Mazón se confía a la desinformación

Un hombre limpia las pintadas hechas en la fachada del edificio de la Generalitat valenciana durante la manifestación del domingo.
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Las manifestaciones del sábado en el País Valenciano fueron masivas, como el mal y la ofensa que los gobernantes del país han infligido a sus gentes. Se ha puesto de manifiesto una conclusión dolorosa: el presidente Mazón y su gobierno literalmente dejaron morir a decenas de ciudadanos valencianos por desidia, incompetencia e inacción. Después, la respuesta de estos mismos gobernantes ha estado cargada de mala fe y mentiras, a menudo contradictorias entre sí. Ahora, después de una manifestación en el centro de Valencia con ciento treinta mil personas en la calle (y otras protestas, igualmente multitudinarias, en diferentes ciudades valencianas), y después de haber culpado durante los días anteriores a organismos estatales de la calamidad de la gestión de la DANA, la respuesta de Mazón es señalar a la ministra Teresa Ribera y publicar tuits diciendo que el gobierno de Madrid no le envía camiones de desatrancos, pidiendo ayuda a la CEOE y cualquier absurdidad que pueda salir de su imaginación o de la de sus colaboradores. Y por supuesto, como ya hizo el PP en otra publicación en las redes el mismo sábado, intentar deslegitimar las manifestaciones afirmando que estaban "politizadas" y que eran "de catalanistas". Ridiculizar, menospreciar y criminalizar las protestas es una muy vieja táctica del PP.

En cualquier caso, Mazón y el Partido Popular (que ahora más que nunca cierra filas con su presidente valenciano, al menos públicamente) confían sus probabilidades de continuar en el poder a efectos de la polarización y la desinformación. Tienen un apoyo extremadamente valioso no solo entre sus medios de comunicación afines, que cada día y de forma incansable publican o emiten una indigesta ensalada de falsedades y insultos, sino también –y quizás sobre todo– en las redes sociales, chats y plataformas de supuestas temáticas de ocio o deportivas, que constantemente atizan el odio social y la antipolítica en su versión más cruda y violenta. El sábado, mientras la ciudadanía valenciana se manifestaba, las redes hervían con chats de derecha y ultraderecha que trataban de tergiversar los hechos en tiempo reales, apuntando –no hace falta decirlo– a Pedro Sánchez, los zurdos y los catalanes.

Toda esta cantidad de contenidos basura se retroalimenta, por lo que cada vez es más frecuente ver a supuestos intelectuales, escritores o periodistas "serios" jugando a divulgar barbaridades desde sus tribunas como si fueran youtubers con los auriculares y el micro dentro de su plató viscoso. Y al revés, también cada día son más frecuentes los medios tradicionales que fichan a influenciadores tóxicos, o imitan sus maneras de hacer, para enganchar a más público.

Evidentemente, fenómenos como el triunfo de Trump en Estados Unidos les inspiran y los animan. También los anima la evolución de las redes sociales (veamos el caso de Musk y Twitter, o X) y el abandono de muchos conciudadanos respecto a su dignidad como ciudadanos adultos y escolarizados. En eso confían los Mazones que corren por el mundo.

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