BarcelonaSi Junts ha pasado años criticando algo han sido los pactos de ERC en Madrid. Y si algo preocupaba en la sala de máquinas del partido de Carles Puigdemont cuando ellos también hicieron presidente a Pedro Sánchez era sufrir el mismo desgaste electoral que Esquerra. Desde entonces han intentado diferenciarse de ellos estratégicamente, y casi doce meses después de la alianza Junts-PSOE para la investidura se pueden concluir, como mínimo, un par de cosas: que Junts, a diferencia de los republicanos, ha castigado a los socialistas en varias votaciones, y que, en términos de cumplimiento de los pactos, el PSOE sigue driblando a sus socios, también a los de Junts. De ahí el enfado de los de Carles Puigdemont.
Junts no se siente vinculado ideológicamente al bloque de izquierdas –ya se ha alineado en el Congreso con el PP y Vox– y eso le da poder de negociar ante el gobierno español. Lo hace sufrir casi en cada votación y logra que Pedro Sánchez aparezca, sobre todo ante la prensa de derechas en Madrid, como prisionero del ex president Carles Puigdemont. Esquerra eso no puede hacerlo porque sí le pesa la agenda progresista de Sumar y el PSOE. El ejemplo claro es la votación de los alquileres de temporada y la del techo de gasto, que ahora Moncloa se abre a renegociar por el no de Junts. De ahí la queja de Gabriel Rufián.
Ahora bien, más allá de la amnistía –que atasca el poder judicial–, no hay triunfos tangibles que los de Junts puedan reivindicar. Siguen pendientes de la oficialidad del catalán en todas las instituciones de la Unión Europea, algo que Junts había reclamado incluso como condición sine qua non para la investidura (logró junto con ERC el catalán en el Congreso), y también el traspaso "integral" de las competencias en inmigración, que no se ha definido en qué consistirá. En este sentido, el PSOE utiliza la misma receta para Junts y Esquerra, que también espera concreciones sobre la financiación singular que ha pactado a cambio de hacer president a Salvador Illa.
El límite
Pedro Sánchez sabe que, si bien hasta ahora ha sobrevivido comprometiéndose a reformas a futuro, esto tiene un límite: tarde o temprano tendrá que plasmarlo en algo, ya que se le acabará la cartera de promesas para la mayoría plurinacional. El ejemplo es la negociación de los presupuestos de 2025, en los que el gobierno español será víctima de la competencia entre ERC y Junts. ¿Qué puede ofrecer a los de Puigdemont después de haber dado la financiación singular a los republicanos? Es difícil decir cuál será el incentivo de Junts para darle el sí, sobre todo después de que Puigdemont se haya quedado fuera de la gobernabilidad en Catalunya.