El laberinto catalán de Pedro Sánchez

No hay forma humana de entender lo que está haciendo Sánchez

Javier Pérez Royo
3 min

Pedro Sánchez llegó a la presidencia del Gobierno como consecuencia de que, por iniciativa de Pablo Iglesias, se consiguió levantar el “cordón sanitario” que el gobierno de Mariano Rajoy había conseguido imponer al nacionalismo catalán con la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Mariano Rajoy había conseguido la investidura, tras la repetición de elecciones, forzando la abstención del PSOE: era la única manera de alcanzar una investidura por mayoría simple. Sin la abstención del PSOE había más 'no' que 'sí' en el Congreso de los Diputados a la candidatura de Mariano Rajoy.

Frente a la mayoría simple de la investidura de Mariano Rajoy, había una mayoría absoluta para una posible investidura alternativa, que no se pudo activar, porque los escaños nacionalistas catalanes estaban anulados como consecuencia del “cordón sanitario” construido en torno a ellos. Sin dicho “cordón sanitario” Mariano Rajoy no hubiera podido ser investido presidente tras las elecciones generales de julio de 2016, como tampoco lo hubiera podido ser tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015. Tras el ejercicio del poder con mayoría absoluta entre 2011 y 2015, Mariano Rajoy había conseguido que el partido de gobierno de la derecha española, el PP, quedara reducido prácticamente a la condición de partido extra parlamentario en Catalunya y País Vasco y, en tales condiciones, es casi imposible que no se convierta en partido minoritario, aunque sea el partido que consiga más escaños. No puede articular una mayoría de gobierno y, en el caso de que consiga la investidura forzando la abstención de algún partido de la izquierda, dicha investidura puede ser anulada mediante una moción de censura, porque la mayoría para su aprobación existe en el Congreso.

Esto es lo que se consiguió en 2018 como consecuencia del acuerdo que se fraguó entre Podemos y el nacionalismo catalán, que posibilitó el éxito de la moción de censura constructiva presentada por el grupo parlamentario socialista con Pedro Sánchez como candidato alternativo a la presidencia del Gobierno. Sin el nacionalismo catalán la operación no hubiera sido posible. Sin la mediación de Podemos, tampoco.

Esa misma mayoría de la moción de censura, ligeramente corregida y aumentada, es la que se ha vuelto a hacer presente en las elecciones generales del 28-A. El PSOE ha aumentado significativamente el número de escaños. Unidas-Podemos los ha visto reducidos de manera también significativa. Y los partidos nacionalistas catalanes y vascos han conseguido el mejor resultado desde las primeras elecciones constitucionales de 1979.Entre todos han conseguido ampliar la mayoría de la moción de censura y posibilitar la formación de un Gobierno con una estabilidad más que notable.

Resulta sorprendente que, una vez que se había conseguido lo más difícil, desbaratar la estrategia del PP para anular políticamente al nacionalismo catalán, el gran beneficiario de dicha operación, Pedro Sánchez y el partido socialista, le haga ascos para su investidura como presidente del Gobierno a quienes lo hicieron presidente mediante la moción de censura, que fue posible por la reactivación para la política española del nacionalismo catalán. ¿Por qué la mayoría absoluta que aprobó la moción de censura no se puede reeditar, con las correcciones que la actualidad imponga, para la investidura? ¿Por qué Pedro Sánchez busca la abstención del PP, que no necesita, a diferencia de lo que le ocurría a Mariano Rajoy con la abstención del PSOE?

No hay forma humana de entender lo que está haciendo. Si hay nuevas elecciones el 10 de noviembre, el laberinto catalán va a seguir estando presente en términos no distintos a los de las elecciones del 28-A. Para él y para su partido. Podrían ganar las tres derechas y entonces no tendría ese problema. Pero si es el PSOE el que tiene que formar gobierno, va a seguir teniendo que contar con la complicidad de alguna manera de los nacionalismos catalán y vasco. Con la composición actual del Congreso de los Diputados ya la tiene. ¿Por qué arriesgarse a que esa complicidad pueda ser más difícil de conseguir según como vayan las cosas?

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