Entrevista

Rubén Bonet: "Nuestra tecnología ha servido para eliminar las antenas de los móviles"

Consejero ejecutivo y cofundador de Fractus, una empresa que desarrolla antenas fractales

Marc Amat
2 min
Rubén Bonet: "Nuestra tecnología ha servido para eliminar las antenas de los móviles"

La empresa nació en un momento en el que apenas se empezaba a hablar de la telefonía móvil.

En 1998 la industria no tenía nada que ver con ahora: era un sector totalmente incipiente. De hecho, había expertos que no tenían nada claro que fuera una tecnología que acabara arraigando. Apuntaban que sería una tecnología de nicho y que, además, su elevado precio haría que no acabara de arraigar nunca entre el gran público. Otros ya auguraban su boom. Cuando estudiaba ingeniería de telecomunicaciones coincidí en clase con Carles Puente. Una vez licenciados, él optó por dedicarse al mundo de la investigación y se doctoró; yo, en cambio, me decanté por la vertiente empresarial. Al cabo de unos años, decidí montar mi propia empresa. Entonces Carlos estaba investigando en el campo de las antenas fractales, un tipo de dispositivos muy pequeños y que pueden captar varias frecuencias de manera simultánea. Había conseguido cierto prestigio en el mundo científico, pero todavía no lo había monetizado. Fue entonces cuando unimos esfuerzos y en 1999 creamos Fractus. Nuestra tecnología ha servido para que los teléfonos móviles ya no tengan antenas.

La industria de la telefonía móvil era totalmente diferente, pero también lo eran las formas de financiación. ¿Cómo se financiaron?

Por varios motivos, estábamos muy expuestos en el mundo de Silicon Valley. Sabíamos cómo funcionaban los negocios de allí y quisimos importarlo a Catalunya. De hecho, en cierto modo fuimos pioneros en aplicar las denominaciones de business angel y de venture capital. Buscamos a un inversor que nos aportara capital privado, lo encontramos y entró a formar parte de la empresa como socio financiero. Tuvimos que explicarle que él estaba actuando como business angel : no tenía ni idea. Después optamos por la financiación privada institucional y, finalmente, hicimos una primera ronda enfocada a atraer la capital riesgo, que desgraciadamente no funcionó. El sector del venture capital en el Estado todavía no estaba suficientemente desarrollado. Fuimos a cerrar esta ronda inicial en Londres. Entre 1999 y 2005 levantamos 20 millones de euros en capital riesgo.

La tecnología disruptiva que patentaron les llevó a pisar los tribunales ya enfrentarse a las grandes empresas del sector. ¿Cómo lo hicieron?

Nosotros les vendemos la licencia para que puedan utilizar la tecnología en sus dispositivos a cambio de un royalty. Hubo empresas que la compraron y otras que decidieron no hacerlo. Ante esta situación, tuvimos que querellarnos. Éramos una pyme catalana contra los gabinetes jurídicos de empresas como Blackberry, LG y Samsung. Todas terminaron llegando a un acuerdo con nosotros, excepto Samsung, con quien tuvimos que ir a juicio. Por último, ganamos. Les condenaron a pagar 38 millones de dólares. En 2014, acordamos la licencia. Desde 2009 hemos facturado más de 100 millones de dólares en patentes.

Por cierto, fueron la primera spin-off de la UPC. ¿Qué piensa de este modelo?

Es muy válido. De hecho, considero que es necesario enfatizarlo. En Cataluña todavía queda mucho camino por acabar de tejer relaciones entre el mundo científico y el mundo empresarial. Si bien somos muy buenos en términos de investigación y líderes indiscutibles en muchos ámbitos, es necesario potenciar elspin-off como método para generar riqueza.

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