"Nos lo esperábamos peor": El Prat hierve en uno de los picos de la temporada de verano
El primer lunes de agosto en el aeropuerto no ha tenido incidencias destacadas a pesar de recuperar el volumen de operaciones prepandemia
BarcelonaIlusión. La sentimos cuando empezamos un nuevo proyecto, cuando tenemos ganas de ver a alguien, cuando recibimos una buena noticia y, también, cuando viajamos. Es lo que se palpa este primer lunes de agosto en el aeropuerto de El Prat de Barcelona. Pese a las colas y el gentío, pese a los imprevistos que puedan surgir, hoy es un día emocionante. El ritmo de actividad de este primer fin de semana de operación salida casi ha igualado los registros prepandémicos –se han hecho el 90% de las operaciones que se registraron en 2019– y los viajeros son previsores para evitar que cualquier contratiempo les pueda dejar en tierra.
Glòria viaja con su familia a Egipto y explica que han salido con tiempo de sobra por si acaso: "Hay menos gente de la que nos esperábamos, nos lo imaginábamos peor", confiesa. Mientras esperan en la densa cola de EgyptAir, comentan que el año pasado viajaron a Santorini y recuerdan que el ambiente era muy diferente: "Impactaba y todo, casi no había nadie; se nota mucho la diferencia este año", asegura. Es el mismo pensamiento que comparten Maria e Israel. Con grandes mochilas en el suelo hacen cola para coger el avión que les lleve a Namibia, donde pasarán un mes con la mochila a las espaldas y dejándose llevar por el país. Ellos también han viajado durante la pandemia, pero con mascarilla, eso sí. "Yo ya no me la quitaré nunca en el aeropuerto, hay mucha gente y después en el avión también", afirma Israel. Todavía se recomienda llevar el certificado covid actualizado, pero la mayoría de países ya no tienen restricciones de acceso. En el aeropuerto, de hecho, las mascarillas son anecdóticas; muy poca gente lleva.
Laura y Carles viajan con sus hijos, Aina y Jan, a Apulia, en Italia. El verano pasado decidieron quedarse por España, en Asturias, y este ya se han animado a salir otra vez del país. "Nos cambiaron la hora del vuelo hace unos días, pero nos avisaron por mensaje y ya está, no hemos tenido ningún problema", asegura Laura. Ahora tienen que tener paciencia porque la cola de facturación de Vueling es larguísima. Carles busca para encontrar la cinta para dejar las maletas. Ya tienen las tarjetas de vuelo descargadas y querían evitar colas, pero con el gentío no ven claro dónde dirigirse para dejar la maleta que facturan.
Entre el movimiento, las carreras, las maletas y las mochilas, el personal del aeropuerto anda ocupado de un lado para otro, y dos trabajadores explican que no les sorprende nada el ambiente. "Más de lo mismo que este mes pasado, y que cada año", afirman. "Al menos ahora no hay huelgas y el ambiente mejora", asegura. A primera hora de la mañana ha habido un par de cancelaciones, pero los paneles informan que ahora todo va más o menos en hora y sin problemas, más allá de los habituales. Una patrulla de los Mossos corrobora que todo transcurre sin incidencias en uno de los picos de la temporada: "Cuando acaba una quincena, y más en verano, siempre hay mucha gente".
El aeropuerto también hierve con los que vuelven a casa después de unos días de vacaciones. Lotte y sus amigos han pasado una semana en Lloret, y hoy vuelven hacia Holanda. "Estamos muy cansados, pero el viaje ha estado muy bien, le ponemos un 10", y riendo añade: "Ahora dormiremos, que no lo hemos hecho mucho estos días". También Miriam se lleva muchos recuerdos. Está sentada haciendo hora para coger el vuelo que la llevará a Menorca, donde se encontrará con una amiga. Ella es georgiana y vino hace unos días a visitar a unos amigos en Barcelona. Su viaje continúa.
Seguramente, de todas las esperas interminables al aeropuerto, la que más vale la pena es la que hacen decenas de personas en la puerta de llegadas. Los comités de bienvenida que quizás recibirán de aquí a unos días a Gloria, Laura, Israel y Miriam cuando vuelvan de sus vacaciones.