Primer paso para acabar con la ignominia del exilio
La secretaria general de ERC, Marta Rovira, ha podido pisar por primera vez en seis años las calles de Vic, entrar en su casa y abrazar a sus padres sin miedo a ser detenida. Las imágenes simbolizan el final de una pesadilla para ella y también para el resto de exiliados por la causa del Tsunami, que cayó como un castillo de naipes por un error procesal del juez Manuel García-Castellón, que intentaba perseguirle los por terrorismo. Es un primer paso todavía no definitivo, porque todavía quedan los exiliados de Bruselas, el expresidente Carles Puigdemont, el exconseller Lluís Puig y el eurodiputado Toni Comín. Cuando todos puedan volver en libertad, se podrá restablecer la normalidad política en Cataluña y poner fin a la ignominia de la represión desatada contra el independentismo. Catalunya necesita, en este sentido, pasar página y quitarse de encima esta losa para que todos los proyectos políticos puedan competir en igualdad de condiciones.
El exilio, sin embargo, deja lecciones muy importantes. Es de justicia reconocer el papel de Suiza como garante de los derechos y libertades de los catalanes que han ido a buscar refugio. La propia Rovira recordaba que el país helvético recibió presiones brutales al inicio de su exilio para que fuera extraída, pero que allí las autoridades la escucharon y vieron claramente que el suyo era un caso político y no de delincuencia o terrorismo. Es lo mismo que también han sabido ver los tribunales belgas o alemanes, que han cerrado el paso a las peticiones del Tribunal Supremo español, infligiendo así una humillación sin precedentes a la justicia española (y éste es seguramente uno de los motivos que explica la rebelde lión de los togados contra la amnistía). El exilio ha jugado un papel importante a la hora de dar a conocer la causa catalana en el mundo, generando complicidades y vínculos a escala internacional, pero la realidad es que no es tan evidente que se haya entendido igual dentro de Cataluña.
En su discurso ante el consejo nacional de ERC, Rovira ha expresado su deseo de recorrer el país para entender los malos resultados electorales de ERC y del independentismo en su conjunto. Es una realidad que el país ha cambiado mucho desde que la dirigente republicana cogió el camino del exilio en el 2018, y que el independentismo no ha sido capaz de ofrecer propuestas estimulantes ni de tener una mayoría operativa en el Parlament. El retorno de Rovira, pues, debe ayudar a realizar este proceso de autocrítica, constructiva evidentemente, para afinar en los diagnósticos, tanto por parte de ERC como del resto de partidos independentistas.
Mientras tanto, habrá que mantener viva la lucha en los juzgados para conseguir que la amnistía se abra camino y se aplique a todos sus beneficiarios potenciales, sabiendo que los tribunales más importantes, especialmente el Supremo, pondrán tantos bastones en las ruedas como puedan. Pero hay que persistir para empezar a superar la herida del 2017 y reconectar con una sociedad que reclama tanto dibujar horizontes como dar soluciones urgentes a los problemas de su día a día.