Hoy hablamos de
Trabajadoras en una oficina en una imagen de archivo.
28/02/2025
Vicerrectora de compromiso social y sostenibilidad, UPF
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El próximo 8 de marzo vendrá lleno de los datos habituales en clave de género. No hace falta ser demasiado imaginativo: la persistencia de las brechas salariales, la menor presencia de mujeres en puestos de responsabilidad y los mayores índices de pobreza entre las mujeres. Se hablará de la necesidad de que haya más políticas, de la educación y de la sensibilización.

Pero la euforia que había pasado hace dos o tres años ha pasado y, aunque no sea del todo explícito, está tocada por la sombra que llega tanto desde los países europeos que giran hacia la derecha como desde el otro lado del Atlántico. La campaña de Trump contra las políticas DEI (diversidad, equidad e inclusión) está dando la vuelta al discurso dominante.

Por el momento, la amenaza de Trump con inhabilitar para la contratación pública a las empresas que tengan políticas DEI ha provocado que muchas las hayan abandonado, al menos de forma oficial. Esto incluye a empresas grandes y que marcan tendencia, como Accenture, McDonald's, Meta (Facebook) y Alphabet (Google). De momento, sólo los accionistas de Apple se han atrevido a desmarcarse de Trump y han votado a favor de mantener las políticas de diversidad e inclusión.

El presidente apela al argumento de que las contrataciones deben basarse únicamente en un sistema meritocrático, según el cual los puestos de responsabilidad se adjudican según la valía de la persona y no sobre la base de políticas de igualdad y diversidad. Claro que ninguna persona quiere ser contratada como resultado de una cuota, sino como alguien con capacidad y que añade valor, precisamente, por la diversidad que puede ofrecer.

Lo que Trump obvia es la abundancia de evidencia científica de que nuestra percepción de mérito está sesgada por nuestras creencias. La investigadora estadounidense Claudia Goldin, ganadora del Nobel de economía, fue la primera en demostrar este sesgo con su experimento en audiciones ciegas en orquestas: cuando el comité seleccionador oía la música sin ver el aspecto de la persona, el porcentaje de mujeres crecía.

Necesito ser optimista y quiero serlo. Cualquier empresa que se haya comprometido con la diversidad y la equidad durante un tiempo habrá comprobado cómo la enriquece enormemente. Pienso que las políticas continuarán, aunque sea de bajomano y sin las siglas DEI. La necesidad de tener talento para ser competitivo es demasiado importante.

También es necesario recordar que el DEI es sólo un instrumento para ayudar a cumplir con leyes que tienen un orden superior sobre la no discriminación y la igualdad de trato. En Estados Unidos, sería la ley de derechos civiles y la Decimocuarta Enmienda de la Constitución. No creo que cuatro años de Trump puedan modificar esto. Si hacemos un paralelismo con nuestro país, los planes de igualdad que las empresas deben tener son sólo un instrumento para cumplir con el artículo 35 de la Constitución sobre el derecho y el deber de trabajar sin discriminación por razón de género.

Borrar los cimientos no debería ser tan fácil. Esperamos que sea así.

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