Escasez de petróleo y de trigo: la crisis se agrava

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Plataforma petrolera a Escocia.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) es uno de los cárteles más poderosos del mundo, porque a estas alturas sus decisiones tienen un impacto directo en la economía mundial. Está integrada por 13 países –a pesar de que hace unos años se aceptó un tipo de anexo con diez países más, entre ellos Rusia, conocido como la OPEP Plus– y tiene como misión coordinar y unificar las políticas petroleras a escala mundial para, supuestamente, estabilizar el mercado. La reunión que mantuvieron ayer en Viena, pues, era importante porque la Unión Europea y Estados Unidos –que no forma parte a pesar de ser el principal productor de petróleo actualmente– presionaban para forzar que hubiera un incremento de producción que permitiera aumentar la exportación de crudo de sus países para compensar lo que los europeos dejarían de comprar a Rusia. La presión, sin embargo, no ha tenido efecto. La OPEP se ha enrocado y se niega a aumentar la producción de barriles, lo cual sin duda encarecerá todavía más el barril de Brent, con todo lo que esto supone. No sorprende mucho la decisión. De los 13 países que la integran, solo Congo y Libia votaron a favor de expulsar a Rusia del Comité de Derechos Humanos de la ONU, tres votaron en contra (Argelia, Gabón e Irán), y el resto se abstuvieron o ni siquiera se presentaron a la votación. Para la OPEP, parece, Rusia es un aliado y no está dispuesta a hacerle el juego a Occidente haciéndole el vacío y asumiendo una sobreproducción de petróleo para compensar el crudo ruso que no irá al mercado occidental.

Es un eslabón más en la crisis económica que se está gestando a gran velocidad en todo el mundo como consecuencia, primero, de los años de pandemia –que no se ha acabado, y que también está paralizando ahora mismo la economía china por los grandes brotes que hay en Shanghai y otras ciudades– y, ahora, de la guerra de Ucrania. Pero si la crisis energética ya está teniendo consecuencias en la inflación en muchos países –en España el dato avanzado la sitúa en el 9,8% en marzo , y la que se supo ayer de Estados Unidos se ensarta hasta el 8,5%–, puede ser hiperbólica en países en desarrollo si a la crisis energética se suma la ya previsible crisis alimentaria por la escasez de grano. Ayer la directora general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-Iweala, incluso pidió que se habilitaran corredores humanitarios para permitir la exportación de las cosechas de los labradores ucranianos, puesto que el país es uno de los principales exportadores de grano. Los expertos temen revueltas en muchos países, especialmente en la orilla sur del Mediterráneo, por el alta dependencia del trigo en la dieta y el previsible aumento de su precio. De momento, en algunos casos, como Egipto, se ha podido apagar subvencionando el pan con ayuda externa, pero si la crisis se alarga podría provocar una oleada de protestas que volverían a desestabilizar la región.

Es posible que sea esto lo que quiere Vladímir Putin, que se muestra convencido de que Occidente no podrá aguantar las sanciones, que se le girarán en contra. Quizás él tampoco resistirá, pero en todo caso ha quedado demostrado que el mundo está cada vez más dividido y que a Rusia no le faltan aliados. Las recomendaciones del FMI a empresas para que diversifiquen sus importaciones tanto como sea posible tienen más sentido que nunca.

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