La gobernabilidad del Estado

Feijóo fracasa en el intento de deshacerse de Vox

Pese al bajón de los de Abascal el 23-J, la formación de extrema derecha todavía condiciona el discurso del PP y sus opciones de gobernar

Alberto Núñez Feijóo en el Congreso con Santiago Abascal en segundo plano.
22/03/2025
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MadridAlberto Núñez Feijóo nunca ha suscrito la idea de hacer un cordón sanitario en la extrema derecha. El único partido con representación parlamentaria en el Congreso al que excluye es EH Bildu debido a que los populares aún agitan el espantajo de ETA. Ahora bien, cuando el líder del PP llegó a la presidencia del partido, hace tres años, lo hizo con la voluntad de minimizar la formación de Santiago Abascal y superar la anterior etapa de Pablo Casado, marcada por la pugna con Vox, en pleno auge, que reducía el espacio electoral de los conservadores, inmersos en una etapa de retroceso –también por la. Feijóo, por el contrario, venía de gobernar con mayoría absoluta en Galicia y llegó a Madrid a principios de 2022 presumiendo de haber mantenido a raya el partido de extrema derecha en ese territorio. Una situación que no pudo replicar como líder estatal del PP.

Aunque en las últimas elecciones generales del 23 de julio de 2023 Feijóo propulsó al PP en la primera posición mientras Vox retrocedía con la pérdida de diecinueve escaños, el resultado le dejaba lejos no sólo del Palacio de la Moncloa sino de deshacerse de la dependencia de la extrema derecha. Como ya había constatado un par de meses antes en cinco comunidades después de los comicios autonómicos del 28 de mayo, sin los votos de los de Abascal tampoco lograría gobernar en el conjunto del Estado. Las mayorías absolutas que sí obtuvieron los expresidentes populares José María Aznar y Mariano Rajoy son un escenario que ninguna encuesta pronostica que Feijóo pueda replicar. Ante esta dependencia para aspirar a desbancar a Pedro Sánchez y las alianzas tejidas para poder gobernar en la Comunidad Valenciana, Extremadura, Murcia, Aragón, Islas Baleares y Castilla y León, Feijóo ha acabado atado de pies y manos.

Es lo que le ha pasado esta semana con el pacto presupuestario que ha negociado el presidente valenciano, Carlos Mazón, con la extrema derecha y que ha provocado que el líder popular haya terminado avalando las tesis xenófobas de Vox en inmigración y su negacionismo climático. Aunque Génova niega que se trate de una claudicación y fuentes de la dirección popular reaccionaron al anuncio del pacto afirmando que se sienten "cómodas" con este discurso que aseguran que no supone ningún cambio de posicionamiento del PP, lo cierto es que se aleja de la moderación que predicaba a los mayores. Por qué hacer con Vox?

Si una de las críticas recurrentes que se le hacía a Casado era la falta de un posicionamiento claro y firme sobre cómo tratar con la extrema derecha, las fluctuaciones estratégicas de Feijóo tampoco han generado una respuesta concluyente. En julio del pasado año el líder del PP escenificaba un distanciamiento con Vox a raíz de la rotura por parte de los de Abascal de los acuerdos en las autonomías por la predisposición de los populares a aceptar un reparto limitado de menores inmigrantes. Ante la presión de Vox, que exigía que las comunidades en las que tenía acuerdos de gobierno con el PP no se acogiera ninguna, Feijóo proclamó que no cedería a ningún "chantajeY defendió el rol del PP como partido de estado.

Al otro lado, Vox priorizaba defender a todas luces una de sus principales banderas por encima de mantener los cargos autonómicos y centraba así su estrategia, cada vez más enfocada en el ámbito internacional, a desgastar el sueño. dego del Instituto 40db para El País y la Cadena SER publicado a principios de mes pronostica que Vox es la única formación que mejoraría resultados a unas generales mientras que GESOP para El Periódico habla de estancamiento y el CIS ve una ligera tendencia a la baja de la formación de extrema derecha.

El giro con inmigración

Ahora bien, pese a la rotura de hace ocho meses, la postura de Feijóo sobre inmigración se ha visto arrastrada igualmente por Vox, ya que, por mucho que la extrema derecha abandonara a los ejecutivos autonómicos, sigue siendo necesaria para que los presidentes populares puedan aprobar presupuestos. A finales del pasado año la extrema derecha volvió a utilizar el mismo guión: Abascal detuvo las conversaciones con el PP por las cuentas autonómicas por el acercamiento de los populares al gobierno español, de nuevo por el mismo tema: abordar el reparto de menores inmigrantes que saturan los equipamientos de las Islas Canarias y Ceuta. Con esta amenaza como trasfondo, los populares se enrocaron con el ejecutivo de Sánchez ante el riesgo de convertir en imposible la aprobación de los presupuestos autonómicos, por mucho que también gobiernan en ambas comunidades saturadas.

La aritmética parlamentaria no es el único factor que influye. El discurso de Vox, que criminaliza la inmigración, fija un marco en el debate público que contamina el argumentario del resto de formaciones políticas. No es un efecto nuevo de esta semana, si bien las tesis defendidas públicamente por Mazón han hecho aún más evidente el efecto arrastre que sufre el PP. Para entrar en el choque con Sánchez, el líder de los populares ha elevado el tono en los últimos meses acusando al presidente español de generar un "efecto llamamiento", de "descontrol migratorio" e incluso alabando las polémicas políticas en esta materia de la presidenta italiana de extrema derecha, Giorgia Meloni, a la que Feijóo visitó el pasado septiembre.

En el PP repiten desde hace meses el mantra de que su postura no viene marcada por Vox mientras que en la formación de extrema derecha celebran como una victoria haber impuesto sus tesis con el acuerdo con Mazón. La dirección popular rechaza que les marque el camino Abascal y aseguran que es Vox quien vive obsesionado con el PP. Ahora bien, en cualquier batalla emprendida por Feijóo aparece el factor radicalizador de la extrema derecha, como también ocurrió con la ofensiva contra la ley de amnistía cuando Vox, aún dentro de los gobiernos autonómicos, con las protestas constantes a Ferraz o la exigencia de ir más allá a las instituciones de lo que permitían los instrumentos legales, marcó también algunas de las decisiones populares.

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