Las académicas occidentales me explican cómo es ser musulmana
No todas, por suerte, pero a algunas les coge para explicarnos a las que hemos nacido en este contexto qué significa ser nosotros y llegan a conclusiones bastante curiosas. Ahora es una socióloga de la Universidad de Londres de nombre Sara Farris quien ha decidido que "atacar el velo significa atacar al islam". Esto es lo que le dijo no hace mucho a Carla Turró en una entrevista en este diario. La sentencia de la académica me ha hecho recordar a dos primas mías que me tenían fascinada cuando era pequeña y vivía en el pueblo: eran hermanas y fueron las primeras universitarias de la familia. Una de ellas iba con la cabeza destapada y vestía a la manera occidental, creo que llevaba pantalones. La otra vestía de una manera diferente a cómo lo hacían las adultas de semillas, que llevaban unos vestidos largos hasta los pies pero con un cuello bastante abierto y mangas cortas. Mi prima siempre se ponía colores oscuros, no enseñaba los brazos ni en casa, con mi familia, y utilizaba un imperdible para ajustarse el pañuelo bajo la barbilla. Nunca había visto que alguien se ciñe de manera tan precisa la tela sobre la cabeza. Como no había visto nadie de esa edad que rezase a las horas que tocaba. No lo sabía, pero mi prima no sólo era musulmana, sino islamista. Tampoco sabía que dónde había adoptado esta forma más rigurosa de islam había estado en la universidad. En los años noventa este movimiento religioso tuvo bastante influencia entre los estudiantes después de que los opositores de izquierdas quedaran borrados por la represión feroz de Hassan II.
¿Qué sabe Sara Farris de la complejidad de las sociedades musulmanas y la pugna entre diferentes visiones de la religión que están en los debates cotidianos de los fieles tanto en origen como en el mundo occidental? Leyendo la entrevista se diría que no mucho porque sólo así se explica que pueda afirmar que "atacar al velo significa atacar al islam". Con ello quiere decir que el velo es indisociable de la religión, lo que deja en muy mal lugar a musulmanas como mi abuela, que nunca trajo ese hiyab teocrático que se ha impuesto en las últimas décadas. ¿Qué ocurre con todas las mujeres musulmanas que no se tapan la cabeza, pero creen en el mensaje de Mahoma? Bueno, ¿qué ocurre, de hecho, con la misma limpia del profeta que se enfrentó a la sociedad de su momento soltándose el pelo y defendiendo su derecho a no cubrirse? Reducir una religión que tiene siglos de historia, 1.200 millones de seguidores en todo el mundo, presente en vastas extensiones de territorio, con infinidad de escisiones, ramas y escuelas jurídicas que interpretan sus textos en un pedazo de tela parece propio de 'alguien que no quiere mucho a los musulmanes, ¿verdad? Pues no es el caso porque Sara Farris se dedica a analizar y denunciar precisamente el racismo y la xenofobia y se conoce tan bien su objeto de estudio que puede permitirse realizar afirmaciones del tipo "atacar el velo es atacar al islam". ¿Qué deberíamos decir las que conocemos el islam desde dentro y sabemos que esto no es cierto si nosotros no hemos realizado ninguna investigación ni hemos creado palabras nuevas como feminacionalismo?
Farris no parece haber leído pensadoras tan agudas como la argelina Wassyla Tamzali, que se posicionó contra el velo con una visión fuertemente anticolonial o la obra de una Nawal Al Saadawi o más recientemente las protestas de las iraníes . ¿Por qué no contempla la posibilidad de que haya intelectuales, escritoras, activistas feministas que estén pensando y pensándose en esa doble trinchera? El feminacionalismo tiene raíces económicas, afirma, porque la mayoría de las mujeres extranjeras cuidan a ancianos, niños o limpian. Y si se dedican a luchar por la igualdad oa escribir o estar en otros ámbitos en los que no se las espera tanto es, para que investigadoras como Farris ni las verían ni las citarían, no sea que alguien les desmonte sus teorías perfectas.