Literatura

Presión para que el piso de Francesc Candel se convierta en casa-museo

Su familia no puede seguir manteniendo el espacio donde el autor escribió ‘Els altres catalans’ ('Los otros catalanes') y pide apoyo

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Francesc Candel

BarcelonaVisitar el piso donde vivió y escribió Francesc Candel es una experiencia emocionante. Sus hijos lo han conservado hasta ahora tal y como era en la década de los 60, cuando su familia residió ahí, antes de trasladarse a otro piso, en el mismo barrio barcelonés de Marina. "Subió a trabajar siempre, aquí, hasta que la salud se lo permitió", recuerda Maria Candel, su hija mayor y albacea del legado del autor de Los otros catalanes. "Fue aquí mismo, en este despacho, donde justamente escribió este libro", continúa. Encima de la mesa está la máquina de escribir que Candel usó durante mucho tiempo, y detrás, en un pequeño armario, varias estanterías con las primeras ediciones de la cincuentena larga de títulos que el autor publicó a lo largo de una trayectoria que empezó en 1956 con Hay una juventud que aguarda. El espacio consigue transmitir la atmósfera de una época desaparecida, durante la que Candel se consolidó gracias al superventas e influyente Los otros catalanes, un ensayo que por primera vez hablaba del choque lingüístico y social que supusieron las diversas oleadas migratorias en Catalunya, antes y durante el franquismo, y defendía la integración como la única salida posible para salir de la marginación en la que vivían hasta entonces. El mensaje aglutinador del escritor continúa siendo vigente y referente.

"La voluntad de la familia es que el piso acabe convertido en una casa-museo. Lo hemos mantenido hasta ahora, pero no podemos continuar así –dice su hija–. Ahora mismo estamos teniendo conversaciones con varias instituciones para intentar que el proyecto salga adelante. Lo único que pedimos es que, si el acuerdo prospera, el piso se pueda mantener igual, y que se puedan hacer visitas guiadas". Hay varios motivos que hacen especialmente interesante la conservación del inmueble, según Maria Candel: "Barcelona no tiene muchas casas de escritores, y todavía menos del perfil de nuestro padre. Este es un piso humilde, conservado igual que cuando él vivía aquí, y que se encuentra en el mismo entorno que aparece en sus novelas, cuentos y libros de memorias". "[La casa-museo] Sería un gran colofón para el barrio –continúa–. Se añadiría a la Fundación Paco Candel y a la biblioteca y el certamen literario que llevan su nombre".

Algunas de las carpetas con originales de la obra de Francesc Candel.

La gran voz de la inmigración

La familia ha hablado con el Ayuntamiento de Barcelona y el departamento de Cultura de la Generalitat, y está pendiente de reunirse con la Oficina Unesco de Barcelona Ciutat de la Literatura, con sede en el Institut de Cultura. "Es un espacio con valor patrimonial: mantenerlo es una responsabilidad cívica y social, y para nosotros, los hijos, también es una obligación moral", continúa Maria Candel.

Nacido en Cases Altes, en el País Valenciano, en 1925, Francesc Candel emigró con su familia a Barcelona cuando tenía 2 años. Tras una estancia breve a las barracas de Montjuïc, Candel se instaló en el barrio de Marina. Vivió ahí, en varios domicilios, durante el resto de su vida. "Paco Candel es la gran voz de la inmigración –dice su hija–. A través de sus novelas dio vida a una serie de espacios y de personajes que, si no hubiera sido por él, habrían quedado fuera de la literatura".

Catalogar el archivo de su padre

"Padre ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida –asegura Maria Candel–. Yo fui una niña de barrio, pero tenía un padre que enriquecía esta dimensión: era un gran lector, tenía una sensibilidad impresionante, siempre explicaba historias, hacía manualidades... y resulta que el paisaje real donde vivíamos acabó formando parte de su obra". Cuando Francesc Candel murió, en 2007, su hija dedicó unos años a ordenar y catalogar toda la producción escrita del su padre. "Necesitaba hacerlo yo –admite–. Era una forma de continuar en contacto con él". Los centenares de carpetas con los materiales están en la habitación del lado del despacho. "En función de cómo acaben las conversaciones y de lo que pueda pasar con el piso, irá a un lugar u otro: todavía no está decidido", explica.

Francesc Candel llegó al piso con su mujer y dos hijos en 1962. El inmueble, una vivienda de protección en la Zona franca, cuenta con una pequeña sala de estar –donde ahora está buena parte de la biblioteca del autor–, tres habitaciones, la cocina y el lavabo. En el pasillo todavía hay el teléfono de pared, uno de los primeros que se instalaron en el barrio. "Recuerdo que venía mucha gente a llamar a casa –explica Maria Candel–. Si cierro los ojos todavía puedo ver a padre diciendo a un amigo gallego que no hacía falta que gritara tanto, cuando hablaba por teléfono. ¡Le oirían igual!" En la misma habitación donde ahora está la producción literaria de Candel bien clasificada se encuentran centenares de libros dedicados y "obra gráfica de amigos como Cesc y retratos de Joan Martí". También los esbozos que hacía en la Escuela Massana. "Su vocación inicial había sido el dibujo, no la escritura", reconoce su hija.

Algunos tesoros inéditos del autor

En 2019 apareció en Debate el primer volumen de los dietarios de Candel, El gran dolor del mundo, que arrancaba en 1944 con la muerte de su madre, y se cerraba a finales de 1975 con el traspaso de Franco. “Quedan la mitad de libretas, aproximadamente, que cubren el periodo que va desde 1975 hasta 2004”, explica Maria Candel. Este es un proyecto que la hija querría que se pudiera publicar pronto. Pero no es el único. “La correspondencia continúa inédita –avanza–. Es interesante no solo por el contacto con autores de la época, sino también por los mensajes que recibía de presos, soldados y gente de barrio con problemas gordos”. Hay, también, un proyecto de novela, Piquete de ejecución, sobre “los fusilamientos durante la Guerra Civil”, que se “podría reconstruir”.

Algunos de los objetos de Candel que se conservan en su despacho.
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