“Era una película de terror”: juzgan la muerte a tiros de un traficante al que querían robar marihuana
Los cuatro acusados del crimen en Tordera se enfrentan a 27 años de cárcel
BarcelonaHace unos años que la producción de marihuana en Catalunya mantiene en alerta a la policía por la violencia que lleva asociada. Que haya armas en las plantaciones cada vez es menos raro y los narcoasaltos tampoco son ninguna novedad. Es sólo un ejemplo el caso de que se juzga esta semana en la Audiencia de Barcelona. Rubén era una traficante que vivía en un piso ocupado de una urbanización de Tordera. Murió a tiros —una de las balas le perforó el pulmón— cuando intentaban robar la marihuana que guardaba en casa a su amigo, socio y vecino del piso de arriba, Alfonso, que también quedó herido por golpes.
La pareja de Rubén, Beatriz, lo vivió desde el piso de él, donde solía pasar los fines de semana. Allí estaba con su hijo de seis años y cuando salió al rellano primero vio al perro de Rubén, uno american bully de nombre Golfo, que estaba desangrado y herido de bala, y después su novio. "Me encontré una película de terror", ha recordado este martes en la sala del juicio, donde durante los próximos diez días las personas que forman el jurado popular escucharán los detalles del crimen, que tuvo lugar en junio de 2022.
En el asalto mortal al Rubén intervinieron presuntamente cinco hombres, pero en el juicio sólo hay cuatro acusados porque el quinto logró huir y la policía no lo ha logrado encontrar. En cambio, a los demás les pillaron solo 30 minutos después de que salieran del edificio gracias a la pista que les dio Beatriz, que grabó con el móvil la furgoneta con la que se escapaban. Los vínculos que todos ellos tuvieran con las drogas se evaluarán en otra causa, y el juicio de estos días se centrará sólo en el crimen y en las lesiones al Alfonso y al animal.
Lejos de poner en duda si los acusados participaron o no en el asalto, las defensas se amparan en que la investigación no ha sido capaz de aclarar quién disparó el disparo mortal. Uno de los abogados incluso aseguró que lo hizo el hombre que huyó. Así, las defensas intentan derribar la acusación de delito de asesinato que la Fiscalía atribuye a los cuatro procesados, para quien reclama 27 años de cárcel.
Más allá de quien apretó el gatillo, a juicio de la fiscal el delito se puede atribuir a los cuatro porque cree que todos actuaron conjuntamente con el objetivo de matar a Rubén. Habían quedado con él y Alfonso fingiendo que estaban interesados en comprar marihuana, y una vez en el piso presuntamente les atacaron con un arma de fuego y varias armas blancas, entre ellas una catana que había en el piso. Otro punto que las defensas intentarán rebatir durante el juicio es ese supuesto acuerdo entre los acusados para cometer el crimen. "A veces la muerte puede ser azarosa", ha dicho uno de los abogados. Las defensas también intentarán poner en duda a los testigos de Beatriz y Alfonso, que según avanzaron hoy "se contradijeron" en su primera declaración, supuestamente para intentar encubrir el tráfico de marihuana.
Un intento fallido
Este martes también han pasado por la sala del juicio la madre y el hermano de Rubén, si bien ninguno de los dos presenció el incidente. La mujer se enteró de la muerte de su hijo a través de su hermana, tras recibir una llamada en la que le avisaban de que el hombre estaba "muy mal". Tanto ella como el hermano del difunto han negado que estuvieran al tanto del negocio que el hombre hacía con la marihuana. De hecho, él ha explicado que hacía años que no tenía relación con su hermano y sólo sabía, porque se lo había contado Beatriz el día del crimen, que Rubén había estado involucrado unos días antes en un intento de robo de marihuana que no había logrado.
En cambio, ella no ha dado más detalles y se ha limitado a recordar que Rubén le había comentado que se planteaba robar una plantación: "Si lo hizo, no me lo dijo, porque sabía que yo estaba en contra".
La mujer ha centrado su declaración en explicar cómo vivió ese día. Recordó que sospechó de una furgoneta que estaba aparcada y con el motor encendido frente al edificio del Rubén, la misma en la que más tarde vio huir a los procesados. Desde el piso de Rubén, mientras él era una planta más arriba en casa de Alfonso, oyó ruidos, pero "no tenía claro ni siquiera que fueran sacados, porque parecían balas de fogueamiento o petardos".
"Lo que vino después fue un desastre", recordó. Algunos vecinos le ayudaron a poner una toalla bajo el cuerpo de su novio ya bajar al perro hasta la calle para poder llevarlo al veterinario. Tras varias intervenciones el animal sobrevivió.