Yolanda e Isabel

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Un camarero atiende a los clientes en un restaurante de la Rambla de Barcelona.

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social de España, la célebre Yolanda Díaz, dijo que no le parece razonable que en España los restaurantes estén abiertos a la una de la madrugada, que en eso somos distintos al resto de Europa, donde cierran más temprano. La presidenta de la Comunidad de Madrid, la célebre Isabel Díaz Ayuso, cogió la pelota, que la otra saltaba con dedicación, y encestó. Dijo: "Es que somos diferentes". Minipunto para el Ayusismo.

Tiene razón la del balón, que lo cazó al vuelo y encestó. No puedes comparar los horarios europeos (por ejemplo, finlandeses o alemanes) con los mediterráneos, por una cuestión climática. En el Mediterráneo no puedes salir a la calle a las tres de la tarde del mes de agosto, porque te asas como un calçot. De noche, un griego, un catalán o un andaluz querrá salir a tomar el fresco, junto a los turistas finlandeses y alemanes que han venido, justamente, a eso. Yo, evidentemente, quisiera tener la posibilidad de comer a la una y cenar a las ocho. Cada vez me gustan más las copas de tarde. Pero entiendo que quien sale a cenar quiere, también, poder alargar. Las copas son una parte muy importante de la facturación de restaurantes y discotecas.

Claro que los horarios de la restauración son infernales. Los del periodismo y los de la medicina, los de los cuidadores, los de los bomberos, a menudo también. Claro que después de la pandemia se ha tenido que repensar el sistema y muchos restaurantes han tenido que mangas y manguitos por cuadrar horarios de ocho horas para los trabajadores. El otro día Carles Abellan, en este diario, explicaba que la factura de la luz de su restaurante era de 8.000 euros. Supongo que el gobierno, de facturas como esta, está contentísimo, porque recauda mucho más IVA. Claro que los sueldos de algunos camareros son muy bajos. Los de algunos periodistas, por cierto, también. Es un problema y habría que solucionarlo.

Que los ministros tutelen o lo parezca es mala idea. Hacer esta distinción entre "los trabajadores", que son todos buenos y explotados, y "los dueños", todos malos y explotadores, me parece infantil y simple. Sufren mucho, por muchas cosas, nuestros amigos, los restauradores. Quizá el principal problema de la restauración sea la falta de vocación de los camareros. El tomarse el oficio como algo que hacer mientras no te sale nada más. Nada es más maravilloso que un barman, un camarero vocacional. Alguien que hace, de ese modo, acostumbrada y precisa, sonriendo, un café.

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