Tres mentiras (y una verdad) del juez Manuel García-Castellón

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El juez Manuel García Castellón, que investiga el caso de Tsunami Democrático, llegando a la Audiencia Nacional, en una imagen de archivo.

BarcelonaEs el juez de moda en las causas relacionadas con el Proceso como antes lo fueron Marchena, Llarena o Ramírez Sunyer. Desde la Audiencia Nacional es quien sustenta la tesis del terrorismo en las movilizaciones que siguieron a las condenas del Tribunal Supremo a los presos políticos. Manuel García-Castellón acepta su papel de estrella del rock y esta semana le hemos visto abuchear a Suiza por la falta de colaboración en el caso de Tsunami Democrático. Pero también le hemos visto mentir.

Mentira número 1: la que él reconoce

La conferencia organizada por el Foro La Región que hizo el 5 de octubre del pasado año en el restaurante A Carballeira de Santa Cruz sigue dando mucho de sí. Ya sirvió para que alguno de los investigados intentara recusarlo (por la comparación que hizo entre la falta de prohibición de la amnistía y la falta de prohibición de la esclavitud), pero ha sido la periodista de RTVE Silvia Intxaurrondo la que, escuchando la conferencia completa –lo que deberíamos hacer todos los periodistas–, la ha dejado al descubierto esta semana. En el 2002 García-Castellón convenció a los jueces franceses de que España tenía controlado a Yvan Colonna –un activista corso perseguido por el asesinato del prefecto de Córcega– en la Costa del Sol y que si Francia no compartía información "inmediata" con ellos sobre ETA, no les darían información sobre Colonna una vez fuera detenido. "Era mentira", reconoció el magistrado en la conferencia de Ourense. Colonna, de hecho, fue detenido un año después en Córcega y, finalmente, condenado a cadena perpetua (fue asesinado en prisión por un yihadista en el 2022).

Mentira número 2: no sabe nada de la amnistía

"Este magistrado desconoce cualquier cuestión relativa a la norma citada en la comunicación". Es la respuesta que ha enviado al jefe de la Oficina Federal de Justicia suizo, Guillaume Rousseau, cuando éste le pidió por la amnistía. En la conferencia de octubre, de hecho, se escudó en esta ley –que ni siquiera se estaba tramitando todavía– para sortear algunas preguntas: "No puedo responder de forma directa porque llevo asuntos relacionados". Además, curiosamente las imputaciones formales de Carles Puigdemont y Marta Rovira las decidió precisamente cuando la amnistía cogía fuerza en las negociaciones entre el PSOE y el independentismo.

Mentira número 3: el terrorismo del Proceso

Ésta habrá quien considere que no es una mentira, sino una opinión de un juez instructor (que sirve para buscar las costuras en la amnistía), pero también en esa conferencia, García-Castellón hablaba de terrorismo. Explicaba lo dura que había sido la batalla primero contra ETA y después contra el yihadismo, del nivel de “ignominia y sadismo” en los asesinatos y también de las amenazas de muerte a los jueces. ¿Alguien que lleva 21 años en la Audiencia Nacional piensa ahora que hay alguna comparación posible? ¿Y cuál es la verdad que anunciábamos en el título? "Los ciudadanos no tienen justicia inmediata porque hay unos atrasos gigantescos". Él lleva más de cuatro años instruyendo las causas.

Los detalles de la semana

1.
¿De dónde viene la amistad de Collboni y Almeida?
Collboni i Almeida van compartir protagonisme en una taula rodona organitzada a Madrid oer la Societat Barcelonesa d'Estudis Econòmics i Socials

Madrid quiere llevarse el Mobile World Congress, Primavera Sound y las grandes fortunas y empresas catalanas, en especial de Barcelona. No parece el mejor contexto para que los alcaldes de ambas ciudades sean amigos. Pero nada más lejos de la realidad. Jaume Collboni y José Luis Martínez-Almeida han exhibido esta semana complicidad y han explicado el motivo: entabló amistad cuando colaboraban en La Sexta noche.

2.
Periodistas fuera del Parlament
Dues periodistes assegudes als bancs situats fora del Palau del Parlament

Las jornadas laborales interminables son un gran problema para cualquier profesión. Cuando está lleno en el Parlament, esta semana sobre la sequía, los periodistas no tienen más remedio que estirarlas. El problema llega cuando la cámara les echa un rato después de que los políticos hayan terminado de hablar sin que hayan podido acabar el trabajo y, pasadas las 21.00 horas, tengan que completarlo en los bancos del Parque de la Ciutadella.

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