Cooperativismo

Los pueblos pequeños y los entornos rurales, cuna para nuevas cooperativas

En comarcas con baja densidad de población como la Alta Ribagorça o el Pallars Sobirà están apareciendo nuevas cooperativas. A la cabeza hay personas jóvenes y comprometidas con el territorio, que ven en este modelo una fórmula para frenar el despoblamiento

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Proyecto de arquitectura desarrollado por Coop d'Era, en Llagunes (Pallars Sobirà).

Si, cuando estás en Sort, coges el coche y subes la carretera LV-5223, pasarás junto a Altron. Es un pequeño núcleo de casas ubicado en el término municipal de la capital del Pallars Sobirà. Sólo tiene una calle y todavía no ha pasado nunca el coche que toma las fotografías para Google Street View. Si te adentras, encontrarás la iglesia de Sant Serni, un mecánico, un hotel de una estrella y una casa rural. Sin embargo, desde hace seis años, es también el municipio donde ha surgido Coop d'Era, una cooperativa de arquitectura comprometida con el territorio y con el entorno rural. Detrás hay un equipo de seis jóvenes profesionales con ganas de vivir la profesión de la arquitectura desde otro punto de vista: de forma asamblearia, horizontal, autogestionada y enredada con el territorio. A través de sus proyectos, buscan reducir la huella ecológica de los edificios vertiendo criterios de eficiencia energética y diseños bioclimáticos.

Distribució del nombre de cooperatives a Catalunya, per comarques

Cuando decidieron sacar adelante el proyecto, enseguida apostaron por el modelo cooperativo. "Nos hace sentir muy cómodos: damos importancia al trabajo en equipo, a los cuidados y al apoyo mutuo", explica al ARA Júlia Leigh, socia trabajadora de la cooperativa y miembro de la Red de Economía Solidaria (XES) Pirineo y Arán. Su apuesta contrasta con la tónica del sector de la construcción. "Es un ámbito que, por lo general, es competitivo, jerárquico, masculinizado y que prioriza la acumulación de capital", recuerda. Poner en marcha un proyecto con los valores de Coop de Era y hacerlo en un entorno con poca densidad de población no les ha sido sencillo. "Vivir de nuestra profesión de forma asamblearia y horizontal en el territorio del Alt Pirineu es todo un reto en el que todavía estamos trabajando", reconoce.

Sin embargo, Coop d'Era no es la única cooperativa que ha nacido últimamente –y que ha sabido consolidarse– en los territorios rurales y pueblos pequeños de Cataluña. Relativamente cerca, en la Seu d'Urgell, cada día levanta la persiana El Refugi. Es una librería cooperativa de pensamiento crítico y arraigada en el Pirineo. Nació hace tres años, de la inquietud de Miquel Albero y Eva Murcia, socios de trabajo del proyecto. "Comprobamos que en la Seu y alrededores existía un chup-chup cultural que podía dar sentido a nuestro proyecto, y hacerlo viable", explican a este diario. Ahora la cooperativa tiene ya más de 30 socios y socias colaboradores, que toman decisiones de forma asamblearia, colectiva y democrática. "Intentamos desarrollar unas condiciones laborales dignas, en las que la parte de los cuidados es fundamental: no nos centramos en el crecimiento sino en la sostenibilidad del proyecto", continúan.

Coop de Era y El Refugi comparten territorio y han creado vínculos entre ellas: ambas participan en la XES territorial. Coop d'Era también se ha encargado de la reforma integral del local de El Refugi. Por su parte, El Refugi también ha impulsado el espacio La Traça Cultural, junto con La Lluerna de Ripoll, otra librería cooperativa del territorio. La iniciativa invita a reflexionar sobre el acceso a la cultura que existe en los pueblos de montaña. "Ahora mismo, en el Pirineo estamos viviendo un buen momento, en lo que se refiere al estado del cooperativismo", valoran Albero y Murcia. Desde Coop de Era, lo comparten. "Poco a poco, va creciendo el modelo cooperativo en nuestra zona, que ya tiene experiencias cooperativas en el sector agrario y, más recientemente, en sectores vinculados a los servicios y al tercer sector", apunta Leigh. Explica que tienen que ver con muchas de las cooperativas de la zona y que entre ellas se ayudan.

Otra filosofía

El Pallars Sobirà es la segunda comarca de Cataluña con menos habitantes. Tiene cerca de 7.200. El Pallars Jussà tiene unos 14.000. El Alt Urgell, 20.200. Pese a la poca densidad de población, en los últimos años, en el territorio del Pirineo y Arán han florecido cooperativas de sectores muy diversos. Más allá de Coop d'Era, se encuentra Alba Jussà Pallars, un proyecto de agricultura social, en Tremp; Incorpórame, de servicios de limpieza ecológica, en Puigcerdà; EntreMons, de asesoría y consultoría, en Sort, y Officinalis, un equipo que trabaja para la planificación y la gestión del territorio, en Gerri de la Sal, por ejemplo.

Mayoritariamente, detrás de él hay talento joven. "Hay un elemento muy característico de la juventud que es proyectar el futuro e imaginar en qué mundo quiere vivirse", explica Eloi Serrano, director de la Cátedra de Economía Social y Solidaria del TecnoCampus-UPF, en Mataró. Para él, el estallido de las cooperativas en el mundo rural liderado por personas jóvenes se explica porque existe un segmento importante de jóvenes que no están cómodos en el mundo donde viven y quieren transformarlo, también, desde la economía. "Estas decisiones terminan teniendo un impacto positivo sobre el conjunto de la comunidad, por ejemplo, como antídoto contra el despoblamiento", apunta el experto.

El regreso al territorio

Desde las instituciones, existen proyectos como los Ateneos Cooperativos, que buscan fomentar la aparición de cooperativas en todo el territorio. Pero, ¿cuáles son exactamente los beneficios que puede aportar este modelo empresarial al mundo rural? "Desde Coop d'Era, aparte de dar respuesta a nuestra necesidad de autoempleo de calidad, queremos solucionar las necesidades del territorio donde vivimos, contribuyendo desde nuestro ámbito de experiencia", apunta Leigh, socia de la cooperativa. Explica que, en su proyecto, el contexto es un elemento que condiciona mucho su trabajo y que, día a día, trabajan para adaptarse a él. "Somos pocas personas en un territorio extenso", resume. Esto ha llevado a Coop d'Era a tener que ejercer un modelo de arquitectura muy amplio, pero con el compromiso de aportar siempre la visión pirenaica y arraigada.

Entre los ámbitos de trabajo que realiza habitualmente Coop d'Era se encuentran la arquitectura sostenible, el acompañamiento cercano, la vivienda en el mundo rural y el espacio público y el diseño participativo. "Proyectos como éste son una forma de facilitar el arraigo de las personas a un territorio en el que predomina el sector turístico y los trabajos temporales y precarizados", concluye Leigh.

Por su parte, desde El Refugi aseguran que aportan al territorio otra forma de hacer las cosas y de relacionarse, tanto con la gente como con el entorno. "También mostramos un modelo a seguir, sobre todo, para la gente joven", apuntan. Recuerdan que viven en una zona donde el despoblamiento es "preocupante" y donde "desgraciadamente, los distintos gobiernos apuestan por macroproyectos turísticos que lo único que hacen es destrozar el territorio y ofrecer trabajos precarios y estacionales". Entre los ejemplos, citan a los Juegos Olímpicos de Invierno. "La gente de aquí no quiere más turismo, sino tener una vida que pueda ser vivida con dignidad", asegura. En este contexto, creen que los proyectos cooperativos y basados ​​en los principios de la economía social y solidaria pueden aportar su granito de arena para avanzar el territorio.

Las reclamaciones

El número de cooperativas en los entornos rurales ha ido creciendo en los últimos años, pero ha crecido tímidamente. Por eso, desde el sector reclaman a las administraciones de proximidad, como los ayuntamientos y los consejos comarcales, que apuesten decididamente por acciones que potencien y ayuden sus proyectos. "Por ejemplo, podrían introducir la opción de la empresa cooperativa de forma transversal a las propuestas formativas oa los recursos de las agencias de promoción económica local, promover ayudas para la transformación de empresas y asociaciones en cooperativas o apoyar al organización de ferias locales y comarcales de economía social y solidaria", exponen desde El Refugi. La librería cooperativa de la Seu d'Urgell también les pide introducir cooperativas en la dinamización de los mercados municipales y fomentar el aprendizaje del cooperativismo en la educación primaria y secundaria, entre otros.

Por su parte, desde Coop d'Era, explican que es necesario dar a conocer el cooperativismo en el mundo rural. "Gran parte de los valores de la ESS y del cooperativismo beben de valores y formas de hacer del mundo rural, mientras que a veces parece que éstos vengan de la ciudad", explica Leigh. También apuestan por recuperar valores perdidos del mundo rural como elhacer comúny la organización comunal, la relación y el respeto por el entorno y la autosuficiencia. "A la vez, debemos apoyar y trabajar codo con codo con las cooperativas agrarias que, en muchos casos, han perdido esta referencialidad y éstehacercooperativo: a nivel de gobernanza y de dar respuesta a las necesidades del territorio podrían mejorar mucho", expresa. En definitiva, reclaman generar un relato donde el cooperativismo gane espacio y se pueda plantear como una alternativa al emprendimiento convencional.

Aljibe, el proyecto intercooperativo para reducir el gasto de agua en el mundo rural

En catalán, la palabra aljibe se utiliza para referirse a un depósito de agua destinado, específicamente, a recoger el agua de lluvia. Sin embargo, desde hace unos meses también es el nombre del nuevo servicio que han puesto en marcha las cooperativas Officinalis, Coop de Era y Jamgo. De hecho, tiene mucho que ver con el significado de la palabra. Las tres cooperativas han intercooperado para crear un sistema que facilita el aprovechamiento de aguas pluviales y la reutilización de las aguas grises, es decir, las que proceden de uso doméstico. La han financiado gracias a la línea de intercooperación de las subvenciones Proyectos Singulares, de la Generalitat de Catalunya.

Con la experiencia de las tres cooperativas, han desarrollado una herramienta online y gratuita que permite prever la dimensión que tendrán que tener los equipos de recolección del agua teniendo en cuenta parámetros específicos como la pluviometría del lugar donde se quiere instalar. También han creado una guía que recoge las principales dudas que pueden surgir a la hora de instalar Aljub y que sirve para sensibilizar a la ciudadanía sobre la necesidad de reutilizar el agua, que es un bien escaso. El documento está abierto y gratuito. Como tercera pata del proyecto, ofrecen servicios de asesoramiento y acompañamiento a los que se interesa, especialmente del mundo rural.

"Ha sido un buen motivo para trabajar juntas, conocernos más y confirmar que trabajar en red genera proyectos de mucha calidad por ser un equipo pluridisciplinar", explica Júlia Leigh, socia trabajadora de la cooperativa Coop d'Era y miembro de la Red de Economía Solidaria (XES) Pirineo y Arán. Es un proyecto pensado desde el mundo rural y el mundo rural. Coop d'Era es una cooperativa de arquitectos de Altron, en el Pallars Sobirà. "Nosotros hemos aportado experiencia en el campo de la arquitectura, las normativas y los usos del agua", explica. En el caso de Officinalis, ubicada en Gerri de la Sal, también en el Pallars Sobirà, ha aportado el conocimiento de modelado y ha parametrizado los flujos hídricos del sistema. Por último, Jamgo, una cooperativa de Barcelona, ​​se ha encargado de la parte de programación de la herramienta.

"De la misma forma que actualmente es un requisito tener en cuenta los criterios de eficiencia energética en los edificios, creemos que en breve pasará lo mismo con el aprovechamiento de aguas", concluye Leigh. "Con este proyecto, damos un paso adelante", remacha.


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