Déjame decirte

Ábalos y la oposición de 'triperia'

José Luis Ábalos (e) y Pedro Sánchez, en la inauguración del AVE en Granada / EFE
17/05/2025
4 min

MadridPronto cumplirá dos años que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, sorprendió con la convocatoria anticipada de las últimas elecciones generales. Era un 29 de mayo y el líder socialista compareció para realizar una declaración institucional en la que destacó que había tomado esa decisión a la vista de los resultados de los comicios municipales y autonómicos celebrados un día antes. El PP recogió en aquella ocasión 7.054.887 votos –el 31,53% de los emitidos–, mientras que el PSOE logró 6.291.812 –el 28,12%. La reacción del jefe del gobierno fue inmediata, en búsqueda de un relanzamiento que evitara el crecimiento de las pérdidas. Sánchez realizó una campaña muy intensa y apareció en muchas entrevistas y programas de televisión. De ese tropiezo se derivaron otras muchas decisiones.

En general, los socialistas buscaron combinar el cierre de filas –colocaron a gente de confianza en puestos claves– con una operación de renovación que permitiera llevar perfiles nuevos, especialmente entre los dirigentes autonómicos. El PSOE quería reforzar la estructura de la organización para hacer frente a un PP cada vez más decidido a practicar una política de choque permanente como primer partido de la oposición. Por otra parte, el pulso entre Sánchez y Feijóo se había convertido ya en una cuestión personal. Desde entonces los enfrentamientos que han tenido en la tribuna del Congreso han sido particularmente duros, y con frecuencia se han caracterizado por el desprecio y los sarcasmos cruzados. A medida que avanzaba la legislatura, la derecha política y la sociológica han ido movilizando a todas las fuerzas disponibles en un amplio abanico de círculos; económicos, mediáticos y judiciales incluidos. Esta evolución de las cosas nos sitúa ahora, dos años después de la última campaña por unas generales, en un escenario en el que las relaciones políticas, en general, y las de socialistas y populares en particular, están muy deterioradas, prácticamente sin espacio para el diálogo.

Esta situación ya es grave en lo que respecta a la política interior del país, pero nos encontramos con el agravante de un contexto internacional complicado, que cuestiona aspectos fundamentales de la construcción europea, no sólo en lo que se refiere a la política de seguridad y defensa. Nos estamos jugando literalmente los cuartos, y algo más, mucho más, según el curso que siga el pulso por el mantenimiento –o el aumento– de posiciones entre los principales protagonistas de la lucha por la hegemonía a escala planetaria. Este mes de mayo también se está celebrando el octavo aniversario de la rendición de la Alemania nazi, que ya se ha demostrado que no representó el fin de las guerras en Europa.

Mientras tanto, en España el debate político se mueve por caminos de vía estrecha, generando neologismos. En la fachofera ha seguido el concepto de oposición de casquería, por ejemplo. Y entre las noticias de estos días ocupa un lugar destacado la secuencia de mensajes entre el presidente del gobierno español y el exministro de Fomento José Luis Ábalos, con un rico anecdotario de alusiones a terceras personas de dentro y de fuera del PSOE Algunas de las mencionadas aparecen con alias y apodos curiosos,pájara" referido a la titular de Defensa, Margarita Robles, que reaccionó de la única manera posible: quitando importancia al hecho, para destacar que se trataba de una "conversación privada". El problema de los socialistas no es la existencia de una determinada serie de mensajes más o menos comprometedores o reveladores de conductas políticamente peligrosas, sino la carga de episodios que van acumulados. Estos últimos episodios facilitan que la oposición vaya completando el perfil de una supuesta red de complicidades que permiten mezclarlo todo, desde el caso Ábalos hasta la supuesta intervención de la mujer del presidente, Begoña Gómez, para favorecer intereses empresariales concretos, como los derivados de la crisis de Air Europa. las nuevas diligencias de investigación acordadas por el instructor, después de que la Audiencia de Madrid ordenara, hace ya un año, al magistrado dejar de lado sus investigaciones

Convertir las hipótesis en pruebas.

La cuestión es que ahora ha necesitado una segunda orden en el mismo sentido, cuando la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ya había informado en dos atestados de que no había encontrado rastro de actuaciones de Begoña Gómez en la operación de rescate de Air Europa. Para las acusaciones, lo importante es constatar que Sánchez se ocupara de este asunto después de que el director ejecutivo de la compañía aérea contactara con la esposa del presidente del gobierno para pedirle ayuda. Pero el problema para las entidades de la acción popular es demostrar el supuesto tráfico de influencias convirtiendo las hipótesis y los indicios en pruebas, dado que la presunción de inocencia sigue siendo un derecho constitucional para todos.

En este clima, donde los avatares de los procedimientos judiciales tienen tanta influencia en la estrategia de los partidos, ha llegado la convocatoria del próximo congreso del PP. Feijóo lo ha decidido para preparar a la organización ante unas hipotéticas elecciones anticipadas. El presidente del PP se juega todo en las próximas generales. Vox es todavía un gran inconveniente para él. Fue significativo que el líder de esta formación, Santiago Abascal, al término de su intervención en el pleno del Congreso sobre el apagón y el aumento del gasto en materia de seguridad y defensa, se dedicara a reclamar a Feijóo que no volviera a pactar nada con el PSOE.

Lo cierto es que el PP no ha pactado nada sobre esta cuestión con el gobierno a pesar del intento de diálogo inicial. Y también fue significativo que los populares no se sumaran a la convocatoria de la última concentración antisanchista en la plaza de Colón de Madrid, organizada por Vox. Feijóo, en definitiva, busca su camino por los dos años que le pueden quedar en la legislatura, con una estrategia de control de la acción de gobierno sin concesiones, pero que debería aportar algo más que lo que los socialistas califican de oposición de casquería. Los mensajes entre Sánchez y Ábalos permiten acercarnos a lo que el presidente del gobierno pensaba en 2021 o 2023 de algunos de sus colaboradores y excoaliados, pero son el arma definitiva que el PP lleva tiempo esperando.

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