso de Michelle Obama.

Sin embargo, una de las controversias más virales del paso de Melania Trump por la Casa Blanca fue la filtración de un audio suyo en el que mostraba una cara muy distinta a la de la discreta y contenida primera dama de los actos oficiales en los que acudía. Su antigua amiga y colaboradora en la Casa Blanca Stephanie Winston Wolkoff, que escribió un libro dedicado a Melania en el 2020, cuando de su amistad ya no quedaba nada, filtró un audio de Melania en el que se la oía hablar con muy poco cuidado de los menores separados por Trump en la frontera y de la decoración navideña de la Casa Blanca que ella había presentado con una sonrisa años anteriores. "Estoy trabajando... rompiéndome el culo planificando la Navidad [...] ¿Sabes, a quién importan una mierda las cosas y las decoraciones navideñas?", decía la primera dama. Sobre los menores inmigrantes separados de sus padres y metidos en celdas por la policía decía sin mucha empatía: "¿Los niños dicen: «¿Tendré mi propia cama? ¿Dormiré en la cama? ¿Tendré un armario para mi ropa?». Es muy triste oírlo, pero no tienen esto en sus países, allí duermen en el suelo".

Una familia de cartón-piedra

En el libro de su amiga, llamado Melania and Me: The Rise and Fall of My Friendship with the First Lady, daba detalles de la personalidad de Melania, con quienes habían sido amigas durante quince años y para la que trabajó en la Casa Blanca durante dos años. Winston la describió como una mujer "pragmática" y con "piel de cocodrilo" que sabe muy bien con quien está casada porque no se inmutó cuando se filtró el "grab them by the pussy" de Donald Trump sobre las mujeres. Dice que una de sus máximas más habituales es "complacer a los demás no es mi prioridad", si eso implica hacer algún esfuerzo extra, y que en su llegada a la Casa Blanca tuvo como a prioridad boicotear a la hija mayor y más mediática de Donald Trump, Ivanka Trump, a la que califica irónicamente de "princesa". proclamación de Trump, que Winston organizó, Melania ordenó que Ivanka no apareciera de fondo en los planes que los cámaras hacían. Por deseo suyo, este fue el elemento central para organizar la posterior realización del evento. Melania, que no se instaló rápidamente en la Casa Blanca en el 2017 alegando que su hijo Barron –lo único que tiene ella y el único que Trump tiene con ella– tenía que terminar el curso escolar en Nueva York –entonces el niño tenía diez años–, dice que tardó en acudir a su residencia oficial porque exigió reformas en la Casa Blanca. "No me trasladaré a DC hasta que la residencia sea remodelada y redecorada, empezando por una nueva ducha y inodoro", dice Winston que dijo su examiga y ex jefe, a la que los hijos previos de Trump han bautizado como "el retrato" porque nunca habla en su presencia.

Del primer paso por la Casa Blanca de Melania ha quedado un largo rastro de tinta que ha proyectado sombras sobre el papel de primera dama que con tanto celo intentó que Ivanka no eclipsase. Quizá por una inclinación por el silencio que llevó demasiado lejos o quizás porque siente que, como dijo su amiga, no debe ninguna explicación a nadie, sus detractores le acabaron ganado finalmente mucho terreno en el ámbito del relato. Será por este motivo que ahora volverá al cargo con el trabajo realizado: una biografía ya publicada en la que intenta lavarse las manos de antiguas polémicas y uno reality show en Amazon Prime que todavía se está rodando y que promete "una historia auténtica" sobre la primera dama. Quizás esta obra intenta modular la imagen que ha quedado de la primera Melania. En principio, debería salirle bien, ya que juega en casa. Amazon Prime es propiedad de Jeff Bezos, multimillonario amigo de Trump que ha dado millones a su última campaña.

Melania ha sido la segunda primera dama de la historia de EEUU nacida fuera de EEUU, la primera que no tenía el inglés como lengua materna, la segunda de religión católica –su padre la bautizó a escondidas porque era miembro del partido comunista– y la primera naturalizada como ciudadana de EE.UU. Consciente de que su perfil es muy atípico, la flamante primera dama de Estados Unidos vuelve con la lección aprendida y después de haber sabido marcar perfil propio recientemente cuando calificó de "monstruo" al hombre que atentó contra Trump pero haber plantado cara a los más conservadores posicionándose a favor del aborto en su biografía. ¿Será Melania Trump el último nombre de Melania?

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