Ciudad

¿Qué errores urbanísticos ha cometido Barcelona?

El gobierno de Colau defiende su superilla como modelo de futuro ante expertos internacionales

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Superilla del ensanche

BarcelonaExamen para el urbanismo pasado, presente y, sobre todo, futuro de Barcelona. El Ayuntamiento ha celebrado este miércoles la segunda sesión de la comisión de expertos que discute sobre el modelo de ciudad. Esta vez, centrada en la comparativa con la que han hecho otras ciudades, y ha escuchado experiencias como la de la zona de muy bajas emisiones de Londres, que solo exime a los vehículos más limpios de pagar por circular por el centro y que ahora se quiere extender al conjunto de la ciudad. "Un éxito" en resultados, según Shirley Rodrigues, teniente de alcaldía de Medio ambiente y Energía de Londres. O la propuesta de Carlos Moreno, que asesora a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, en temas urbanísticos y defiende un modelo de ciudad policéntrico en el que no sean necesarios desplazamientos largos para hacer las cosas básicas para que todo te quede a un cuarto de hora a pie o en bicicleta. Un modelo que muchos de los asistentes han considerado que en Barcelona, con la excepción de los desplazamientos laborales –cada cual trabaja donde puede y esto no quiere decir siempre cerca de casa–, ya se da.

El arquitecto en jefe de la ciudad, Xavier Matilla, ha ha presentado el proyecto barcelonés de superilla como la mejor síntesis de lo que tiene que ser el nuevo modelo urbano postpandémico: que fomente la proximidad (aquello de la ciudad de los 15 minutos), tenga una escala humana y sume verde. Lo que ha hecho la pandemia, según el gobierno municipal, es acelerar unos cambios que las ciudades de todo el mundo ya empezaban a aplicar.

Las preguntas las ha lanzado la regidora de Movilidad, la socialista Laia Bonet, que ha preguntado a los expertos por los errores que tendría que evitar la Barcelona del mañana y por los que ya ha cometido. Y quien más rápido ha recogido el guante ha sido el arquitecto Juli Capella, que ha lamentado que años atrás se facilitara la llegada en coche hasta el centro de Barcelona: "Los coches son como el agua. Si abres el grifo, el agua se esparce. Si pones parkings en el centro de la ciudad, se llenará de coches".

Y todavía más errores, bajo la óptica de Capilla: haber llenado de oficinas parte del espacio que hace unas décadas se ganó al mar, no fomentar la mezcla de usos en el 22@ y pensar demasiado en las personas que visitan la ciudad y demasiado poco en las que la viven. Obsesionarse –ha dicho– con el concepto "marca". El arquitecto tiene claro, sin embargo, que Barcelona está ahora "del lado bueno de la historia", el de las ciudades que toman medidas para hacer frente a la emergencia climática. El error fundamental, según el también arquitecto Luis Basabe, del estudio Arenas Basabe Palacio, es intentar encontrar modelos demasiado "perfectos" y replicarlos idénticamente en un lugar y otro sin correcciones. Según este experto, hace falta una "revolución psicológica" también de los ciudadanos para que sean ellos los que intenten vivir en ámbitos en los que todo queda a 15 minutos.

La Barcelona de los 15 minutos

"La buena noticia es que ya vivimos en la ciudad de los 15 minutos", ha defendido el catedrático de Economia Aplicada en la Universitat de Barcelona Germà Bel, que ha remarcado que la única función que se escapa de este régimen de distancias es la laboral. Bel ha considerado contradictorio, sin embargo, querer tender a modelos de 15 minutos de distancia y, al mismo tiempo, impulsar sistemas de transporte público internos de alta capacidad como el tranvía. "El teletrabajo aumentará el uso del vehículo privado y reducirá el del transporte público", ha avisado, convencido que ahora habrá más personas que marcharán a vivir lejos de donde trabajan y, como no irán tan a menudo, optarán más por el vehículo privado: "Los coches no se evaporarán", ha insistido, para pedir datos de lo que podrá pasar en el Eixample de la superilla.

Y en el turno de los políticos, que son los que cierran la sesión, pocas sorpresas. ERC ha defendido la implantación de un peaje urbano como una "decisión valiente" que la ciudad tendría que tomar aunque se tarden cuatro o cinco años en revertir la percepción negativa de la ciudadanía. JxCat ha alertado de que el proyecto de superilla tendrá consecuencias para la movilidad del conjunto del área metropolitana. Cs ha dudado que el modelo de los 15 minutos sea sostenible con el gran volumen de movilidad metropolitana que recibe Barcelona y el PP ha acusado a los de Colau de simplificarlo todo bajo el paraguas de la superilla.

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