Uno de cada cinco adolescentes es negacionista de la violencia machista

Save the Children alerta de la normalización de las conductas abusivas entre los jóvenes, sobre todo en las redes sociales

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Teléfono a la mesa

Barcelona"¿Dónde estás? Compárteme la ubicación en directo". "¿Quién es este que te da tantos likes a las fotos?" "Si no vuelves conmigo mandaré tu vídeo masturbándote a todo el mundo". Son tres ejemplos de dominación, control y amenazas a la pareja o ex pareja a través del teléfono y las redes sociales. Estas herramientas hace tiempo que preocupan por su papel difusor de la violencia psicológica, emocional y sexual entre las parejas adolescentes. Con el estallido de la pandemia, que ha digitalizado todavía más las relaciones de los jóvenes, este maltrato y acoso a distancia ha vivido un momento de máximo esplendor. Pero a menudo de manera consentida por la propia víctima, que no reconoce el abuso. De hecho, el estudio Percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud, publicado este septiembre, constata que solo un tercio de los chicos jóvenes de 15 a 29 años identifica como violencia estas prácticas de sumisión digital mientras que otro tercio consideraban "inevitable o aceptable" controlar los horarios de la pareja, impedirle que contacte con familiares o amigos o decirle qué puede o no puede hacer. Un 20% de los encuestados directamente niegan la existencia de la violencia machista y dicen que es un "invento ideológico".

A pesar de la sensibilización y concienciación de los últimos años, la violencia machista pervive y se adapta a las nuevas generaciones. La ONG Save the Children denuncia en su último informe No es amor que los adolescentes repiten patrones y roles sexistas en sus relaciones y normalizan las conductas abusivas. En el estudio se constata que las menores de edad quedan al margen de las campañas y recursos contra la violencia machista y viven una invisibilización mayor porque la agresión física, el detonante para la denuncia en la mayoría de los casos, es anecdótica.

En cambio, las agresiones y los abusos que provienen del uso de la tecnología han aumentado y se producen de diferentes maneras, empezando por la obligación de compartir información personal (contraseñas de redes sociales, por ejemplo) o de activar la localización del GPS en todo momento, llegando al envío de fotografías y vídeos íntimos de manera forzada por el agresor –o que en algún momento fueron enviadas por voluntad de la víctima– para hacer un uso malintencionado de ello, como la pornovenganza. "Estos usos de riesgo de las tecnologías ponen a muchas chicas en situaciones de vulnerabilidad ante los nuevos tipos de violencia, que ya no está condicionada a la presencia física del agresor, sino que se puede ejercer a distancia y de manera mucho más constante en el tiempo", destaca el director de la entidad, Andrés Conde.

Para retratar la violencia machista entre los adolescentes, Save the Children avisa de que a estas edades hay que tener en cuenta que en general las relaciones son más cortas o con menos compromiso, pero que se viven con mucha intensidad, cosa que imposibilita que se reconozcan las conductas abusivas o se denuncien. Además, el amor se puede entender mal: se enaltecen los celos y el sufrimiento como una demostración del amor y se fija un patrón de control que a veces la víctima, lejos de disuadirse, se siente incitada a reproducir. Y las redes sociales lo favorecen.

Ideas retrógradas pero vigentes

La ONG calcula que una de cada cuatro chicas de entre 16 y 17 años sufre violencia psicológica o de control, las más difíciles de detectar, y las formas más comunes son el control del móvil (el 21,8% de las chicas lo han sufrido), la presión para mantener relaciones sexuales (20,5%) o el control de sus actividades, incluso las más cotidianas (18,2%). Pero no todas las chicas que sufren estos abusos los saben reconocer o los verbalizan. Alba Macías, que fue víctima de violencia machista cuando tenía 15 años, lo supo mucho después de cortar con su ex pareja. Admite que entonces las conductas violentas o de control "no le parecían violencia de género" porque siempre que oía en los medios de comunicación algún caso "eran mujeres mayores y siempre en forma de asesinato". "Y él se justificaba diciéndome que si se comportaba así era por amor, para protegerme", recuerda.

Pocos chicos identifican su machismo porque no se perciben como potenciales agresores y son menos capaces de reconocer sus comportamientos violentos. En este sentido, Save the Children señala los estereotipos de género, que asignan a las mujeres un rol de sumisión y a los hombres el de dominación. Y estas ideas retrógradas –pero todavía vigentes– determinan la percepción de los adolescentes sobre sí mismos y sobre sus parejas, y perpetúan los comportamientos violentos.

A pesar de que la mayoría de los jóvenes de 15 a 29 años creen que la violencia machista es muy grave, un 9,3% de chicas y un 20% de chicos consideran que no existe y que es un "invento ideológico". Además, un 24,4% de los chicos y un 14,7% de las chicas creen que ejercer algún tipo de violencia contra la pareja es "inevitable y que siempre ha existido", o que si es de poca intensidad no representa un problema (el 15,4% de los chicos y el 7,3% de las chicas). Para Conde, la explicación hay que buscarla en los espacios mediáticos, donde formaciones políticas con ideas "negacionistas" han fomentado la idea de que la violencia machista no existe y que no tiene género. "Nos preocupa el adelanto de este mensaje porque los jóvenes no son ajenos a este bombardeo y les va cuajando", alerta el director general.

Muy pocas denuncias

Solo en Catalunya en los últimos nueve años 620 menores de edad han pedido una orden de protección o medidas cautelares contra la pareja o la ex pareja y la justicia se lo ha concedido. El 2017 fue el año con más víctimas protegidas (83) y el año pasado, debido a la pandemia, la cifra cayó a la mitad (41), a los niveles de 2013.

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