Cumbre contra la crisis climática

La victoria de Trump eleva la ecoansiedad y enturbia la COP29

La COP29 de Azerbaiyán debe llegar a un acuerdo clave sobre el dinero que recibirán los países pobres para la lucha climática

La cumbre climática de la ONU COP29 arranca este lunes en Bakú, Azerbaiyán.
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BarcelonaLa victoria de Donald Trump en Estados Unidos dispara la ecoansiedad. La ola expansiva de su triunfo llegará este lunes a Bakú, en Azerbaiyán, donde arranca la cumbre anual de la ONU contra la crisis climática, y reducirá las escasas perspectivas de que se llegue a un acuerdo ambicioso. El equipo estadounidense que negociará en esta cumbre, la COP29, todavía será el enviado por Joe Biden, que no deja la presidencia hasta el 20 de enero del 2025. Pero conscientes de que Trump volverá a sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París –como hizo en su primer mandato– y deshará todos sus esfuerzos, este equipo difícilmente jugará ya el papel clave que se esperaba. emite del mundo y la constatación científica que en 2024 por primera vez se ha superado ya el umbral de 1,5ºC de calentamiento global son malos augurios para esta cumbre. Un encuentro que ya arrancaba con poco entusiasmo porque vuelve a celebrarse en un país petrolero: el 48% de la economía de Azerbaiyán depende de los combustibles fósiles.

Pero eso no quiere decir que no sea una cumbre clave. El tema central esta vez, el que determinará el éxito o fracaso de la COP29, es el de la financiación y esto la hace muy importante: sin dinero no hay planes climáticos. En Bakú, los países firmantes del Acuerdo de París deben aprobar un nuevo sistema de financiación para 2025-2030, que se espera que pueda ofrecer al menos 1 billón de dólares anuales a los estados más pobres para que puedan reducir emisiones y adaptar a los impactos de la emergencia climática. Los países ricos, como Estados Unidos o la UE, son los que deben pagar la factura, y por eso son los que más obstáculos están poniendo en la negociación de este nuevo sistema, incluso con el gobierno de Biden como interlocutor. Pero al menos el equipo del demócrata trabaja para tratar de lograr consensos. Los acuerdos de la ONU no incluyen aún a China en el bando de los ricos, ni tienen previsto hacerlo y, por tanto, Pekín no debe aportar nada a este fondo.

Si este dinero no se consigue, será difícil que el gran bloque de países pobres (más de la mitad de los países de la ONU) puedan presentar planes climáticos con objetivos ambiciosos, que es el objetivo de la próxima cumbre, la COP30, que se celebrará el próximo año en Brasil. Estos planes estatales, que incluyen tanto medidas de reducción de emisiones como de adaptación a los impactos cada vez más graves de la emergencia climática, son lo que en la jerga de la ONU se denomina NDCs (contribuciones determinadas nacionalmente).

En febrero del 2025, todos los estados deben presentar un NDC nuevo con objetivos que superen los que fijan ahora los NDC que presentaron hace unos años. Pero es muy probable que muchos esperen a presentarlos en Brasil, durante la COP30. Así pues, la Unión Europea debería presentar un compromiso mucho mayor que su actual promesa de reducir el 55% de emisiones en 2030. Y Estados Unidos también debería ir más allá de la reducción del 50% en 2030, que es el actual compromiso de la administración Biden. Pero en ese caso ya se da por seguro que no será así. De hecho, el futuro gobierno Trump lo que hará es volver a retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París.

Estados Unidos perderá dinero con el negacionismo de Trump

Trump ha prometido empezar a perforar el mismo día que llegue a la Casa Blanca, el 20 de enero del 2025, y no se sabe qué va a pasar con el paquete de medidas impulsadas por Joe Biden para reducir a la mitad las emisiones. Biden consiguió que el Congreso aprobara dos paquetes, uno de infraestructuras y otro climático (llamado a la ley para la reducción de la inflación, o IRA en sus siglas en inglés), que han supuesto una inversión de 200.000 millones en tecnología verde. Quienes quieren ver siempre el vaso medio lleno aseguran que Trump no desmantelará estas medidas porque perdería la batalla económica por la energía limpia frente a China y la Unión Europea.

"La derogación del IRA en EEUU, el escenario más probable, perjudicaría la fabricación y el comercio de Estados Unidos y crearía hasta 80.000 millones de dólares en oportunidades de inversión para otros países, incluidos los principales competidores estadounidenses como China. El daño de EE.UU. vendría en forma de fábricas perdidas, puestos de trabajo perdidos, ingresos fiscales perdidos y fines a 50.000 millones de dólares en exportaciones perdidas", apunta un reciente informe de Net Zero Industry Policy Lab. Pero, aun así, la apuesta clara de Trump por la economía de los combustibles fósiles, con una promesa de "perforar, perforar, perforar" que le ha dado la victoria en las elecciones, hace pensar que estos datos no le harán cambiar de opinión.

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