ANTES DE AHORA

Es Pascua (1982)

Piezas históricas

Joan Fuster
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Juan Fuster.

Una de las columnas que Joan Fuster (Sueca, País Valencià, 1922-1992) publicó en la guía-revista de espectáculos Qué y Donde (18-IV-1982). En esa publicación el articulista y ensayista más representativo de la catalanidad en el siglo XX era donde acentuaba los referentes populares y tradicionales del valencianismo. La cita que incluyó en este artículo de unas palabras de san Pablo, basadas en la Primera Epístola en los Corintios (capítulo 15, versículos 1-58, en la Biblia de Montserrat, 1970) evidencia la sólida erudición de Fuster también en materia religiosa .

La resurrección del Señor tiene una tradicional celebración de “monas”, juegos, alegrías y fornicaciones. Las criaturas, inocentes, en mi época todavía cantábamos: “Ratitas, salid, / salid del agujero, / que Nuestro Señor / ha resucitado...” Y era la libertad después de la Cuaresma. En la Comunidad Valenciana, alargábamos la Pascua Florida durante una semana y más, combinándola con la conmemoración de San Vicente Ferrer. Había tres días de Pascua. Y "los tres días de Pascua / deberían durar / como un rebaño de patos / cuesta criar...". Y los patos cuestan de criar una eternidad. La gente salía al campo a merendar, hacían volar “cacherulos” [estrellas] o cometas, cantaban, bebían, comían lechugas, huevos duros... “Aquí te pica, / aquí te cuece, / aquí te rompe el huevo. .”. La fiesta era algo pagana, pero la promocionaban los curas. Ya lo decía san Pablo: "Si Cristo no ha resucitado, toda nuestra fe es vana". Pero aunque sea vana nuestra fe, como suele serlo, perdura el rastro de una efusión multisecular. ¿Por qué renunciarla a sus aspectos positivos? En unos lugares confeccionan, para la ocasión, unas longanizas encantadoras; en otros, unas tortas admirablemente calculadas –Alberic [población de la Ribera Alta] tiene fama–; en otros elaboraban unas ollas con “pelotas” dulces... Y, cuando no había discotecas, la gente se emborrachaba litúrgicamente... ¡Y proclamaban un “aleluya!”... Una sociedad sin “al· leluies” periódicas será finalmente triste... Y no importa el pretexto.

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