El mundo pequeño de...

Oriol Millan i Guillem Fàbrega: "La principal mierda de ser gerundense es... ser gerundense"

Creadores del podcast 'Al Pou'

4 min
Guillem Fàbrega y Oriol Millan, que se autoproducen y autofinancian el podcast Al Pou, durante el cierre de la tercera temporada en el Casino de Girona.

GeronaEn la era del boom de los podcasts, en Girona nació en plena pospandemia en 2021 un programa grabado en directo que se ha ido ganando el corazón de los gerundenses (los de toda la vida y recién llegados) y que el martes cerró la tercera temporada con un lleno absoluto en la terraza del Casino Gerundense con Andreu Juanola de invitado especial. Lo firman en solitario -porque lo hacen solos absolutamente todo- dos ex compañeros de universidad, de piso y, en definitiva, de vida. Son Oriol Millan y Guillem Fàbrega, nacidos en 1987 en Girona pero crecidos en barrios muy diferentes. Uno, en el ambiente humilde de Santa Eugenia. El otro, en una familia vinculada al Opus Dei ya la escuela concertada Bell-lloc. "Somos antagónicos y al mismo tiempo nos llevamos muy bien. Es la gracia de la diferencia", señala Fàbrega.

Hablemos del podcast mensual En el Pozo, nacido desde el underground más absoluto al dúplex que comparten en la plaza del Pou Rodó de Girona - en pleno antiguo Barrio Chino, reconvertido en los últimos 30 años en apartamentos de lujo- y que se graba en directo en la enoteca con librería, bar y espacio cultural de Somia. Lo que empezó siendo un podcast de humor entre amigos se ha convertido en una conversación desenfadada con un invitado gerundense en el que le preguntan cuáles son las principales mierdas de su oficio. "Buscamos romper el statu quo de la comunicación catalana. Bajar las conversaciones del bar", dice Fàbrega. "Estamos muy contentos del clima que se crea con el invitado y la comunidad que se ha ido consolidando -remata Millan-. Lo mejor de todo es que nosotros no tenemos a nadie arriba. Nos lo autoproducimos y lo autofinanciamos todo: es el ' anarquía".

Entrevista de Guillem Fàbrega y Oriol Millan en Andreu Juanola durante el último programa de la tercera temporada en el Casino Gerundense.

Orgullo gerundense

Después de meses preguntando las mierdas del oficio a diferentes personalidades, sin ir más lejos hace un mes al alcalde Lluc Salelas, no podía preguntárseme a Fàbregas y Millan cuál era, según su punto de vista , la "mierda de las mierdas de ser gerundense". Es la encuesta que han lanzado la última semana en las redes y que ha suscitado todo tipo de reacciones. Desde tener que ser un GTV (Gerona de Toda la Vida) para ser aceptado a creerse la capital de Catalunya y ser la docena en el ranking. "Creemos que somos el centro del mundo y los más guays, que tenemos montaña, playa, la mejor gastronomía, hablamos el catalán muy bien... y vas a cualquier otro sitio y es un placer -dice Fàbrega-. Cuanto mayor me hago más me doy cuenta de que es una falacia al 100%". Millan, enamorado de la ciudad pero a la vez crítico, pide algo a sus aldeanos: "Hago bandera y la defenderé hasta la muerte, pero la gente debe salir de Girona". Para Fàbrega, fundador de la empresa audiovisual Rem Studio y socio de Lighthink Lab, el principal problema es que "Girona apalanca" y cada vez se hace más difícil salir de la zona de confort y conocer gente nueva.

Una ciudad cerrada

Quizás una de las críticas que recibe más quien llega como recién llegado a Girona: la dificultad de arraigar y conocer gente. "Cuando hablamos de la Girona cerrada, que cuesta entrar, me siento muy incómodo: no me gusta que me incluyan en este paquete porque me no siento así -dice Millan-. Les digo que vuelvan a Barcelona ". Fàbrega, en tono más conciliador, pide a los gerundenses que ayuden a romper ese estigma. Es lo que están haciendo los dos en el Casino Gerundense, durante muchos años club recreativo de la burguesía gerundense donde sólo podían entrar hombres hasta el 2006. Ahora forman parte de la nueva generación de jóvenes que han entrado como socios y que utilizan espacio como una sociedad gastronómica vasca, donde cocinan juntos. "La gente todavía tiene muchos prejuicios -detalla Millan-. Pero después pagan una cuota mensual en el gimnasio".

Los prejuicios

¿El "qué pensarán" es propio de la sociedad gerundense o bien de ciudades pequeñas y medianas? Para el tándem deEn el Pozo los prejuicios son uno de los grandes problemas de la ciudad: que la gente hable a escondidas de ti de lo que haces y no te lo comente en la cara. Según Fàbrega, "mucha gente no acabará haciendo cosas mirando lo que pensará la gente". "Hoy, comprando un croissant, un hombre mayores nos ha dicho: ¿qué, de resaca?", explica riendo Millan. Seguramente fue alguien que siguió el programa en directo desde el Casino, pero no vio su trabajo detrás de llevar decenas de sillas y montar todo el equipamiento técnico y sonoro. "Lo bueno del programa es la comunidad que se está creando y llegar a gente como esta", añade Millan, que se ha especializado en hacer de speaker en eventos deportivo, sean de baloncesto, trail running o competiciones de ciclismo.

Falta de movimiento

En una ciudad que tiene uno de los mejores festivales de teatro de Europa, un equipo de Champions, se ha convertido en meca del ciclismo y catapultó a uno de los principales líderes independentistas, para el tándem deEn el Pozo sigue faltando un verdadero movimiento underground. De hecho, consideran una anomalía que no haya más podcasts independientes como el suyo. "Cuando la gente dice que Girona es una ciudad aburrida, yo les respondo que quienes son aburridos son ellos", sentencia Fàbrega. Ahora bien, matizan mucho entre las iniciativas institucionales y las personales. Sea como fuere, En el Pozo tiene previsto seguir existiendo y arrancar una cuarta temporada en octubre. Mantener vivo el espíritu que nació mientras sus promotores estudiaban relaciones públicas en la UdG y continuaron desde Salamanca, donde terminaron la licenciatura. Porque, según concluyen, "la principal mierda de ser gerundense es... ser gerundense".

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