Pensar con el hígado

3 min
Una cerilla enciende un político

La política es cuestión de prioridades y la prioridad no es el país, entendido como la mejora de la vida de los ciudadanos. En su mundo autocontenido, muchos políticos se distancian otras realidades y de las consecuencias de sus actos. Intoxicados de escucharse sólo a sí mismos, acaban de enviar a la papelera unos presupuestos catalanes expansivos y, de paso, los del Estado. Ya perdonarán la contundencia de la afirmación. Nada más lejos de la voluntad de sumarme a la antipolítica, pero sí al señalamiento de la frivolidad y la irresponsabilidad con la que se dinamitan unos presupuestos y la gestión que significan. Hasta que socialmente no se rindan cuentas y tampoco hasta que no haya capacidad de establecer consensos ideológicamente transversales sobre los hechos, este país no funcionará a la velocidad que merece lo mejor de su tejido económico, empresarial, académico y social.

Etapas o continuo

Que la amnistía abría una nueva etapa era claro, pero no la inminencia de unas elecciones convocadas por un cúmulo de hechos que van desde la insuficiencia negociadora de ERC a la voluntad de Junts de ver agonizar al contrincante, pasando especialmente por enredo en el que se han metido los comunes mientras buscan una misión que les singularice y les salve de la irrelevancia al Ayuntamiento de Barcelona y el frenazo de Sumar. Cuanto más avanzan los días y se aclaran los calendarios, es mayor la impresión de que los comunes han caído en una trampa que beneficia a ERC y al PSC, que están organizados y con la campaña preparada.

El movimiento de los comunes ha provocado la carambola de unas elecciones que replantean también el calendario electoral en España. Tenemos por delante cinco meses prácticamente inhábiles. El 21 de abril se votará en el País Vasco, el 12 de mayo en el Parlamento de Cataluña y el 9 de junio en el Parlamento Europeo. Mientras, cuando el filibusterismo del PP lo permita y dependiendo de la originalidad de la intromisión judicial, se empezará a aplicar la ley de amnistía, que dominará todo.

Los politólogos sobredimensionan la vertiente racional de las decisiones políticas. Cada día más, en cambio, la política y decisión de voto apelan a la emocionalidad. Será también el caso de esa campaña electoral.

En el mundo de Junts la estrategia es “continuar el trayecto” desde la presidencia de la Generalitat. Su éxito dependerá de la capacidad de reactivar el sentimiento de humillación que provocó la aplicación del 155 y la rabia por los hechos del 1 de octubre siete años después. Juntos plantea la vuelta de Carles Puigdemont como el regreso solemne del presidente legítimo. Como si el tiempo no hubiera pasado. El expresidente Puigdemont evalúa volver a Catalunya en campaña y, de hecho, cualquier intervención judicial puede multiplicar sus expectativas electorales.

Emocionalidad

El llamamiento a las emociones de los electores será más intenso que el planteamiento de objetivos y los métodos para cumplirlos. Pero Cataluña necesita un gobierno ambicioso, coherente, realista y que sea capaz de dar un salto en materia de enseñanza, mejora del sistema de salud, sostenibilidad del estado del bienestar, competitividad económica e industrialización de futuro. También se necesitan políticas de protección de la lengua y la cultura para evitar convertirnos en un Zara más de un mundo que tiende a la homogeneización a gran velocidad.

La amnistía es un gran paso adelante y puede representar el fin de la captura emocional de la política que hemos vivido estos últimos años. Pero contener las emociones puede no interesar a nuestros representantes. Situarse en la denuncia de la injusticia y el dolor del resentimiento es tentador y humanamente comprensible. Esto no significa, sin embargo, que sea la mejor manera de hacer avanzar a un país con graves problemas y en medio de un mundo que no nos espera. A unos ya otros debemos pedirles pragmatismo y un pacto de mínimos entre ellos. El bienestar de la ciudadanía depende de lo que los políticos hacen y también de lo que dejan hacer en las fuerzas sociales. Nadie parece tener una mayoría absoluta y los votantes tenemos derecho a saber qué se hará con nuestra decisión, aunque sea para reprochar la mentira cuando incumplan los vetos que hoy se establecerán.

Si hay un tema sobre el que los catalanes necesitan concentración de esfuerzos es el de la financiación. Más allá de las emociones puede ser un argumento de voto útil. ¿Cuál es el plan? ¿Cuál es el grado de soberanía que busca cada uno? Más allá de los llamamientos a votar con el hígado que plantee el PSC contra la carcundia en España y para pasar página del trauma, más allá de los llamamientos de los soberanistas contra las humillaciones del socialismo, más allá de las manipulaciones emocionales, aspiramos a saber qué proponen y también cómo proponen llegar. Aparte de las emociones, es necesaria una hoja de ruta clara y por la que se rindan cuentas.

stats