Los E-Car, la alternativa europea para salvar el coche eléctrico
François Provost, nuevo director ejecutivo del grupo Renault, pide una nueva categoría de vehículos eléctricos ligeros para salvar la competitividad de los fabricantes de la UE
La estrategia de electrificación de los principales fabricantes europeos no ha sido la más acertada, dado el volumen de ventas de vehículos eléctricos, el encarecimiento del producto final y el escenario de inestabilidad política global. Un estudio de Jato Dynamics apunta que entre 2019 y 2023 se dejaron de vender más de 3,3 millones de coches en Europa por falta de capacidad económica, en un contexto de encarecimiento progresivo de los nuevos modelos que ha afectado, de forma nuclear, a las marcas generalistas como Renault, Fiat, Citroën o Seat, por ejemplo.
El nuevo CEO de Renault, el francés François Provost, ha presentado un plan para favorecer a los fabricantes automovilísticos europeos a la vez que contribuye al proceso de descarbonización impulsado por las administraciones europeas. Esta hoja de ruta se concreta en la creación de un nuevo segmento automovilístico regulado con una normativa específica, a medio camino de los cuadriciclos actuales y los turismos convencionales, muy inspirado en los kei-car japoneses. Los kei-car (en japonés kei significa pequeño) son una particularidad de ese país: tienen precios más competitivos, una fiscalidad favorable y el favor del gran público.
Desde Renault, y con el apoyo explícito del gobierno francés y de los grandes fabricantes históricos del país, apuestan decididamente por una nueva regulación de vehículos eléctricos ligeros, económicos y urbanos, creando un nuevo segmento llamado E-Car. Estos vehículos, de menos de 4,1 metros de largo y con emisiones de menos de 15 toneladas de CO₂ durante su producción y vida útil, serían fabricados en Europa y pensados para los conductores europeos, en respuesta a la amenaza que suponen los vehículos eléctricos asequibles chinos.
Los nuevos E-Car deben ser coches más sencillos de fabricar y que necesiten menos piezas, lo que facilita la amortización de las inversiones y del coste de producción, lo que hace que el resultado final sea más económico, sensiblemente por debajo del umbral de los 20.000 euros, y permita que lleguen los compradores europeos de menores capacidades adquisitivas. encareciendo.
En una reciente entrevista con el medio especializado Autocar, Provost ha apuntado también que "Europa debería poder obligar a los fabricantes chinos a producir sus coches en Europa" para generar puestos de trabajo y generar una red de proveedores local. También cree que los fabricantes europeos no pueden cumplir los ambiciosos objetivos de la UE en materia de descarbonización y que debería "liberarse las marcas de la tarea de adaptar el producto a las nuevas normativas ambientales" mediante "una moratoria de diez o quince años".
Deberes para la industria europea
En cualquier caso, los grandes fabricantes automovilísticos europeos no pueden competir con los chinos fiándolo todo a las restricciones institucionales y aranceles administrativos. Es necesario que los grandes grupos automovilísticos avancen en nuevos modelos productivos más rápidos y eficientes que permitan mantener los costes de producción bajo control optimizando los recursos disponibles. Además, Provost concluye que es necesario acelerar el desarrollo de coches nuevos, ya que según él mismo afirma en la entrevista, "si desarrollas nuevos modelos más rápido, podrás reducir más costes y convertirte en más innovador que el resto".
El proceso de desarrollo de un coche nuevo, desde los primeros bocetos hasta que el nuevo modelo se pone a la venta en los concesionarios, tiene unos cinco años de media duración, mientras que los fabricantes chinos han logrado reducir este proceso a poco más de dos años y medio o tres. Los fabricantes europeos, pues, tienen un importante hándicap a la hora de adecuar un modelo determinado a un contexto futuro que no puede prever, mientras que los chinos pueden ir adecuando de forma más responsiva su gama comercial a las demandas reales de los compradores. Los nuevos E-Car podrían ser una herramienta que permitiera ganar flexibilidad y tiempo de reacción para adelantarse a las marcas chinas y llegar al segmento de los compradores urbanos o de menor presupuesto adquisitivo, lo que democratizaría por fin el acceso a la movilidad eléctrica. Sin embargo, para terminar ninguna de estas iniciativas será suficiente si las administraciones no impulsan una red de carga eficiente y capaz de dar respuesta en un escenario de un parque automovilístico totalmente electrificado.