Literatura

Salman Rushdie: "Los discursos ofensivos, en vez de prohibirlos, deben rebatirse"

Salman Rushdie y Lisa Appignanesi inauguran el festival Kosmopolis dialogando sobre libertad de expresión y literatura

3 min
Salman Rushdie conversando telemáticamente

BarcelonaEl mundo cultural hace tiempo que se ha deshecho de la virtualidad motivada por la pandemia de cóvido. Aún así, todavía hay alguna excepción, como la que se ha vivido este miércoles en el CCCB. Los asistentes a la conversación estelar de la primera jornada del festival Kosmopolis han tenido que conformarse con ver Salman Rushdie (Bombay, 1947) a través de una gran pantalla durante poco más de media hora.

"Estoy contento de estar en Barcelona, con vosotros, aunque sea en estas condiciones", ha dicho el autor desde Londres a Lisa Appignanesi, escritora y ex directora del PEN Club inglés, con quien ha compartido escenario. "No podemos tenerte en persona, pero hoy tus dimensiones son enormes", replicó ella, con una sonrisa.

El ataque que Rushdie sufrió el 12 de agosto del 2022 en un auditorio del estado de Nueva York, durante un acto público, le ha hecho perder la visión de un ojo, le obliga a hablar con cierta dificultad y le ha dejado la huella en el cuello de las cuchilladas que recibió, pero no ha aguado su compromiso a favor de la libertad de expresión. "Parece mentira la capacidad del cuerpo para recuperarse", ha dicho, en relación a su actual condición física, antes de recordar que el próximo año publicará nuevo libro, Knife, "una crónica en primera persona sobre el ataque y sus implicaciones". "Nunca pensé que debería escribir sobre mí, pero ya tuve que hacerlo en Joseph Anton (2012), donde explicaba todo lo que viví a causa de la persecución de Los versículos satánicos en los años 90 –ha hecho memoria–. Esa historia la escribí en tercera persona, como si hablara de alguien. Si me he dedicado a la literatura ha sido para crear personajes e inventar realidades que no coinciden con la mía. De hecho, si la salud me acompaña, volveré a la novela pronto". Y quizá esté ambientada en Londres, ha avanzado.

"Defender la libertad de expresión me parece extraño –ha admitido Rushdie–. Una de las particularidades del ser humano es el lenguaje. Parece obvio que si podemos hablar y escribir podamos hacerlo sin limitaciones, pero todavía hay gente que piensa, en todo el mundo, que hay que limitar la libertad de expresión, cuando en realidad debería ser natural, en nosotros". Rushdie publicó su primera novela, Grimus, en 1975, poco después de licenciarse en historia. "Siempre ha estado muy presente, la historia, en todo lo que he escrito –ha dicho–. De hecho, la última novela, Victory city [2023], transcurre durante los siglos XIV y XV. Siempre que escribes sobre el pasado lo haces desde el presente, y una realidad hace de espejo en la otra".

Un autor alejado de las redes sociales

Rushdie ha recordado que, cinco décadas atrás, mientras trabajaba en su primer libro, el mundo estaba lleno de "estados totalitarios, políticamente conservadores, en los que los censores solían tener una edad". Medio siglo después, los "regímenes autoritarios persisten, pero las voces censoras ahora vienen de lugares muy diversos, tanto desde la derecha como desde la izquierda, y la edad también se ha diversificado". "Hay jóvenes que creen que hay que reprimir los discursos que no les gustan –añadió para mostrar su desacuerdo con esa posición–. Los discursos ofensivos, en vez de prohibirlos, deben rebatirse".

Al igual que ha hecho en anteriores ocasiones, el escritor ha aprovechado para recordar que las redes sociales no alimentan los debates, sino que más bien los empobrecen. "Twitter es un lugar lleno de gente con la que no querrías coincidir en la misma habitación", afirmó, y este fue uno de los únicos momentos en los que el sentido del humor de Rushdie volvió a lucir, al igual que cuando recordó que dedicó tres novelas –Dos años, ocho meses y veintiocho días (2015), La decadencia del Nerón Golden (2017) y Quijote (2019)– a tratar de entender Estados Unidos: "Era una ambición desmedida: es un país imposible. Después del Quijote me dije: «¡Se acabó Estados Unidos!»

Rushdie ha inaugurado el Kosmopolis pocos días después de visitar la Feria de Frankfurt para recoger el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes. Si las medidas de seguridad para verlo en Alemania fueron extremas –a la rueda de prensa sólo se podía acceder con una hoja de papel en blanco y un bolígrafo–, en Barcelona eran mucho más relajadas: un terceto de policías se paseaban por el vestíbulo del CCCB en un acto de entrada libre y gratuita que ha convocado a varios centenares de lectores del escritor angloindio. "Mis influencias no vienen del realismo mágico, sino de la riqueza de las literaturas y religiones de la India", ha explicado poco antes de leer un fragmento de Victory city y esfumarse. "Me han dicho que pronto se publicará una novela inédita de García Márquez, y me parece horrible, porque él no la autorizó –ha continuado–. En mi archivo, que dejé en la Universidad Emory, en Atlanta, hay varios manuscritos inéditos de mis primeros años. Espero que nunca nadie se interese. Son horribles".

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