Hoy hablamos de
Alejandro Fernández (PP)
06/04/2025
Periodista y productor de televisión
3 min
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Es una de las pocas certezas de la política catalana: Alejandro Fernández es muy simpático. Aún diré más: es buen orador, sabe combinar la firmeza con el sentido del humor, y se ha atrevido a discrepar de sus mentores madrileños, lo que en su partido es un deporte de riesgo. Por todo ello, Fernández está bien valorado en la prensa catalana, y no voy a decir que no se lo haya ganado a pulso.

Lo que ocurre es que Fernández es el líder del PP en Catalunya. Y este no es un detalle menor. No le resta simpatía, pero tampoco se puede pasar por alto. Sobre todo porque ideológicamente es de la línea dura. Fernández es admirador de Isabel Díaz Ayuso y amigo declarado de Cayetana Álvarez de Toledo, quien le ha prologado su nuevo libro. Ambos compartían la teoría de que el independentismo, a través de los CDR, se estaba decantando progresivamente hacia el terrorismo. Y lo proclamaban a gritos para condicionar a los jueces en un momento en el que cientos de personas esperaban juicio.

Fernández considera que Jordi Cuixart entró en prisión por los mismos motivos que Antonio Tejero. Cree que los soberanistas catalanes son supremacistas por definición, y que odian a los que –como él– son hijos de españoles; pero en lo que se refiere a los hijos de marroquíes o paquistaníes sus opiniones no difieren mucho de las de Vox. Su idea de la españolidad se basa en criterios algo rancios, por decirlo suave. A Quim Torra lo acusó de supermacista, pero después le dijo que es un "españolazo": "Se parece más a mí que a un saltador de pértiga noruego", dijo. Todo el Parlament, y toda la prensa, le rió la gracia, pero el fondo de la argumentación es algo inquietante.

El actual líder del PP catalán es un hombre de la línea dura y sospecha que Feijóo está acomplejado. Cree que el PP, mientras gobernaba, no fue lo suficientemente duro con Catalunya. "No se hizo lo suficiente para que se cumpliera la ley. Cuando volvamos a gobernar, esto no puede ocurrir". No quiere oír hablar del diálogo con Junts. Prefiere "mil veces" los acuerdos con Vox, porque la actual mayoría en torno al PSOE es "una amenaza a la democracia".

Algunas de estas afirmaciones forman parte del ensayo A calzón quitao,un título muy castizo para un texto que ha aparecido, claro, solo en castellano. El libro ha caído como una "bomba" en Génova, porque no es habitual que los barones territoriales del PP, que por norma son nombrados a dedo desde Madrid, expresen sus críticas con tanta soltura. ¡Bravo por Alejandro Fernández! La misma prensa al que le parece simpático lo considera ahora una víctima del centralismo de Génova. Quizá olviden que Fernández aplaudió cuando Casado impuso a una fanática como Cayetana Álvarez de Toledo como cabeza de lista por Barcelona. De hecho, ese autoritarismo centrípeto es el que Fernández desea para las relaciones entre Catalunya y España: autonomía sí, pero tutelada y obediente. ¿Debemos creer que Fernández quiere para el PP catalán lo que rechaza para Catalunya? Lo dudo.

Y, por cierto, en la lista de críticas de Fernández a su partido, no figuran ni Gürtel ni Bárcenas, ni el espionaje político, ni la manipulación del poder judicial, ni el juego sucio de Sánchez-Camacho y Fernández Díaz, ni los trapicheos de Cospedal con Villarejo, ni la represión del 2017, ni los ataques a la lengua catalana por parte de los gobiernos del PP balear y valenciano. A todo esto no presenta objeciones ni reproches.

Está muy bien que, en aras de la cortesía parlamentaria, los soberanistas le reconozcan la simpatía a Alejandro Fernández. Pero que no olviden que, si dependiera de él, Puigdemont nunca volvería a Catalunya, los presos del Procés continuarían encerrados y, probablemente, habría unos cuantos más.

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