Las otras Meridianas

Diferentes colectivos organizan todavía hoy una cincuentena de actos contra la represión y por la independencia

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Miembros del colectivo Enriqueta Gallinat, en una imagen reciente

BarcelonaLlueva, haga frío o sea fiesta, cada noche bajan a la calle. Primero lo hacían por la libertad de los presos políticos y ahora por el final de la represión y el regreso de los exiliados. No son los miembros de Meridiana Resisteix, sino del Col·lectiu Enriqueta Gallinat, que desde el 5 de noviembre de 2017 están cada día a la confluencia de Urgell con Avenida Roma de 20.30 h a 21 h. Este sábado hará 1.591 vísperas que están al pie del cañón en la movilización colectiva diaria más longeva del independentismo. "Es la que lleva más tiempo en la calle", dice orgullosa Teresa Capella, una de las incondicionales. La iniciativa surgió del CDR del Eixample Esquerra en respuesta al encarcelamiento de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, y ha persistido hasta ahora gracias a la perseverancia vecinal. Este es solo uno de la cincuentena de actos independentistas que se hacen en todo el país todavía hoy, muchos de los cuales desde el ingreso en prisión de los líderes de la ANC y Òmnium.

Capella dice que siempre hay, como mínimo, una veintena de personas. "Tenemos un grupo de WhatsApp con 100 vecinos. No vamos todos cada día, pero siempre hay alguien, la gente es muy fiel", explica el activista. Los indultos a los presos no les han hecho volver a casa. Vestidos con un chaleco amarillo, que dicen que es de antes del de los chalecos amarillos franceses, han cambiado el mensaje "Os queremos en casa” por el de “Amnistía". "Hicimos una asamblea después de los indultos y acordamos seguir por los exiliados y por las más de 3.000 personas represaliadas", afirma Capilla antes de concluir: "El conflicto no se ha cerrado".

Por los mismos motivos, cada anochecer, de lunes a domingo, un músico del Berguedà sigue interpretando El cant dels ocells en la plaza Sant Pere de Berga. Lluís Escriche, coordinador de la ANC de Berga, explica que ahora hace pocos días llegaron a las 1.500 interpretaciones en un proyecto que auspició el músico Pep Vancell el 10 de enero de 2018, al que se fueron incorporando músicos y que tiene el apoyo de la ANC y Òmnium. "En el confinamiento, cada músico grababa y me enviaba la canción, y yo la colgaba en las redes sociales para mantener la continuidad", revela Escriche. 

Música per la Llibertat, en Berga el 4 de marzo

Música per la Llibertat

Esta campaña, que recibe el nombre de Música per la Llibertat, se sigue celebrando cada día también en Santa Eugènia de Berga, Manresa y Sant Fruitós del Bages, semanalmente en Sant Feliu de Pallerols y mensualmente en Vilassar de Mar. Precisamente en Sant Fruitós es donde se inició el proyecto el 2 de noviembre de 2017 a raíz del ingreso en prisión de los Jordis a iniciativa de una vecina a título individual y solo acompañada de sus hijos los primeros días, pero con mucha más gente los siguientes. "El covid nos ha hecho mucho daño. En cada confinamiento perdíamos a gente", admite Anna Ortega, su impulsora. Aun así, Ortega subraya que hoy todavía entre una decena y una veintena de personas la acompañan y que no piensa desistir: "Los presos políticos eran solo nueve de los miles de represaliados y los anónimos encausados necesitan más apoyo". 

También son diarios los Cantos por la Libertad que cada anochecer llenan de música el Raval de Montserrat de Terrassa y semanales las versiones sui generis que los Cantaires de Ponent interpretan en la plaza de la Paeria de Lleida. "Este lunes será la cantada 200 en la plaza, porque también hemos cantado en otros pueblos y delante de las prisiones", explica Jaume Añé, uno de los coordinadores. Casi en silencio, en cambio, se hace la sentada que un grupo de independentistas de Tarragona hace ante el Parlament de lunes a viernes de 10 h a 14 h desde el 3 de noviembre pasado para exigir que la mayoría independentista cumpla "el mandato del pueblo".

La sentada que el colectivo Silencio hace ante el Parlament

No es la primera acción del colectivo Silencio. Del 11 de junio de 2018 a octubre de 2019 estuvieron ante el Palau de Justícia de Tarragona para reclamar que se pararan los procesos judiciales. Con el inicio del juicio del Procés y sin dejar la protesta de Tarragona, se plantaron delante del Supremo durante ocho horas. "Algunos ciudadanos nos insultaban y las multas de la policía por concentrarnos las poníamos en una urna del 1-O", añade socarrón Lluís Pastrana, uno de los impulsores del movimiento. La implicación de Madrileños por el Derecho a Decidir, que les cedió un piso, fue clave para que durante los cuatro meses de juicio siempre hubiera una media de ocho personas en el Supremo. Una vez se dictó la sentencia, la protesta se trasladó a la Subdelegación del Gobierno español, donde estuvieron hasta el estallido de la pandemia. "Llevamos casi cuatro años en la calle, excepto durante el confinamiento", destaca Pastrana.

Adiós al lazo amarillo

Casi lleva el mismo tiempo, pero con carácter semanal, la acción de Ponts per la Independència, que abandera el CDR del Alt Ter en cinco enclaves de la C-17 y la C-25 desde hace 119 domingos. Integrantes de este colectivo revelan que con el paso del tiempo "la gente que iba con lazo amarillo ahora lo va con banderas negras y esteladas", y defienden que tiene todo el sentido manifestarse "para prepararse para movilizaciones más grandes". Pere Folguera, miembro de la plataforma Gràcia Llibertat, que reúne a 55 entidades y que se concentra cada lunes en la plaza de la Vila, lamenta la "dejadez de partidos y organizaciones que se han distanciado de este movimiento de resistencia", pero subraya la parte positiva. "La gente continúa saliendo a la calle porque no hay dependencia", afirma Folguera, que pone de ejemplo a los padres de Jordi Sànchez, que no se pierden ninguna convocatoria.

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