BarcelonaLa Comisión Europea dio ayer un paso adelante imprescindible para defender el estado de derecho europeo dentro de las fronteras de la Unión. Por primera vez en su historia ha bloqueado una cantidad del presupuesto comunitario para un país por haber incumplido una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) y no satisfecho la multa que se le había impuesto. En este caso se trata de un sospechoso habitual como Polonia, país al cual ya se había amenazado muchas veces y a quienes finalmente se le han restado 14,5 millones por haberse negado a cerrar una mina de lignito de Turów, cerca de la frontera con Chequia, tal como habían ordenado las autoridades europeas por los problemas medioambientales que estaba provocando en el país vecino. Se trata de una cifra modesta, casi simbólica, que responde a la multa de medio millón de euros diarios que impuso el TJUE hasta que Varsovia se avino a encontrar una solución pactada con Chequia sobre la mina. Pero, más allá de la cantidad en sí, la decisión es un poderoso mensaje, un aviso de lo que puede llegar a pasar, porque Polonia tiene pendiente de pago todavía una multa de 69 millones, en este caso por no querer dar marcha atrás con la reforma judicial, y, sobre todo, se está jugando el acceso a los fondos europeos.
Este es, en realidad, el as en la manga de las autoridades europeas para castigar a Polonia y obligarle a cumplir los estándares europeos en cuanto al estado de derecho o el respeto a las minorías. En efecto, Polonia espera recibir 36.000 millones de los fondos europeos de recuperación, pero la UE no los ha aprobado todavía justamente por la falta de independencia judicial en el país y por su negativa a aceptar la primacía de los tribunales europeos. Ahora esta decisión está en manos de los tribunales, porque tanto Polonia como Hungría consideran que es una medida ilegal. Aun así, la UE se dotó de un mecanismo que le permitiría bloquear los fondos si algún país incumple las normas comunitarias.
Este refuerzo político de la UE es imprescindible si quiere convertirse en un actor internacional de primer orden, pero tiene que ir acompañado de otras medidas de carácter estratégico como la que ha aprobado este martes la Comisión Europea con el objetivo de reducir la dependencia europea de los microchips asiáticos. La propuesta en forma de ley que ha presentado la Comisión Europea se fija un objetivo ambicioso, como es el de producir en 2030 el 20% de los semiconductores de todo el mundo (ahora fabrica el 9%). Este es el único camino para evitar las crisis de suministro como la que ha paralizado la fabricación de vehículos en todo el continente, con consecuencias nefastas para la economía.
Precisamente la pandemia y la crisis energética ya pusieron de manifiesto la necesidad de ser autosuficiente, y esto ha comportado la necesidad de revisar las "dependencias" del exterior que hacen vulnerable a la UE, como por ejemplo también la soberanía digital respecto a los gigantes norteamericanos. Este, el del reforzamiento político y estratégico a largo plazo, es el único camino para construir una UE fuerte y con futuro.